Como te conté en mi entrada del domingo, este mes, es el mes por excelencia del regreso a clase, tanto para alumnos como para padres, y como te dije, voy a hacer un especial, que constará de varias entradas, relacionadas con el tema.
¿Por qué? Porque casi toda mi vida he sido estudiante oficial (vamos, con sus 8 horas de clases) y ya de adulto, sigo estudiando, siempre con algún curso, taller o algo, porque me gusta aprender cosas nuevas. Y como son muchos años, pues la cabra tira al monte o en este caso, a clase. Así que septiembre siempre lo he vivido como un mes de volver a comenzar. Lo bueno es que, así, la vuelta de vacaciones me cuesta menos.
Si tú también estás estudiando (una oposición, una carrera o por afición) o tienes hijos que estén estudiando, espero que estas entradas puedan resultarte interesantes.
En esta primera entrada, quiero hablarte de cómo prepararte para una sesión de estudio, para que te resulte cómoda y algo más atractiva.
Son cuatro puntos a tener en cuenta, muy sencillos:
1. Prepararte tú
Primordial. Si la persona que tiene que estudiar (tú) no está preparada, será más fácil que se vea procrastinando y entreteniéndose con cualquier otra actividad.
Para una sesión de estudio (por ejemplo, antes de exámenes), debes prepararte física y mentalmente. Pero tranquila. No te voy a decir que necesitas ser un atleta. No es eso.
Cuando hablo de prepararte mentalmente, me refiero a la mentalidad con la que te enfrentas a la jornada. Cuanto más motivada y positiva te encuentres, menos te costará centrarte. A algunas personas les cuesta más que a otras, pero siempre que sea posible, intenta enfocar tus pensamientos en el lado positivo.
Por ejemplo: "Soy un desastre, tengo un examen dentro de 3 días y no me da tiempo a estudiar" Vale, probablemente si no has empezado antes a estudiar, vas a tenerlo más complicado que si estudias más tiempo. Pero con ese tipo de pensamientos rondándote la cabeza, vas a seguir dándole vueltas. Si lo cambias por "Estoy empezando a estudiar más tarde de lo que me gustaría, pero al menos, estoy ya poniéndome a ello y voy a aprovechar al máximo el tiempo del que dispongo". Te motivas a esforzarte, dejando de pensar en tu culpabilidad, y te resulta más sencillo centrarte en la tarea que tienes entre manos.
Cuando te hablo de prepararte físicamente, me refiero sencilla y llanamente a sentirte cómoda. Una sesión de estudio en la que te sientes adormilada, con mucho calor, o incómoda no acaba siendo todo lo fructífera que podría ser. Aséate (una duchita, un lavado de cara ¡al menos!) antes de comenzar, y te sentirás más despejada y fresca.
En cuanto a la ropa, que sea cómoda. La exigencia dependerá de si estudias dentro o fuera de casa. Si estarás fuera, ponte ropa cómoda, que no estés pendiente de ella (unos pantalones que aprietan, o camisetas que se van subiendo y te pasas el rato bajándolas -esto me molesta especialmente-, por ponerte un ejemplo). Si estudias desde casa, hasta el pijama es una opción, aunque yo personalmente no lo recomiendo: prefiero vestirme con algo cómodo, pero no el pijama, simplemente por el hecho de sentir que cambias el chip, y tu cabeza entiende que se tiene que poner en marcha.
2. Prepara la zona de estudio
Estudiar en un lugar agradable, cómodo y sin distracciones es también importante, por lo que trata de buscar uno así, o lo más parecido posible.
La ergonomía y la postura es fundamental, tanto para sentirte bien hoy, como en el futuro.
Busca una mesa con espacio suficiente para que puedas trabajar cómodamente, y un asiento confortable (pero no tanto como una cama, pues si te encuentras muy, muy cómoda, puedes acabar dejándote llevar por el sueño). La altura de la mesa y la silla deben permitir una postura cómoda, la mesa deberá llegarte entre la cintura y las costillas, una vez te sientas, y tus codos apoyarse cómodamente en la mesa, sin forzar los hombros. Tu yo del futuro te lo agradecerá.
