Hasta la fecha, el enano ha estado tres veces en el cine. La primera de ellas fue viendo Minions, con dos años y medio de edad. Para esa fecha, algunos niños de su clase ya habían estado y otros, en cambio, tardarían aún meses en ir. A él, le gustó la película, le divirtió y se rió (aunque en momentos en los que nadie más se reía, vete a saber tú de qué) y sobre todo le encantó eso de llevarse a la boca más gominolas y palomitas que de normal.
La primera vez que se va al cine con un niño pequeño no se sabe muy bien cuál será el resultado. Nos dimos cuenta de que le podría gustar cuando nos pedía varios capítulos seguidos de sus series de dibujos preferidas y podía verlas sin pestañear. Si no aguanta en la tele de casa, en el cine va a ser parecido. Pero además de esto, para nosotros fue importante estar los tres juntos y elegir una película divertida y que le pudiera enganchar, sin dramas familiares ni un argumento demasiado retorcido. Obviamente no va a entender todo, pero se quedan con lo que les interesa.
La segunda vez, en cambio, fue un desastre por la elección de la película: El viaje de Arlo. Una historia muy bonita de una familia de dinosaurios, pero en la que muere el padre y el hijo tiene que emprender un desesperado viaje solo para encontrar su casa. Demasiado drama para un niño de cerca de 3 años muy sentido, que desde que vio la escena del padre (al estilo de la clásica muerte de Mufasa) no paró de llorar y de llamarlo cada cinco minutos por la sala. Esto nos enseñó a leernos bien el argumento antes de hacernos alegremente con la entrada. En aquel momento podríamos haber salido a los diez minutos de película, pero optamos por seguir viéndola para quitarle el mal sabor de boca al peque y que tuviera un final feliz.
Desde entonces, cada vez que le hemos propuesto volver ha rechazado la idea, imagino que porque no guardaba un buen recuerdo de la experiencia anterior. Hemos alquilado algunas películas en casa, Nemo, Brave o Kung Fu Panda, con resultado parecido. Hasta que el otro día conseguimos llevarle a ver Zootrópolis, una película que fue todo un exitazo y que le ha reconciliado con pasar las tardes en el cine.
Por fin una peli en la que no muere ningún progenitor o a nadie le ocurre nada terrible. Porque ya no se trata sólo de morirse, después de ver Brave (con esa creíamos que no nos equivocaríamos) el pobre se pasó toda la tarde llorando y preguntando si yo iba a convertirme en un oso, como le pasa a la reina de la película. En eso andamos, en gestionar sus emociones. Menos mal que en la primera de Kun Fu Panda nadie muere, aunque el enano se hizo un lío con las escenas del tigre bebé y creía que era una cría desaparecida… La cosa es sufrir.
Por supuesto, hemos censurado en casa pelis como Bambi o El rey león. Es un niño sensible y que se vuelca completamente en lo que ve, se identifica totalmente con los protagonistas y si le pasa algo a algún miembro de la familia, llora y se angustia como si nos pasara a nosotros. Buscando buscando, estas vacaciones de Semana Santa hemos dado con una película que a nosotros no nos dice mucho, pero que tiene a enano loco, la de Pérez, el ratoncito de tus sueños. Se ha enamorado completamente de su Pepe, como él le llama, y hasta lo llama en sueños por la noche. La magia de ese ratón que regala monedas a los niños nos devolvió la fe en las películas de dibujos que sólo le entretienen y no le hacen sufrir. Al menos, ahora que es aún pequeño.
¿Cuándo fue la primera vez en el cine de vuestros hijos?
¿Alguna recomendación más de pelis infantiles sin muertes o desgracias familiares para niños extremadamente sensibles?
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