Día Internacional de la Mujer Emprendedora – Historia de una emprendedora

Día Internacional de la Mujer Emprendedora 2020

En este Día Internacional de la Mujer Emprendedora he recordado algunas experiencias que me apetece contaros.

Para ser emprendedora y empezar un proyecto, solo necesitas la certeza de que quieres hacer algo por ti, para ti y luego ponerte manos a la obra.

El “manos a la obra” requiere de formación, asesoramiento, plan de negocio, riesgos, inversiones, ilusión y mucho, mucho trabajo y dedicación.

Debo decirte que emprender no es fácil, hay mucho contenido en Internet que te motiva a emprender, que es fácil, que no necesitas inversión y que te ofrece ganancias de miles de euros en poco tiempo por hacer lo que te gusta, eso es como querer adelgazar sin comer sano y hacer ejercicio, en este caso también requiere un esfuerzo.

Emprender tampoco da certezas, así que si tienes la orientación adecuada, los recursos y la motivación para ser mujer emprendedora, hazlo.

Mis compañeros del Coworking Fangaloka Space nos dedicaron este vídeo tan bonito a muchas de las que somos o han sido parte de esta isla de emprendimientos.



Mis primeros emprendimientos

Hija de docente creativa, que utilizaba la gamificación con alumnos e hijos para que el aprendizaje fuera divertido. Dicen que “aprender no es un juego, pero se aprende jugando”

Por otra parte, mi padre un genio con un gran talento, siempre pensaba que le robarían sus ideas (excelentes por cierto), por eso nunca confió en los inversores y en consecuencia, nunca emprendió.

Sin embargo, y a pesar de las reticencias de mi padre, yo sí decidí dar el paso. Y me convertí en la primera de tres hermanos que decidió emprender.

Mis primero emprendimientos


Por lo que, con 9 años empecé a pintar camisetas para vender. Desde muy pequeña ya obtuve mis primeros ingresos en B.

Mi siguiente paso como emprendedora fue en un verano en casa de una de mis tías favoritas (Titina, como la llamábamos cariñosamente), en el que me enseño a escribir letras góticas.

A los 15 años en el Instituto yo elaboraba todas las carteleras informativas (tablón de anuncios) con “esa letra tan bonita”.

Me contacto un profesor que me dijo que su cuñado estaba buscando a alguien que le hiciera los diplomas del Colegio de Contables de Maracay, con ese trabajo me sacaba otro dinerito extra. En aquel entonces contrataban a personas para rellenar los diplomas a mano.

Con 15 años compatibilizaba mis estudios con mis emprendimientos: Pintaba camisetas, hacía diplomas, hacía invitaciones a mano para bodas, bautizos y comuniones, me quedaba horas trabajando por la noche para poder cumplir mis pedidos.

Cuando empiezas tan pronto y no tienes un plan o estrategia es normal cometer errores, fue entonces cuando tuve mi primer fracaso como emprendedora: no saber poner precio a mi trabajo, y cobrar muy poco por lo que hacía. Solo ganaba para volver a invertir en materiales.

Así terminé mi bachillerato y empecé a estudiar publicidad. Como cursaba mis estudios en una universidad privada, tenía que estudiar y trabajar a la vez para ayudar en casa.

Durante mi quinto semestre de publicidad, mi profesora de Derecho Publicitario me dijo: “Claudia deberías tener tu propia empresa, eres muy independiente, creativa y trabajadora”, por lo que me asesoró y antes de terminar mis estudios ya era emprendedora, tenía mi empresa de publicidad: C´MARK Publicidad, S.L.

En C´MARK Publicidad realizábamos todo tipo de anuncios publicitarios en medios impresos, en radio y TV locales. En Venezuela era fácil emprender, no era obligatorio el pago de la seguridad social, ni los impuestos cada trimestre, o al menos yo no lo sabía, pero no había nada que regulara esto. Se podían emitir facturas sin ningún tipo de control, al menos en mi caso.

El mercado era competitivo y había que mantener precios bajos para poder vender y mantenernos, cosa que conseguíamos. Pude independizarme, irme de casa con 19 años, alquilar un pequeño apartamento, tener coche propio y teléfono móvil (en aquel entonces 1992 pocas personas tenían uno).

Una vez en el entramado empresarial formé parte de la primera Asociación de Jóvenes Emprendedores de Aragua (AJEDA), pero aún así no era suficiente para poder ahorrar y crecer. Continuaba sin aprender la lección.

