En realidad no hay demasiadas diferencias entre los niños que sufren esta condición como síndrome de Down y los que no. Las que más destacan podrían ser las características físicas (rasgos faciales pequeños, como la boca, la nariz y los ojos; poco cuello, orejas dobladas por la parte superior, etc). Por otra parte, psicológicamente su mayor problema es que aprenden más lenta y tardíamente que los demás, pero eso no evita que puedan asistir a clase con los demás niños y llegar a desempeñar un empleo profesional de lo más corriente.
Las personas con más riesgo de tener niños con síndrome de Down son los que ya han tenido algún bebé con dicha enfermedad, las mujeres mayores de 35 años y si uno de los miembros de la pareja o ambos porta un cromosoma 21 modificado. Más de la mitad de los bebés con síndrome de Down sufren de alguna deficiencia visual o auditiva y todos deben ser sometidos a continuos exámenes médicos, en especial durante los dos primeros meses de vida, para prevenir cualquier tipo de problema o defecto cardiaco.
La idea que hay que extender es que estas personas son perfectamente capaces de vivir integradas en la sociedad y de realizar servicios tan útiles como los demás.
¿Y tú, conoces a algún niño con síndrome de Down?
Foto: blog Manifiesto por la Vida.