Ojalá pudiera decir que la educación se ha transformado al cien por cien en este año pero yo creo que no ha sido así. Es posible que se haya iniciado un cambio, que se haya empezado a concienciar a la gente de cómo se encuentra el sistema educativo y de lo poco adaptada que está la educación actual a los alumnos y familias. Pero no es suficiente. No es suficiente porque todavía hay profesionales de la educación que se creen que la enseñanza es algo simple, sin mucha importancia y rutinario.
No es suficiente porque todavía hay maestros que se sientan en las sillas a leer la lección y escribir un par de cosas en la pizarra sin esforzarse lo más mínimo. Todavía hay profesores que fomentan la sumisión educativa en vez de el pensamiento crítico y la propia identidad de los estudiantes. Todavía hay docentes que castigan en clase a los niños pequeños mirando a la pared o separándoles de sus compañeros sin molestarse en hablar con ellos antes.
Hay docentes que no disfrutan de su trabajo y no se esfuerzan lo más mínimo en clase
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Hay centros educativos que se preocupan más por mantener el prestigio del colegio que por la propia educación de los estudiantes. Hay colegios que tienen una chapa preciosa en la puerta en la que pone “centro bilingüe” y lo único que hacen es impartir clases en inglés sin ningún sentido y sin conseguir que los alumnos comprendan lo que se está explicando. Sin contar que hay bastantes profesores que no están preparados para dar clases en este idioma. Y hay centros educativos que no amplían horizontes.
¿Dónde va a quedar el futuro de los alumnos?
Por otra parte, tenemos a políticos y ministros de educación que no tienen ni idea de lo que hacen. Que se inventan leyes, que imponen reválidas y que no conocen la auténtica realidad educativa que se vive en los centros. Obviamente, no es suficiente pasarse por un colegio cuando han incorporado algo importante. No es suficiente ir a un aula para escuchar como los niños leen algún libro importante en clase en un día señalado. Mientras estas personas están increíblemente contentas y ven razonados los recortes que están haciendo, los alumnos reciben una peor educación por falta de recursos y despidos.
Y un ministro de educación que no ha pisado un aula en su vida se ríe de los jóvenes diciendo que en España sobran universitarios
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El ministro y su equipo de asesoramiento posiblemente no tengan ni idea de lo importante que es la enseñanza y lo mucho que está en juego. No saben que están jugando con el futuro de muchísimos niños y jóvenes. Con sus ilusiones, con sus expectativas de vida, con su conocimiento y motivación. Seguramente, ahora mismo no estén pensando que la educación es el futuro del país. Pero sí, es el futuro del país y ellos tienen gran parte de la culpa de que se esté rompiendo por cientos de partes. Ellos siguen sonriendo y girando la cara hacia otro lado y diciendo: “no, es que en España hay muchos universitarios”.
Únicamente, nos queda confiar en los maestros y profesores y pensar que el cambio tiene que venir desde dentro. Toda la culpa no es de los políticos: la actitud de los docentes no tiene nada que ver con la política, la metodología que se aplica en las aulas tampoco y la implicación de los maestros tampoco. Hay que conseguir que en todas las aulas de los colegios solo existan los profesores de corazón y por vocación. El bienestar y el aprendizaje de los estudiantes no tiene que ser fruto del azar sino de maestros auténticos con ganas de enseñar.
Entonces, ¿vosotros creéis que se está jugando con el futuro de niños y jóvenes?
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