Nada más empezar a leer el libro “Niños Sobreestimulados“, de la psicóloga Alicia Banderas, me sentí muy identificada con las primeras lineas y supe que esta lectura iba a aportar algo más de luz a este camino de “ser padres” que hay veces que no sabemos cómo seguir.
“Dese hace años estamos asistiendo a una gran preocupación y afán por estimular a nuestros hijos”. Sí, así es. Ya desde el primer momento que sabemos que vamos a ser padres, comenzamos a ser bombardeados por un torrente de información, o la buscamos nosotros mismos, sobre cómo hacer que nuestros hijos comiencen a desarrollar sus talentos desde cuando casi ni tienen forma humana.
¿Quién no ha escuchado que es bueno que las embarazadas escuchen música? (hasta creo que hay un artilugio llamado “tampón musical” que, introducido en la vagina de la madre hace que el feto pueda escuchar música.
Una vez que nuestro hijo nace comenzamos a estimularle con muñecos con luces, móviles giratorios, pianos puestos a los pies de la cuna y que pueden golpear con sus pequeños piececitos, pero ¿realmente es necesario todo esto para lograr que nuestro hijo desarrolle totalmente sus capacidades?
¿Realmente es bueno sobre estimular a un bebé?
Alicia Banderas habla en este libro de la carrera que algunos padres libran por que su hijo sea el mejor. En este punto tengo experiencia ya que conozco varios casos de padres que, sobre todo a la hora de elegir colegio, buscaban que tuviese casi tantas opciones como una universidad. En una guardería de mi barrio, por ejemplo, ofertaban “chino” y “alemán” para bebés de hasta 3 años. Cuando lo oí pensé: me parece estupendo, pero ¿y si mi bebé “aprende” chino en esta guardería, tendré que seguir llevándole a algún colegio dónde siga aprendiendo chino, no? O por ejemplo seguro que todos conocemos algún caso de niños que van a actividades extraescolares (que odian) porque sus padres querrían haber sido estrellas de ese deporte (tengo una amiga entrenadora de gimnasia rítmica que me dice que muchas niñas van a sus clases porque sus madres querían haber hecho este deporte pero no pudieron).
En este libro, Alicia Banderas nos habla de cómo podemos estimular a nuestro bebé, y que realmente solo con dar un paseo, o estar a su lado dándole un masaje o haciéndole caricias, supone mucho más cualquier otro tipo de estimulación externa, ya que con éste vínculo que se crea entre el bebé y sus padres, se refuerzan las habilidades cognitivas y emocionales del bebé.
La autora del libro habla de que muchas veces la presión social que tenemos por hacer las cosas bien y perfectas para que nuestro bebé sea el mejor suele causar estrés familiar y ese estrés también pasa al bebé.
¿Cómo sobre estimulamos sin dañar a los niños?
Sigo leyendo las páginas y me encuentro con la realidad: actualmente somos muchos los padres (yo incluida) que sometemos a los niños a numerosos estímulos a través de la tecnología. Mis hijos se levantan por la mañana y mientras desayunan y se visten están viendo la televisión. Cuando vuelven del cole si hace buen tiempo intento quedarme en el parque para que jueguen, ya que el subir a casa antes de tiempo supone que vuelven a poner la televisión o se ponen a jugar con la tablet hasta la hora del baño o de la cena (todavía son muy pequeños y no tienen deberes para hacer).
Después de cenar vuelven a ver la televisión hasta que se duermen. Echando cuentas unas 2-3 horas al día viendo la televisión.
Según este libro este uso abusivo de los dispositivos afecta al desarrollo psicomotor, emocional y social de los niños: utilizan menos el cuerpo, hacen menos deporte, se relacionan menos con otros niños y hablan menos.
Leyendo este capítulo me doy cuenta de que los padres somos responsables de todo esto, y que estamos privando a los niños de crear sus propios juegos, interaccionar con otros niños y usar su imaginación.
Atención a la “intoxicación tecnológica”
Uno de los problemas con los que nos encontramos actualmente es con niños “enganchados” a la tecnología: videojuegos, tablets, smartphones.. En este libro Alicia Banderas nos da una serie de recomendaciones para proteger a nuestros hijos, por ejemplo del uso de videojuegos, o por ejemplo para aumentar la concentración de nuestros hijos.
Yo he comenzado a seguir sus consejos, ya que mi hijo está “enganchado” a un videojuego de Lego. Una de las pautas que se da en este libro es que se limiten y pacten las horas dedicadas semanalmente a los videojuegos. Por ejemplo yo he pactado con él media hora al día. Ayer estuvo algo más de una hora jugando y le dije que hoy no iba a jugar porque ya había consumido las horas pactadas. Para mi sorpresa el niño ha aceptado las normas sin cabrearse.
Adolescentes multitarea
Toda esta tecnología que está rodeándonos está creando un nuevo tipo de persona multitarea. Normalmente son capaces de estar viendo la televisión a la vez que contestan el correo o están escuchando música o contestando un whatsapp a la vez que estudian, o que por lo menos lo intentan. Están realizando muchas tareas a la vez pero no se concentran realmente en lo importante y el problema es que al estudiar no reflexionan sobre los contenidos ni terminan las tareas que tienen que hacer.
Tenemos que enseñar a nuestros hijos a terminar sus tareas y a intentar focalizar su atención en lo que están haciendo, ya que lo que están viendo los expertos es que muchos niños tienen problemas de atención, falta de empatía y problemas con la planificación y realización de tareas, lo que les puede perjudicar en sus estudios y quizás en su futura vida labora.
Este libro me ha hecho pensar sobre cómo estoy educando a mis hijos y la educación que quiero para ellos. Me he dado cuenta de que quizás tengo que suprimirles algo del tiempo que están jugando con la tablet y el ordenador (aunque reconozco que hay juegos que desarrollan algunas habilidades) y dejar que “se aburran” para que puedan crear y dar rienda a su imaginación.
También dejar que ellos mismos sean quienes elijan qué quieren hacer y no ser yo la que les “imponga” que actividades extraescolares tienen que realizar porque creo que quizás puedan ayudarles en el futuro (aunque ellos odien hacerlas).
Sobre todo os recomiendo que si podéis leerlo lo hagáis: seguro que no os deja indiferente. Ilustra ejemplos de casos reales, y sobre todo al leerlo piensas en gente que conoces a tu alrededor, o incluso en vosotros mismos, porque quizás muchos padres estemos viviendo situaciones similares.
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