Miércoles 12 de noviembre – Examen de Naturales. El universo y el sistema solar.
Agenda de uno de mis alumnos. 6 horas de clase entre el examen de un tema y el examen de otro tema.
Hay algo que me inquieta.
No lo puedo evitar.
Me gustaría sentirme orgullosa de mi profesión y de todo lo relacionado con ella. Pero en el fondo, algo me impide estar conforme. Y yo sé lo que es.
Algo no marcha bien y no soy la única que se ha percatado de ello… En realidad todos lo sabemos, pero pocos hacen algo por cambiarlo.
Soy de las que piensa que pequeños cambios pueden transformar el mundo. Pero hablando de nuestra educación, tal y como está estructurada… siento que no es suficiente. Y no es que no valore los cambios que intentamos insertar los docentes en las aulas, pero es que cuando la corriente es tan fuerte…necesitamos más oxigeno y sobre todo agua nueva…
Llevo tiempo pensándolo…
Cuando un niño tiene tiempo para todo menos para investigar, explorar, recrearse en sus descubrimientos, reflexionar sobre lo aprendido, tejer emociones, pensamientos críticos, razonamientos alternativos a los que le vienen impuestos desde fuera…Cuando tienen tiempo para todo menos para el silencio y el pensamiento…Algo falla. Cristalino, al menos para mí.
Y no solo se trata de conocimientos, sino de EDUCACIÓN en el más amplio sentido de la palabra. Sí, los niños deben venir a las aulas educados desde casa, de acuerdo. Pero bajo mi punto de vista la misión del docente va más allá de enseñar datos, informaciones…y más aún ahora, donde la información inmediata si se quiere, no falta.
No sé…a veces me pregunto ¿tan importante es que un niño sepa cuántos y qué características tienen todos los tipos de ecosistemas de la tierra?, ¿tan importante es que un adolescente sepa el nombre de un emperador carolingio que conquistó territorios allá por el 736, sus sucesores y qué batalla ganó cada uno? Y como esto, millones de datos más que saturan las cabezas de los pequeños de nuestro mundo y les impiden ENCONTRARSE, PENSAR, ENRIQUECERSE (por algo más de 6 días, entre un examen y otro). Tal vez esté equivocada, pero es lo que pienso…
Demasiado pasado, demasiada información, demasiado deprisa, demasiada saturación.
Quizá haya otra manera de plantearse la enseñanza…me resisto a pensar que no exista.
Y se me pasa por la cabeza que tal deberíamos tomar por pilares principales de nuestro sistema educativo los llamados “temas transversales” (actualmente relegados a alguna mención de cortesía, en algún momento lúcido que tenga el docente) como la solidaridad, la empatia, la tolerancia, la amistad, vivir en paz con uno mismo y los demás, el desarrollo de una buena autoestima, la creatividad, la gestión de las emociones, tantos… y categorizar los demás conocimientos como contenidos de expansión, de enriquecimiento, y no al contrario.
Sigo pensando que vale más que un niño aprenda a valorar su mundo, a las personas al margen de sus diferencias, que aprenda a gestionar sus actos, su ética, que aprenda a desarrollar habilidades que le hagan crecer desde el interior al exterior y no al revés… Sigo pensando que debe haber alguna manera de que la educación contribuya a mejorar el mundo en lo que verdaderamente importa, a crear personas con capacidad para buscar su propia plenitud sin machacar a nada ni nadie. Sigo pensando que lo imprescindible es otra cosa y no lo que más se enseña en las aulas.
¿Dónde están las prioridades?, ¿tan ciegos estamos?, ¿cuánto tiempo necesitamos de fracasos para ver que el sistema hace aguas?,
¿Por qué miramos tanto al pasado?, ¿no sería mejor educar tomando de referencia al presente y mirando al futuro? Quizá así se crease más interés en los niños por entender lo que ahora mismo está sucediendo en el mundo, por aprender ciertas cosas que les ayuden a comprenderlo, a empatizar…quizá incluso se desarrollase en ellos la curiosidad (tan olvidada en estos tiempos) de buscar su propio aprendizaje…quizá incluso les gustase aprender sin que nadie les amenazase con un examen…
Quizá y solo quizá.
Solo soy un pececillo más…