Asociación de Jóvenes Empresarios de Aragua (Ajeda)


Finalmente tuve que tomar la decisión de cerrar, teníamos ingresos, pero eran muy escasos y solo llegaban para pagar los gastos.

Circunstancias de la vida me trajeron a España, donde después de muchos años de sacrificio, esfuerzo y trabajos varios, volví a intentarlo, esta vez con la ayuda de una subvención de la Comunidad de Madrid para mujeres emprendedoras. Rellené un montón de impresos para diferentes entidades: Aval Madrid, Comunidad de Madrid, Ayuntamiento, etc.

Todo sin ningún tipo de asesoramiento. Solo me pedían que contara cómo sacaría el proyecto adelante y a quién se lo vendería. Con esos datos conseguí una subvención de 12.000 € en 2003 a fondo perdido, en la que me pedían un aval por el mismo importe que me concedían.

Solicité el aval al banco, pero no podía disponer de los 12.000€ hasta que venciera el plazo de 2 años, por lo que después de 6 meses pagándolo sin poder emprender, tuve que devolver el dinero con intereses. Fui la hucha de la Comunidad de Madrid durante 6 meses.

Las circunstancias indicaban que mis fracasos como emprendedora me habían enseñado que definitivamente no podía hacerlo, así que busque trabajo por cuenta ajena.

Aún así, mi cabeza seguía llena de sueños, de ideas y de proyectos. No me di por vencida y volví a intentarlo, esta vez con mi marido. Pensamos: ¡Vamos a montar un Ciber!

Los ciber cafés estaban en su mejor momento, y cómo no, teníamos que subirnos al carro de las tendencias.

¿Qué es lo primero que necesitas para emprender?



DINERO, o eso creíamos, cosa que en 2003 no era problema, ibas al banco y te daban lo que quisieras, hicimos una ampliación de hipoteca y ya teníamos dinero.

Registrar el nombre: “The Grey Pilgrim” (los fans del Señor de los Anillos lo entenderán)

Buscar un local. Calculamos que entrarían unos 10 ordenadores.

Comprar el mobiliario; lo mandamos hacer a medida, para que cada puesto tuviera su privacidad.

Instalación y mantenimiento de ordenadores y montaje de red informática.

Dar de alta todos los servicios.

Decoración: nos recorrimos todo Madrid buscando los posters y figuras más chulas de toda la ciudad.
Ciber café The Grey Pilgrim
Ya teníamos todo listo para la gran inauguración.

¿Adivináis que olvidamos?


El plan de negocios.

La viabilidad del proyecto.

Un estudio de la competencia.

Un plan de marketing.

Los precios que cobraríamos para que fuera rentable.
El ciber estaba lleno de 11 de la mañana a 10 de la noche, cobrábamos 1,5€ /hora por la conexión, vendíamos chuches, hacíamos fotocopias, arreglábamos ordenadores y hacíamos torneos. Nada era suficiente para obtener ganancias.

A todo eso le sumamos que las compañías telefónicas empezaban a bajar los precios de internet en los hogares y la afluencia empezó a disminuir drásticamente.

Figura Ciber café
Gollum


Finalmente, tuvimos que cerrar. Vendimos los ordenadores a muchos de nuestros clientes y nos quedamos con la deuda incluida en la hipoteca y con una de las figuras de la decoración más bonita de Madrid

Tras estos fracasos decidí que por el momento lo mejor era centrarme en trabajar para otros, y así lo hice durante los siguientes 10 años. Hasta que de nuevo, las circunstancias fueron propicias para emprender una vez más. Tras varios años decidí reciclarme. Continué mi formación para poder dedicarme a mi trabajo actual: las consultorías de Marketing Digital y la formación.

Actualmente vivimos de ello, tenemos muchos proyectos abiertos que nos ayudan a seguir aprendiendo cada día desde hace más de 8 años.

¿Qué aprendí?

Si algo he aprendido durante todos estos años, es valorar mi trabajo según mis conocimientos y experiencia.

Para emprender tienes que tener un objetivo, un plan de negocios que sea viable, un estudio de la competencia y del sector, tener viabilidad económica y mucha resiliencia.



Lo que aprendí de mis emprendimientos.
Reinventarse es volver a nacer pero con experiencia.

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