Cuando acabé la carrera de psicología, salí de la facultad con la idea de que sabía mucho de desarrollo infantil y de que todas las técnicas de modificación de conducta que me habían enseñado, servirían.
Creo que ya fue con el segundo paciente que atendí, un niño con mutismo selectivo (no hablaba con nadie salvo con sus padres en privado), cuando me di cuenta de que no era así.
Utilizar una economía de fichas para reforzar positivamente cada vez que el niño hacía algún intento de comunicarse con alguien que no fuesen sus padres, era absurdo.
Aquel niño tardó 12 sesiones en empezar a sacar su voz conmigo, y creo que ya fue por aburrimiento y que le dejara tranquilo.
Nunca olvidaré aquel caso, pues años después cuando he hecho mucha formación complementaria, bastante diferente a lo que aprendí en la universidad, y tengo más herramientaspara entender mejor lo que puede expresar un niño y por qué, lo hubiese llevado de otra manera.
Y es que no tardé en descubrir que para entender a los niños, sea cual sea el síntoma que estén manifestando (no come, no duerme, está siempre enfadado, muerde, tiene explosiones de agresividad, es demasiado tímido,?) hay que observarlos, escucharlos, ver cómo se relacionan con ellos mismos, con su entorno, con los demás, sin juicios, solo acompañando. Un test psicotécnico o proyectivo no puede proporcionarnos esta información, solo pinceladas.
Y la pregunta sería? Esta mirada, esta escucha, para entender a nuestros hijos, ¿podemos llevarla a cabo los padres?
De alguna manera sí, si somos padres conscientes, pero muchas veces nuestra mirada estará sesgada, solo vemos lo que queremos ver, y es por eso que necesitamos que alguien nos eche una mano.
Una ayuda que yo recomiendo siempre, haya problemas de conducta o no, simplemente para entender y acompañar mejor a nuestros hijos es la psicomotricidad vivenciada o relacional.
Por eso le pedí a Sabela Valens, una profesional de la psicomotricidad con más de quince años de experiencia y muchos niños observados en su haber, que me concediera una entrevista.
La conozco desde hace años, de hecho hemos trabajado juntas y le he derivado muchos casos de niños y niñas para que pudiera acompañarlos, mientras yo hacía paralelamente terapia familiar con los padres.
Me gusta mucho cómo trabaja, su implicación, su trato con los niños, tanto que también le confío a mi hija, Sunflower va a sesiones de psicomotricidad vivenciada en grupo con ella todas las semanas, y además va encantada, porque se lo pasa pipa.
Quedamos un día a última hora, en su sala de psicomotricidad y compartimos un tiempo que, como siempre que hablo con ella, me aportó muchísimo y me dio algunas claves para que los padres podamos observar y escuchar mejor a nuestros hijos.
Primero de todo, ¿qué te llevó a convertirte en psicomotricista?
He trabajado muchos años como educadora de calle con menores en riesgo social y necesitaba más herramientas para entenderles mejor y poder hacer mejor mi trabajo.
Una compañera me habló de la psicomotricidad relacional y enseguida me cautivó, era una manera de entender a los niños desde entender a mi niña interior, y la manera de vivenciarlo era jugando. La formación tiene una gran parte práctica y vivenciada.
¿Cómo definirías entonces qué es la psicomotricidad vivenciada?
Podríamos decir que se trata de favorecer un espacio, un material, un tiempo y un acompañamiento al niño para que desde su movimiento espontáneo y juego libre pueda ir conectando con su deseo, con su motivación, con aquello que le hace vibrar, que le hace moverse en el mundo.
Porque el moverse en el mundo le hace conocerse a sí mismo, y a la vez entrar en relación; con el mundo, con el entorno, con los otros niños, con el adulto.
Y es vivenciada, porque nace de eso, del deseo del niño.
Entonces, ¿es recomendable para cualquier niño o niña?
Exactamente, es recomendable para cualquier niño o niña. Y también se trabaja con adolescentes.
