Vacaciones. Creí que nunca iban a llegar. Y este año las necesitaba más que nunca. Van a ser unas vacaciones distintas, porque por primera vez tendremos a nuestro lado a la pequeña saltamontes. Y también unas vacaciones light. Unos días en Valencia con la familia, otros en Alicante desconectando del mundo (Que lo necesitamos. Estar los tres solos en un lugar que no sea nuestro piso) y otros últimos en Madrid, tomando decisiones que marcarán nuestro día a día a partir de septiembre.
Porque sí, siempre he pesando que en septiembre empieza el año. Y esta vez con más motivo que nunca. Os iré informando tal y como vayan transcurriendo los acontecimientos, porque al fin y al cabo tienen mucho que ver con la conciliación, con la familia y con la idea que yo tengo de ser padre. Lo positivo, no obstante, es que tengo una certeza que puede con todas las incertidumbres: Pase lo que pase finalmente en septiembre, demos el paso que demos, lo haremos los tres juntos. La mamá jefa, la pequeña saltamontes y un servidor. Y esa garantía de felicidad no tiene precio.
Pero de momento, vacaciones, familia, playas y verano. A 39 grados. Nos vemos en tres semanas. Con las pilas recargadas. ¡Feliz mes de agosto!