Durante los primeros meses de vida de un bebé es muy habitual la presencia en el rostro de zonas escamosas y enrojecidas que conocemos con el nombre de costra láctea. En los padres primerizos esto puede ser un signo de alarma con la consiguiente visita al pediatra. Aún muy frecuente y un poco molesto, este problema suele ser en la gran mayoría de los casos muy leve y limitado.
La costra láctea es la enfermedad que en adultos conocemos como dermatitis seborreica. La enfermedad en adultos presenta ciertas diferencias con la de los lactantes. Mientras que en adultos la dermatitis seborreica es una enfermedad crónica (no se cura, cada cierto tiempo vuelve a aparecer), en los bebés es muy limitada y suele desaparecer en el transcurso de los tres primeros meses de vida.
La costra láctea aparece consecuencia de un aumento de la producción de grasa por parte de las glándulas sebáceas, más activas y grandes durante los primeros meses de vida. Este aumento de la producción grasa no es una casualidad, durante los primeros meses de vida la piel de los bebés es mucho más sensible y delicada y por ello requiere la protección extra que proporciona el sebo.
Habitualmente, este tipo de dermatitis se suele presentar con lesiones que producen escamas o costras de un tono amarillento o incluso grisáceo que están adheridas a la piel o al pelo y suelen ser untuosas al tacto. Las zonas más comunes de aparición son la frente, cejas y el cuero cabelludo. Como he comentado anteriormente, las lesiones son autolimitadas y desaparecen con el tiempo (habitualmente antes de los 3 meses de vida, aunque pueden durar hasta 2 años).
Es importante resaltar que este tipo de lesiones no producen ningún tipo de incomodidad ni picores en los niños. Las lesiones no son contagiosas, aunque la dermatitis seborreica se relaciona con un levadura del género Pityrosporum. Por tanto, el único invonveniente de esta enfermedad es a nivel estético.
Tratamiento de la costra láctea
El tratamiento dependerá de la gravedad de los signos. Básicamente podemos resumirlo en este tipo de productos:
Aceites: de almendra, oliva ayudan a reblandecer las costras para que se eliminen más fácilmente. No hay que empecinarse en eliminar las costras, ya que podemos causar una lesión que se sobreinfecte e incluso dejar marcas.
Geles o cremas: con activos antifúngicos para eliminar la levadura o los hongos. También suelen incluir activos emolientes para suavizar la piel y otros queratolíticos, que ayudan a deshacernos de las escamas.
Champús: en caso de que la costra láctea se presente en el cuero cabelludo.
En casos más graves (y siempre bajo supervisión del pediatra o dermatólogo), podemos suplementar con otros productos, como:
Geles antifúngicos: con ketoconazol al 2%, elimina las levaduras y hongos de forma más potente.
Corticoides: en casos de mucho enrojecimiento e inflamación.
Tips en el tratamiento de la costra láctea
Nunca eliminar las costras de forma traumática, ya que podríamos provocar problemas asociados mucho más graves.
Aplicar los aceites con un suave masaje. Se deben dejar actuar durante un tiempo relativamente largo para que hagan su efecto de forma adecuada.
Peinar el pelo con cepillos especiales muy suaves y siempre en el sentido de crecimiento del cabello.