La vuelta al cole y las modas cortas

armario niña vuelta al cole


Estos días estoy estudiando con atención un fenómeno que se da en nuestra casa y no sé si responde a la edad de mis hijos o es pura coincidencia: la de las manías y rarezas de los niños con la ropa, que no son pocas. Así que en nuestra querida casa tenemos un cóctel explosivo: a la vuelta al cole le sumamos que las modas son muy cortas, ahí es nada.

Hacia los dos años de edad, el mayor empezó a decidir cómo quería vestirse y a censurarme conjuntos. Ahí empecé a darme cuenta de que esto no iba a ser tan fácil como cuando jugábamos a vestir nuestras muñecas. Lo que antes encantaba, en una semana puede convertirse en una aberración del vestir. Y esto no hay industria de la moda que lo soporte.

Desde entonces, hemos pasado por todas las fases. La de la alergia a los pantalones vaqueros, por ejemplo, ha estado salpicada de todo tipo de excusas: “pican”, “son duros” y ya directamente “no me gustan”. También por la manía a los botones y al rechazo a las telas de chándal de poliéster que recuerdan ligeramente a los de táctel de nuestra infancia (tiempos aquellos).

Las camisas le repelen desde lejos y ni lo he intentado con calzado que vaya más allá de las zapatillas deportivas, por mucho que las sandalias o menorquinas me encanten.

Las sudaderas tienen que llevar capucha, las mangas largas las estira al infinito y los cuellos deben estar cedidos. Mezcla los calcetines altos de algodón para niños con las deportivas y el chaleco de invierno siempre es para él una opción en pleno agosto. Porque no tenemos, pero si no, se pondría los calcetines de vestir para niños con las chancletas.

El mayor tiene sus ideas sobre moda muy claras: le gusta la ropa oscura y de malo. Su prenda clave es un pantalón largo de pijama de forro polar negro que se lo pone para estar en casa en pleno verano.

Accesorios y chupetes con desgaste controlado

La pequeña, que ya acaba de cumplir los dos años, no se queda corta y ya ha empezado con las protestas. Su idea de la moda aún no está tan asentada, y sus cambios de opinión son vertiginosos. Un vestido le encanta hoy pero mañana puede entrarle mal por el ojo y adiós muy buenas. Lo que sí tengo claro es que si la prenda en cuestión tiene perritos o animales, es rosa y/o con purpurina, es un éxito asegurado. Le encantan los accesorios, siempre llevados con desmesura y derroche: collares grandes, pulseras anchas y zapatos rojos de charol.

Pero sus peores manías las reserva para los chupetes. Sólo puede usar dos tetes y da igual que le compres el mismo modelo (con dibujo incluido), porque no tienen el grado de desgaste de la tetina que a ella le gusta. Se lo mete con alegría en la boca, lo saborea segundo y medio, tuerce el gesto y te lo rechaza. ‘Este no me gusta, mamá”, me dice dejándome planchada.

Se me ha ocurrido, que, a las noches, mientras los niños duermen, podría ponerme a desgastar sus chupetes mientras veo mi serie, hasta que los note usados y justo en el punto que a ella le gustan. Aunque sea para que cuando se le rompan los dos que tiene, no vivamos una catástrofe mundial en casa.

Cuando crees que lo has vivido todo, estos hijos te sorprenden…

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