Hace unos días me encontré con mi profesora de lengua y literatura (además de tutora) de primero y segundo de bachillerato. Algunas veces os he hablado de ella como una docente auténtica y apasionada de su trabajo. Nos vimos en un centro comercial y me comentó que ya se había jubilado y que echaba mucho de menos enseñar. Yo le pregunté que cómo conseguía motivarnos a todos e inspirarnos tanto y me dijo: “la clave está en enseñar con y desde el corazón”.
Qué frase tan bonita y tan sencilla a la vez: “la clave está en enseñar con y desde el corazón”. No os podéis imaginar con la sonrisa, felicidad e inmensa inspiración que me fui para casa. Y es que si lo pensamos detenidamente, la frase guarda una gran sabiduría. Está claro que para ser profesor tienes que haber adquirido grandes conocimientos para transmitirlos a los estudiantes, pero, ¿dónde queda eso si no sientes pasión y entusiasmo por el trabajo que desempeñas?
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. Algunos docentes entran en las aulas con una actitud pesimista, negativa y desanimada. No ponen el alma en las clases. Simplemente llegan, se sientan en las sillas y explican el temario a los alumnos. ¿Cómo esperan estos profesores que los estudiantes se interesen por aprender y por participar? ¿Cómo esperan estos profesores que se produzca un verdadero proceso de aprendizaje si no hay ilusión, emoción ni corazón?
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. Sin embargo hay muchos docentes de luz. Profesores y maestros que iluminan el aula nada más entrar y hacen sonreír a los estudiantes minutos después (porque no tiene nada de malo sonreír en las aulas). Docentes que se implican con los alumnos, que siempre están innovando, que siempre están aprendiendo. Profesores y maestros que escuchan a los estudiantes, que les comprenden. Docentes que miran más allá del contenido y de las calificaciones.
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. La enseñanza es una de las profesiones más humanas y más importantes que existen. Los maestros y profesores comparten aulas con estudiantes que un día van a poder cambiar el mundo, van a poder aportar cosas positivas y van a poder luchar por una sociedad más justa y responsable. Un trabajo así solo debería ser para personas comprometidas, con esperanza, con ilusión, con emociones y con una gran sensibilidad. Pero desgraciadamente, no siempre es así.
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. Hay personas que eligen estudiar magisterio porque es la carrera más fácil y sencilla. Hay personas que deciden sacarse unas oposiciones para entrar como profesor en un colegio o instituto público sin ninguna motivación. Países vecinos (y no tan vecinos) respetan y alaban a los profesores y maestros. Profesores y maestros que han pasado estrictas evaluaciones para poder desempeñar su trabajo en un centro educativo.
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. Y luego hay personas que escogen estudiar magisterio porque es su pasión, su vocación y su sueño. Hay personas que aprueban las oposiciones, entran a trabajar en un colegio o instituto y no dejan de formarse en ningún momento: cursos de formación del profesorado, motivación, educación emocional, inteligencias múltiples… ¿Qué quiero decir con esto? Pues que lo importante es la actitud. La actitud con la que los docentes entran en las aulas cada día.
“La clave está en enseñar con y desde el corazón”. Se pueden tener todos los conocimientos académicos habidos y por haber. Se puede tener una carrera, no sé cuántos másters y una multitud de cursos relacionados con la educación. Se puede ser un experto en literatura, en matemáticas o en química. Pero eso es solo una parte del docente. En la otra parte está el corazón, la ilusión, la emoción, la motivación y la actitud positiva. Y si juntamos todos eso… Si lo juntamos aparece la combinación perfecta.
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