Pero cuanto antes se inicie este proceso de entender al niño, mucho mejor, porque de 0 a 6 años es cuando el niño se está estructurando desde su cuerpo físico, desde su cuerpo emocional, desde la relación, que empieza desde su relación con su mamá. Y es un momento tan importante, que conviene acompañarlo.
¿Y por qué este trabajo se debe hacer en una sala de psicomotricidad ?
Te diría que la sala de psicomotricidad aporta:
Le favorecemos un espacio, íntimo, bien preparado para que el niño pueda favorecer todo eso que necesita experimentar, un tiempo, un material y un acompañamiento.
La sala es como ese lugar que viene a ser un lugar interno, facilita cómo poderse encontrar en ese espacio interno de seguridad, de confianza, que me permita ser yo mismo.
Entonces ¿no se puede hacer en casa?
En casa es otra dinámica, igual no es tan fácil encontrar ese espacio, ese tiempo, esa predisposición.
En la sala de psicomotricidad los niños se encuentran con otros niños también y por tanto es una dinámica distinta.
Y es importante que los niños tengan su espacio. Contar con ese tiempo especial para ellos fuera de su cotidianeidad, para poderse encontrar consigo mismos,porque en los otros espacios (casa, familia, cole?) en general es una estructura con más normas, a veces rígidas, en la que puede que no haya tanta cabida para la espontaneidad y lo que necesita el niño.
Además, los adultos en general estamos muy contaminados, a veces sin darnos cuenta, en lugar de estar más presentes en el discurso del niño, en lo que él necesita y cómo lo necesita, estamos más en lo que necesitamos nosotros.
El niño necesita un espacio que le permita moverse en libertad. Por eso la sala de psicomotricidad es un espacio concebido para que el niño pueda conectar con su seguridad y su confianza.
¿Y qué papel tiene la figura del psicomotricista en la sala?
El punto de partida es observar al niño, y para poder realmente llegar a observar al niño, es importante estar con lo que le pasa al niño, siendo consciente de lo que te pasa a ti como adulto, pero estando presente en lo que él está expresando, está diciendo, qué es lo que nos está contando con el movimiento, con el material que utiliza, cómo lo utiliza, qué nos cuenta cuando tiene un conflicto, cómo lo resuelve,?
A través de esa observación podemos llegar a darnos cuenta de qué es lo que necesita y de qué manera le podemos favorecer y acompañar, para que él vaya encontrando aquello que necesita para resolver, para atreverse, para saber qué es lo que quiere, para tener ganas de descubrir el mundo que le rodea, para que conecte con el placer de la vida, con la vitalidad,?
Es encontrar la forma de conectar con el niño con su deseo, y ver de qué manera le podemos ayudar para que lo pueda elaborar, porque a veces por sí mismos, les cuesta, por miedos, baja autoestima, inseguridades,...
O hay niños que están muy enfadados, y ese enfado necesita salir, entonces el psicomotricista puede provocar que ese enfado salga, porque la sala es el espacio más adecuado para que pueda expresarlo.
Al fin y al cabo el cuerpo del psicomotricista es un objeto más, por decirle de algún modo, para que el niño se encuentre, y pueda explorar, y pueda ver hasta dónde puede llegar.
Lo recomiendas a todos los niños, pero ¿hay síntomas de alarma que serían más urgentes para atender desde este espacio?
Creo que hay que confiar en la intuición de los padres.
Muchas veces hay mamás que llegan y dicen "no sé qué le pasa, pero siento que le pasa algo".
Porque a veces no es fácil ponerle palabras a lo que ves. Pero intuyes. O te das cuenta que algo pasa y necesitas entender mejor a tu hijo.
También es importante tener en cuenta lo que nos dicen en la escuela.
Pero, ¿qué es lo que se observa realmente desde la sala de psicomotricidad?
Se observa el desarrollo del niño. A nivel general podríamos decir que observamos su desarrollo:
Motriz: cómo se mueve, cómo está su cuerpo, su respiración, su gesto, su tono, su postura,? Todo lo que el cuerpo nos va diciendo. Porque el cuerpo es un chismoso, expresa todo el tiempo, no miente.
