Cuando la educación tradicional se impone
“Mel, ¿y qué puedo hacer si yo quiero enseñar de forma diferente a los estudiantes? ¿Qué puedo hacer si creo que la educación es mucho más que cumplir con los contenidos y objetivos académicos? En tus artículos hablas mucho de ser un maestro de corazón. Pero en muchas ocasiones nos impiden serlo, nos rechazan y no nos valoran. Les ha pasado a muchos maestros que conozco”.
Desgraciadamente, yo no tengo la respuesta. No tengo ninguna respuesta a la pregunta de por qué todavía hay centros educativos que se empeñan en seguir con el modelo educativo tradicional sabiendo y observando que es un fracaso. ¿Os imagináis lo duro que tiene que ser para un maestro de corazón querer hacer las cosas bien y en beneficio para todos y no poder?
Un maestro a la calle por enseñar de forma diferente
“Es que los padres se han quejado de que sus hijos han cambiado, que están más despiertos y más activos” ¿Os creéis que esta frase la haya dicho una directora de un centro educativo o unos padres? No, desgraciadamente no me lo invento. Esas frases las han tenido que escuchar algunos de mis amigos. ¿Que los niños están más despiertos y más activos?
Creo que estoy algo confusa: ¿no debería tratarse de eso la educación? ¿un maestro no debería fomentar y favorecer el pensamiento crítico, la reflexión, la búsqueda de información y la investigación? Lo que viene siendo alejarse de la sumisión, vamos.
Pues no. Parece ser que para muchos centros (y creedme que son muchos), lo que cuenta es la mediocridad. Lo que que cuenta es educar a los estudiantes como si fueran personas sin corazón y sin emociones. Lo importante es no desprestigiar a los colegios y conseguir formar a un alumno de matrícula de honor. De esa manera, podrán presumir de metodologías. Me da la sensación que bastantes centros educativos son más empresas que colegios. Y es una pena.
¿Y dónde está ese maestro de corazón?
Cada día (y no exagero), recibo mensajes en Facebook de padres y madres que dicen que el centro al que acuden sus hijos, unos privados y otros públicos, no prestan atención a los aspectos emocionales de los estudiantes, ni a la motivación, ni a los valores. Que “educan” a los alumnos en la sumisión y en la excesiva autoridad. Y terminan preguntándome que dónde están los maestros de corazón de los que hablo en mis entradas.
Les entiendo y comprendo su frustración pero mi respuesta es siempre la misma: ¿han pensado que para que solo haya docentes auténticos en las aulas tiene que cambiar la sociedad?
Reflexionemos un poco. Profesores que son despedidos de su trabajo por intentar enseñar de forma diferente. Maestros a los que se les mira mal por querer dar importancia a las emociones y sentimientos de los estudiantes. Docentes a los que se les llama la atención por fomentar el pensamiento crítico de los alumnos. Profesionales de la educación que creen que la creatividad, la imaginación, la diversión y el aprendizaje significativo deberían estar presente en las aulas pero cuando intentan ponerlo en práctica les cortan las alas.
¿Dónde están los maestros de corazón?
Pues los maestros de corazón están dejando nuestro país para irse en busca de un futuro mejor. Muchos de ellos siguen aquí luchando contra viento y marea para conseguir que se cambie el sistema educativo. Bastantes de ellos siguen en las aulas con una sonrisa a pesar de ser tratados de la peor manera posible.
Y algunos de ellos, están perdiendo poco a poco la ilusión y la emoción con la que empezaron a desempeñar un trabajo que les apasionaba y encantaba. ¿Dónde están los maestros de corazón? Ojalá la sociedad en su totalidad les apoyase y valorase para que pudieran seguir haciendo bien su trabajo.