El mes de septiembre es el mes de la vuelta al cole. Lo hemos dicho hasta la saciedad y se ha convertido en un tópico muy manido. Pero septiembre es algo más. Es el mes en el que volvemos a la eterna batalla ‘progenitores-hijos’ del orden y la limpieza en casa. Tras las vacaciones de verano y navidad cuesta volver a la normalidad en este sentido…pero hay que volver.
Según nos cuentan los amigos de Coaching Club, muchas madres manifiestan en sus sesiones el estrés y el desequilibrio emocional que les provoca la anarquía de juguetes, de libros de texto, de ropa y de otros abigarrados enseres dispersos por las habitaciones. Vamos, que las casas parecen haber sido víctimas de una invasión militar o de un registro policial.
Así es como aparecen en escena, los denominados niños “doble D”: despistados y desorganizados. Estas características llevan a los padres a desesperarse y son claves en el puzle infinito del desarrollo cognitivo y de la estructuración de la personalidad de pequeños y adolescentes.
Las madres y los padres nos sentimos ante una disyuntiva: ¿debemos intervenir decididamente en la organización y la limpieza de las habitaciones de nuestros hijos o, por contra, debemos hacernos cargo nosotros de ese cometido. Esta última posibilidad comporta ineludiblemente que deberán admitir un cierto (y a veces nada desdeñable) desorden, idea cuya mera enunciación ya les desestabiliza”.
¿Cómo son las nuevas líneas educativas?
Incluso la dispersión o la distracción, consideradas hasta hace poco como enemigas del conocimiento, ahora se contemplan por las nuevas corrientes educativas como una capacidad a desarrollar consistente en poder estar concentrados en una actividad sin perder la atención que se presta al entorno.
“Cuando requerimos a nuestros hijos que nos atiendan mientras les hablamos, no nos damos cuenta -porque lo desconocemos- de que ellos cuentan con una habilidad que nos es ajena, que es la de poder mantener la visión periférica activada mientras están concentrados en otra actividad, habilidad que se perderá con el tiempo si no se potencia y desarrolla”, explica Verónica Rodríguez Orellana terapeuta y directora de Coaching Club.
¿Por qué nos genera tanto estrés y disgusto el desorden?
Existen dos formas de orden. El práctico, que nos ayuda a encontrar las cosas; es plástico, elástico y la otra forma; el rígido, obsesivo, tiene que ver con una forma de manejar la angustia frente a la incertidumbre de la vida. Se apoya en la idea de que el orden es una proyección adecuada de mi mundo interno.
Algunos consejos prácticos
· Con niños pequeños es fundamental priorizar lo funcional a lo estético dentro del hogar.
· La casa ha de ser un lugar para vivir y no un museo.
· Si tenemos más de un niño habrá que regular la pasión por el orden. También compatibilizar el mismo con las distintas personalidades de los más pequeños.
· Posibilitar una posición intermedia en la que haya espacio para enseñar a que cada uno debe de responsabilizarse de sus parcelas personales.
Fuente: Coaching Club
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