Cuida también la iluminación. Es preferible la luz natural, pero si no es posible, que esté bien iluminado, para cuidar tu vista y te cansarás menos. Usa un flexo enfocando a tu área de trabajo, y otra luz sobre tu cabeza, para iluminar el entorno.
Antes de comenzar la sesión de estudio, ordena tu espacio de trabajo. Una mesa llena de objetos, estará llena de distracciones. Prepara los materiales que vas a usar, para tenerlo todo a mano, y no perder el tiempo buscándolos luego. Además, esta práctica es una buena manera de prepararte mentalmente para ponerte en marcha.
Elimina las distracciones. Apaga la tele, silencia el móvil o quita los datos (o las notificaciones) durante el rato que estés estudiando, para evitar la tentación de mirar cada vez que suene....y que acabes perdiendo una hora en Facebook (o donde sea). Las distracciones ambientales son más complicadas de evitar, porque no están en nuestras manos, pero lo que sí podemos hacer es minimizarlas. A mi me gusta usar cascos con música de fondo (sin letra) o con lo que se conoce como ruido blanco. En otra entrada te haré una lista con mis favoritos.
Ten siempre a mano una botella con agua fresca, y, por supuesto, ¡bebe!. Muchas veces se recurre al café y otras bebidas con cafeína, sobre todo para primera hora, o durante las noches de estudio. Y aunque la cafeína te ayuda a mantenerte despierto, su ciclo de efectividad va variando, y nos puede dar bajón. No quiero decirte que elimines la cafeína (yo no empiezo el día sin uno) pero sí que procures beber también agua durante las jornadas de estudio.
4 Consejos para ponerte a estudiar
3. Planifica tus tareas
Cada día, bien a primera hora, bien por la noche antes de acostarte, dedica unos minutos a planificar las jornada siguiente. Anota todas las tareas que necesitas realizar durante el día siguiente, sin falta. Piensa y revisa lo que hiciste durante el día ¿qué no te ha funcionado?, ¿tienes tareas sin acabar? Escoge el sistema de planificación que más se acomode a tu estilo: una simple lista de tareas, una agenda, bullet journal... cualquier sistema es bueno, mientras te resulte útil.
¡Ojo! No se trata de tener planificados hasta el último minuto. Hay que ser realista: en el día a día hay imprevistos, contratiempos, que pueden afectar al resto de la jornada, y puedes sentirte frustrada si ves cómo tu jornada perfectamente cuadriculada se va al garete. En mi próxima entrada, te cuento con un poco más de detalle cómo planificar los estudios.
4. Lo más importante: ponte en marcha
Ya tienes todo listo para sentarte y ponerte a estudiar. Es el momento de dejar las excusas a un lado, y ponerse manos a la obra, sin más. Nada de pensar que no es el mejor momento, o tal cosa podría ser mejor y no molestaría... El momento ideal no va a llegar nunca, si lo piensas de esa manera, siempre habrá algo a mejorar. El momento es ahora.
El estudio al final es recorrer un camino. Si el primer día sólo das dos pasos... no te preocupes ¡son dos pasos menos que hay que dar mañana!
¿Y si no te sientes motivada? La mejor manera de superarlo es poniéndose en marcha.
La motivación no se espera, se crea mediante la acción
Para ayudarte a superar esos bloqueos por falta de motivación, prueba a hacer este ejercicio: Ponte a estudiar (o a la tarea que estás evitando realizar, ya que lo puedes aplicar a todo), durante un periodo corto, por ejemplo, cinco minutos. Una vez ya te has puesto en marcha, a pesar de ser poco tiempo, te costará menos continuar. Prueba a seguir otros 5 minutos más. Y así, ve aumentando el tiempo.. cuando quieras darte cuenta, habrás completado lo que te proponías.
Si tras esos primeros cinco minutos sigues totalmente desconcentrada, mejor deja la tarea para otro momento (*)
Al final, este último punto es el principal, y el imprescindible. Toda la preparación no sirve de nada, si luego no hay acción.
(*) A ver, que nos conocemos: hay que aclarar que esto no es excusa para largarse del trabajo antes de tiempo...