Los maestros no pueden impulsar el cambio educativo solos

Los que me leéis habitualmente sabréis que tengo bastantes amigos y conocidos que afortunadamente son maestros de corazón. Gracias a ellos y a todo lo que me cuentan cada día puedo escribir muchos de mis artículos y reflexiones educativas. La entrada de hoy vuelve a tocar los pensamientos de uno de los maestros más auténtico y apasionado que conozco. Hace unos días tuve una conversación bastante productiva y profunda que acabó con un comentario suyo que me llamó muchísimo la atención: “Mel, si no intentara cambiar este sistema educativo tan obsoleto que tenemos estaría fallando muchísimo como maestro y como persona”.

Mi amigo, maestro de primaria en un colegio público que destacó el rol de los maestros más allá del los expertos en una materia, excelentes oradores y profesionales que corrigen exámenes. Expresó que los maestros tenían que ser agentes del cambio y volcar todos sus esfuerzos en cumplir los contenidos y objetivos académicos porque de esa forma se descuida totalmente el lado emocional y personal de los estudiantes.

“Yo sería incapaz de obviar las emociones y el estado de ánimo de mis alumnos. Son fundamentales para el proceso de aprendizaje, y si por algún motivo un estudiante está triste o decaído y no lo puede expresar va a repercutir negativamente en la adquisición de conocimientos. Por eso es tan importante la educación emocional”.

Pero para hablar de cambio hay que mencionar primero a la sociedad. ¿Está la sociedad preparada para la transformación del sistema educativo y para hacerle un buen lavado de cara? ¿Está la sociedad preparada para apoyar a los maestros? Pues aunque parezca mentira, una gran parte de ella no lo está. Una gran parte de ella (incluyendo profesores), todavía piensa que la educación tradicional predominar en las aulas.

Creen en una figura autoritaria, rígida e inflexible del docente y desechan cualquier idea que tengan que ver con la felicidad, con las emociones, los sentimientos y el estado de ánimo escudándose en el más que famoso comentario de “esos aspectos los tienen que aprender en casa no en los centros educativos” (un error bastante grave desde mi humilde opinión).

 Lo que una escultura es para un bloque de mármol, la educación es para el alma humana.-Joseph Addison.

“Aun trabajando en un colegio público me costó muchísimo convencer a los padres de mis estudiantes y a la dirección del centro que me dieran la oportunidad de probar metodologías diferentes con los chavales a ver cómo funcionaban. Llevo dos años siendo tutor de quinto de primaria y en el primero me di cuenta que algo estaba fallando, que los estudiantes llegaban a clase como almas en pena, Mel. Y que yo como maestro no podía quedarme callado y permitirlo”.

Fueron varias reuniones con las familias, con el director y con el jefe de estudios, pero al final el segundo año, y espero que muchos más, pude hacer las cosas como yo quería, lo que se viene a ser libertad de cátedra que no todos los centros educativos tienen”.Estamos de acuerdo en que los protagonistas del proceso de aprendizaje son los estudiantes, pero los docentes tiene un papel increíblemente importante en él.

En sus manos está la motivación de los alumnos, fomentar el placer de aprender cosas nuevas, el reforzar los valores que los padres han enseñado en casa y el crear un ambiente seguro, abierto y acogedor para la expresión de las emociones y sentimientos. En sus manos está el convertirse en profesores que se involucran con los estudiantes, que intentan comprenden, que se alejan de los prejuicios, del rechazo y de la discriminación. En sus manos está poder convertirse en uno de los ejemplos a seguir de los alumnos y en un gran recuerdo de los niños y jóvenes cuando sean adultos.

En mi opinión, un maestro que es consciente y ve que el sistema educativo español esta increíblemente adaptado y que está dando muchas más penas que alegrías y no intenta hacer nada (aunque sea complicado), mira hacia otro lado y decide que esa no es su lucha, creo que no es un docente auténtico. Obviamente, los profesores tienen que dominar las materias que imparten para poder transmitir los contenidos académicos a los estudiantes, pero no deben quedarse ahí.

Ese no debe ser el tope de un maestro. A parte de todo lo académico, la profesión docente también debe abarcar lo social, lo emocional y lo personal. ¿De qué sirve tener a maestros en las aulas que no se comprometen con la causa y que no están dispuestos a cambiar? Comprendo que sea complicado, que tienen un muro delante llamado burocracia, pero, al menos deberían intentarlo. Deberían arriesgarse.

“El segundo año, Mel, les dije a los estudiantes que no habría exámenes como tal. Trabajamos por proyectos los temas de las materias y cada semana, los alumnos me entregaban un breve trabajo en el que me contaban todo lo que habían aprendido de la asignatura a parte de las exposiciones y debates que hacíamos. Ellos buscaban la información de los temas, trabajaban en equipo y se respetaban.

Hasta un alumno me enseñó un libro increíblemente interesante que había sacado de la biblioteca para leerlo y hacer mejor el trabajo. Les motive, les acompañaba y apoyaba cada día, resolvía sus dudas pero también dejaba que se equivocaran y fueran ellos los que se dieran cuenta del error. Aprendieron a resolver conflictos. Los padres, estaban emocionados por todos los contenidos que estaban adquiriendo y en las calificaciones todos y cada uno de ellos superaron con éxito los objetivos de las programaciones”

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