¿Se ha perdido el respeto hacia los maestros?
Cuando yo me encontraba estudiando en educación primaria jamás se me ocurrió faltarle el respeto a mis maestros. En el caso de que mis padres y mis profesores tenían que reunirse siempre se hablaban y comunicaban con el máximo respeto posible sin ponerse obstáculos entre ellos. Ambas partes sabían que tenían que trabajar en equipo por el bien de los estudiantes.
Mis amigos maestros y profesores me han contado que en bastantes ocasiones se han visto amenazados por padres y alumnos y que no sabían cómo tenían que actuar ante esa situación. Ellos me comentan casi a diario que hay familias que prefieren echar toda la culpa a los docentes en vez de buscar una solución entre todos (que creo que es lo que debería hacerse) y que hay estudiantes que insultan y empujan a los docentes.
En la actualidad, ¿están los maestros desprotegidos?
Ayer por la tarde navegando por Internet encontré un corto muy muy interesante. Se llama Matemáticas Alternativas y trata de una maestra que suspende un examen a un estudiante por poner que 2+2 es 22. Desde el primer momento, la maestra se muestra increíblemente empática con el alumno, padres y director a pesar de que ellos le están insultando, maltratando y acusando de que ha creado un malestar emocional en el niño.
Me da la sensación que hemos llegado a un punto en el que maestros y profesores no pueden decir absolutamente nada. Muchos de ellos se dedican a asentir y a ceder por miedo a posibles humillaciones, faltas de respeto e incluso agresiones. ¿En serio es crear un malestar emocional decir a un estudiante que 2+2 no son 22? ¿En serio hay padres que se enfadan porque el profesor haya corregido a su hijo?
Los estudiantes tienen que aprender de los errores
¿Qué futuro les depara a los estudiantes si nadie les dice que se han equivocado, que han escrito una respuesta incorrecta o que han cometido un fallo? Seamos realistas, el mundo está lleno de desafíos, retos, baches, obstáculos, de esperanzas y también de frustraciones. ¿Qué va a pasar si no saben cómo gestionar la frustración? No tiene ningún sentido que los maestros digan que todo está bien cuando en realidad no lo está.
Los alumnos tienen que saber que cometer fallos o equivocarse no es de estúpidos y que están en los centros educativos para aprender con la ayuda de los maestros. Si un alumno ha cometido un fallo hay que decírselo y apoyarle para que gestione y supere la frustración de la mejor forma posible. De esta manera, los estudiantes también están aprendiendo a ser personas. De nada sirve no corregir o mirar hacia otro lado.
Los estudiantes tienen derechos pero los maestros también
Está clarísimo que hay que respetar los derechos de los estudiantes. Pero, ¿se respeta de igual manera los de los maestros? El sistema educativo tiene que cambiar, sí. Hay muchas metodologías que están obsoletas, eso también es verdad. Hace falta más empatía, educación para la vida y educación emocional en las aulas, de acuerdo. Sin embargo, de lo que casi nunca se habla es de los derechos de los maestros.
“Se ha dañado el bienestar emocional del alumno” (que me parece genial que se investigue si así ha sido de verdad), “tienes que pedir perdón a los padres por hablarles mal (que me parece lo lógico y normal si se ha dado el caso). Pero, ¿por qué van retractarse los maestros si no han hecho nada de eso? ¿Qué pasa si las acusaciones son falsas y sin fundamento?.
Familias que esperan que sus hijos sean siempre perfectos
Hay padres y padres que esperan que sus hijos sean los más inteligentes del centro educativo. También esperan que sean los mejores en las actividades extraescolares a las que están apuntados. Quieren que nunca pierdan, que nunca se equivoquen y que nunca falle. Y cuando sus hijos pierden, se equivocan y fallan echan la culpa a los demás. ¿Que ocurre entonces? Que de esa forma son ellos los que están creando la frustración, el agobio y el malestar.
De los errores también se aprende y muchas veces no nos saldrá todo bien a la primera (ni a la segunda ni a la tercera). Pero hay que ser constantes y seguir intentándolo. Creo que ese concepto debería ser clave tanto en casa como en todos los centros educativos. Que un maestro le diga a un estudiante que un ejercicio está mal no es algo que dañe en absoluto el bienestar emocional de nadie. Vamos, lo que me faltaba por escuchar.