Recuerdo que, cuando era pequeña, acudía con mi familia a ver las procesiones que pasaban cerca de casa de mi abuela, pues vive en un barrio muy céntrico. Seguramente, no era el lugar más ameno o divertido para ser niño, pero tampoco recuerdo que lo pasara tan mal. Ver a los nazarenos descalzos, con los pies notablemente dañados, quizá era lo más impactante.
Una de las procesiones más conocidas en nuestro país, precisamente por el papel tan importante que tienen los niños, es la que tiene lugar cada año en Ciudad Rodrigo, Salamanca. La diócesis de La Borriquilla, salió el domingo pasado desafiando al mal tiempo, con un desfile de niños portando palmas doradas y convirtiéndose en los co-protagonistas del acontecimiento, junto a las estatuas divinas.
También es frecuente ver a niños en procesiones andaluzas, quizá las más mediáticas, por el enorme arraigo y fé que profesan sus fieles, además del halo de intensidad y hasta éxtasis, que rodea a muchas de ellas.
¿En vuestras ciudades o pueblos salen los niños en procesión? ¿Acudís a ver procesiones con los peques?
¿Cómo reaccionan? ¿Créeis que deben verlas como contribución a la cultura popular, independientemente de si su educación es laica o no?
Foto. Periodicoadarve.com
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