Así, a media mañana llegamos a nuestro primer destino La Isleta del Moro. Ya desde la entrada al pueblo se podía apreciar el color blanco de sus casas y el mar al fondo. Nos gustó bastante el pueblecito, que aunque no tiene demasiadas cosas para ver si nos enamoró por sus vistas, la placita del pueblo y el espigón desde el cual se veía el agua transparente y al fondo los pececillos y algún erizo incluso. La Isleta es un pueblo de pescadores e incluso se pueden ver algunas personas pescando en la zona del espigón. A todos nos encantó esta zona, pero principalmente a Vera que no quitaba ojo a todo lo que veía, las barquitas, los peces, y todo lo que veía le llamaba la atención. Además, este pueblo forma parte de la ruta de los piratas. Después de dar el paseo por la zona, nos asomamos a ver el peñón que da nombre al pueblo y a ver las vistas que son maravillosas, aprovechamos para hacer muchas fotos y bajamos hasta la plaza del pueblo para tomar algo porque como ya os dije en el post anterior… ¡el calor era horrible! y con dos niñas pequeñas pues hay que hacer alguna parada de vez en cuando. Y como las casualidades siempre nos acompañan, justo cuando estábamos sentados nos encontramos a una compañera de M que también iba desde Córdoba… y es que ¡el mundo es un pañuelo!
Seguimos nuestro camino hasta el pueblo de Las Negras, ya que nos lo habían recomendado. Nada más llegar paramos a comer en un bar que había casi en la entrada del pueblo, creo recordar que se llamaba Torreoyo, y la verdad es que comimos muy bien, aunque nuestra primera idea fue comer en otro restaurante que vimos allí al lado, El Molino, que tenía delante un molino enorme muy chulo, pero nos dijeron que abrían más tarde y con el calor que llevábamos encima, decidimos no esperar.
Después de comer bajamos a dar un paseo por el pueblo y hasta la playa para poder ver el Cerro negro. La verdad es que nos llamó la atención la mezcla que se observa en Las Negras, entre el aire marinero como pueblecito de pescadores y la multitud de casas y bares muy nuevos y modernos que aportan un aire totalmente distinto. Aún así, todo guarda el color blanco que nos pareció tan bonito. Nos habían hablado también de la Cala de San Pedro, a la que te llevan desde Las Negras, pero lo tendremos que dejar para otra ocasión.
Otra de nuestras visitas fue la zona de las Salinas y el Faro de Cabo de Gata. El camino hasta el faro me pareció espectacular, viéndolo ya desde lejos en las numerosas curvas de la carretera. Llegar, bajarnos del coche y acercarnos al lado del faro fue como tener el mundo a nuestros pies. Que maravilla verte casi rodeada de agua, tan transparente, con la mezcla de tonalidades. Por mucho que intenté hacer fotos a lo que más me gustó, no llegan a recoger el recuerdo que tengo en mi mente. Además, desde allí nos asomamos para ver el Arrecife de las Sirenas, desde el mirador de las Sirenas, que es espectacular, y como no… los acantilados que desde allí puedes apreciar. Creo que éste me resultó una de las zonas más bonitas de las que hemos visto.
Para acabar nuestra ruta decidimos parar en la playa allí cerquita a tomar el solecito y descansar.
Entradas relacionadas
¡ALMERÍA NOS ESPERA!
NUESTRAS VACACIONES EN ALMERÍA- I
RAZONES PARA IR A LA BIBLIOTECA CON TUS HIJOS/AS