En mi caso, la primera mitad de la jornada transcurre con normalidad, aunque con ciertos nervios disimulados por dentro, pero tras el almuerzo comienzan los preparativos y salen a la luz todas las ilusiones. Nos arreglamos y salimos a la calle para recibir a la cabalgata y recoger cuantos caramelos podamos.
Tras ver todas las carrozas, vamos a casa de mi abuela para tomar una cena espectacular, como solo ella sabe preparar. Al finalizar, se anunciará que por fin podemos ir a la habitación más grande, donde estarán los regalos.
Podríamos abrirlos de forma ordenada pero la verdad es que todos entramos atropelladamente, rompemos los envoltorios sin compasión y luego ya vamos enseñándolo a todo con el que nos cruzamos.
Entonces, con los ánimos algo más calmados, llega el postre: ¡roscón de Reyes! Entonces solo queda terminar de echar una buena velada familiar.
¿Nos contáis vuestro día de Reyes?
Foto: jerez.es