Social:cómo se pone en relación con su entorno, con los objetos, con los otros niños,?
Emocional:cómo veo que se siente, cómo lo puede expresar, de qué manera lo expresa, si es beneficiosa para él, para los demás, o no?
Mental o cognitivo: su atención, de qué manera pone en funcionamiento sus ideas, qué recursos tiene, de qué manera representa en el dibujo, el lenguaje,?
Es que el niño todo el tiempo nos está expresando.
Y si le podemos entender mejor, le podemos acompañar mejor, y esto hace que los padres también estemos mejor, nos libera mucho.
¿Y qué es lo que más te está llegando o lo que más ves en la sala? No sé, ¿muchos niños enganchados a la tele y a los videojuegos?
Claro que llegan muchos niños así.
¿Y qué les ocurre?
Cuando son niños que pasan mucho tiempo con videojuegos, sobre todo son niños que cuando están en sala no saben qué hacer.
Los videojuegos o la tele son un bombardeo de muchos estímulos por minuto, y en cambio la interacción que hace el niño con la gran cantidad de estímulos es mínima, a penas mueven los dedos llegando además a hipnotizarse.
Son niños que se apartan del mundo real y entran en el mundo virtual, y el cuerpo va absorbiendo todos esos estímulos. Todo lo que van sintiendo, vivenciando en esos juegos, queda impregnado en el cuerpo.
La vida real no tiene tantos estímulos. Por eso los niños pueden llegar a estar muy desconectados de sí.
Porque el niño se conecta consigo cuando entra en contacto con su cuerpo, con su movimiento, con su emoción? Y en los videojuegos en realidad hay poca interacción con su cuerpo, y hay niños que pasan miedo también (juegos agresivos, de zombies?) y ese miedo lo tienen que sacar por algún lado?
Y ¿cómo se puede desintoxicar toda esa sobreestimulación?
Con movimiento libre, con mucho contacto con la naturaleza (en la montaña, el mar)?
Pero la sala de psicomotricidad precisamente no es un espacio natural, ni tiene materiales naturales?
En realidad, toda esta filosofía o manera de entender de la psicomotricidad se puede ampliar a un entorno natural, pero lo que pasa es que en la sala de psicomotricidad al ser un espacio tan limitado, es como que pueden conectar con límites, con su seguridad, y por tanto con su intimidad.
No es un espacio abierto porque facilita más entrar en intimidad.
Pero por supuesto que la psicomotricidad también se puede vivenciar en espacios abiertos y entornos naturales.
Y qué nos dirías a los padres que queremos tener esta mirada de respeto, y queremos permanecer a la escucha de nuestros hijos, ¿cómo podemos hacerlo?
Para poder respetar los ritmos de los niños, sus tiempos, para escucharlos de verdad, necesitamos hacerlo antes nosotros con nosotros mismos, porque si no, no puedo hacerlo con los niños.
Eso parece tan fácil, pero es tan difícil llevarlo a cabo?
Sí, es fácil decirlo, pero es todo un proceso, que no acaba nunca.
Es como una actitud. Observarse, cuestionarselas cosas, de qué manera me estoy relacionando con mi hijo, si es favorecedora o no, desde dónde lo estoy haciendo, si desde mi necesidad o desde la suya,?
Forma parte de si cada uno lo quiere hacer, está dispuesto o no, porque no siempre estamos dispuestos?
Acabas de definir lo que sería para mí la maternidad consciente. Pero, debe haber algo más que podamos hacer?
Se trataría de mirar con confianza al niño, que sienta que confiamos, que creemos en él, en sus capacidades.
Si nuestra mirada está desde la desconfianza, el niño lo que absorbe es eso. El niño no se siente capaz, no cree en él, luego entra en la inseguridad, la baja autoestima. Y eso es una base que no le favorece nada que quiera descubrir y explorar el mundo.
Y si no viene esa parte de exploración, entonces no tiene vivencias, y luego no hay aprendizaje.
La base fundamental es comunicar al niño a través de nuestra mirada, nuestra escucha, sintiendo realmente que confiamos en él.
¿Y qué ocurre cuando no se da esto? Ahora pienso en aquel niño que se sube a un árbol y que la madre le grita enseguida ¡bájate, que te vas a caer!...
Ahí la madre tiene un miedo, pero ese miedo es suyo, y si no tengo conciencia de que es mío, se lo transmito al niño, y el niño se lo hace suyo.
Le transmitimos ese miedo. No es porque no sea capaz de subirse y tomar firmeza, los niños saben hasta dónde son capaces de llegar.
Debemos confiar en que el niño puede hacer las cosas por sí mismo. Si se lo damos todo masticado, luego lo quiere siempre así y entonces ni aprende, ni es feliz.
Aunque también te diré como dice Emi Pikler que no hay que poner al niño donde no esté preparado para llegar, hay que respetar sus ritmos y no acelerar los procesos tampoco.
Todo esto me recuerda a uno de los siete derechos naturales del niño?
Entonces es muy importante estar atentos a cómo nos sentimos nosotros para poder respetar al niño?
Claro, debemos estar atentos a nuestros miedos, a nuestra desconfianza, a nuestra impaciencia.
En el momento que nos proponemos respetar, confiar en el niño, a nosotros los adultos se nos despiertan todas esas cosas, porque las vamos arrastrando desde que somos niños.
Y ya para terminar ¿cómo deberíamos acompañar el juego de los niños? ¿Debemos jugar con ellos? ¿O simplemente observarlos?
El juego genera vínculo, es una manera de ponernos en relación. Pero es importante que haya placer, deseoen el juego por ambas partes.
Pasárselo bien jugando juntos crea vínculo, pero si estoy haciendo algo que no me apetece, el niño lo ve y a veces interpreta las cosas a su manera (mamá se aburre conmigo, mamá no me quiere,?).
Si tenemos ganas de jugar, juguemos con ellos, pero procurando no dirigir el juego del niño, sino más bien ayudarle a conectar con su propio deseo.
Y si no nos apetece, no juguemos obligados, es mejor acomodarse a ver el niño cómo juega pero estar verdaderamente presente, atentos con lo que los niños nos expresan y muestran en el juego. Sin analizar, simplemente mirar, disfrutar y ver qué me pasa a mí cuando observo el juego del niño.
Lo ideal sería disponer al menos de un tiempo corto de calidad, un momento de parar con nuestro hijo y parar también todo el ruido del día a día. Se trata de permitirnos, darnos la oportunidad de desconectar y estar con él.
De verdad que puede llegar a ser un descanso y muy revitalizante para el adulto.
Y si hacemos esto, y observamos ¿qué deberíamos observar en su juego?
Debemos estar atentos a aquellas cosas que me preocupan, observar los cambios que a mí me generen malestar, que no los siento bien. Y confiar en nuestra intuición.
¡Muchísimas gracias Sabela! Hablar contigo siempre es un placer?
Para acabar este artículo, tengo que decir que Sunflower ha ido a psicomotricidad vivenciada en diferentes momentos desde que tenía dos años, y yo, que me considero una mamá consciente en constante evolución, cuando he tenido tutorías con los diferentes profesionales que han acompañado a mi hija, siempre he podido descubrir cosas de ella (en su forma de desplazarse, de comunicarse, de relacionarse,?) que yo no era capaz de ver, me han ayudado a ser consciente de mis proyecciones hacia ella y me han permitido respetarla más y conectar mucho más con sus necesidades.
Por eso lo recomiendo y a título personal, si te interesa, te animo a que busques profesionales de psicomotricidad vivenciada en tu ciudad, en Psicopraxis seguro pueden recomendarte alguno, que es donde se ha formado Sabela y otras profesionales excelentes que conozco también formadas con ellos.
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