En nuestra casa, somos totalmente contrarios a la distracción televisiva, no tenemos conectada la antena de la televisión, y únicamente utilizamos este dispositivo para escuchar música, ver vídeos de internet que consideremos interesantes y muy muy pocas veces para poner de 15 a 20 minutos dibujos animados para nuestras hijas, digo hijas, porque Duendecillo aún tiene 6 meses, por lo que son Hada y Riuseña las que ven algún que otro dibujito de vez en cuando. Sí, sé que podemos parecer bichos raros, pero para nosotros, tiene nuestra razón de ser.
Antes de comenzar a mostrarles este tipo de contenido a nuestras pequeñas, buscamos por internet una lista de dibujos animados sin violencia y aptos para ellas, según nuestro punto de vista acerca de la vida y conociendo la gran conspiración que hay detrás de la pantalla en relación con el contenido que se ofrece en ella para los más pequeños.
Encontramos una web que nos pareció interesante, la cual recomendaba Saari, Gazoon y Peppa Pig entre otros. Mi marido y yo hacía tiempo que no veíamos este tipo de programas infantiles y no conocíamos el contenido de los mismos, así que nos dispusimos a visualizar algunas de estas series animadas antes de exponerlas frente a nuestras hijas.
En principio, y teniendo en cuenta el poco tiempo que nuestras hijas estaban frente a la televisión, nos gustó bastante Saari, una serie animada sin ningún tipo de violencia, con mucho gusto musical, escenas coloridas cuidadas al mínimo detalle y lo más importante, sin palabras, siendo esto último algo que empezamos a ver como indispensable, ya que las palabras y conversaciones que se escuchan en muchos de los dibujos animados, programan la mente de nuestros hijos, en la mayoría de los casos, para mal.
Un día pusimos a nuestra hija mayor, que por aquel entonces tendría entorno a los dos años, un capítulo de Peppa Pig, Peppa Pig nos pareció en primera instancia unos dibujos animados tranquilos, sin contenido violento y bastante aceptable para que nuestras hijas pudieran verlo en determinadas ocasiones. Para nuestra sorpresa, a nuestra hija le encantó el personaje de Peppa Pig y solicitaba verse algún capítulo de vez en cuando.
El problema vino cuando conforme fuimos viendo y escuchando más capítulos de este personaje llamado Peppa Pig, nos fuimos encontrando que en numerosos episodios existían comportamientos pedantes, egoístas, sexistas y con una sutil y camuflada violencia protagonizada por una Peppa Pig con dotes de superioridad y déspota, que nada le importa los sentimientos de nadie, llegando a protagonizar momentos de auténtica maldad hacia miembros de su propia familia, todo ello, bajo una risa insoportable y pretenciosa.
Un ejemplo de ellos es el capítulo “La prima Cloe”, donde encontramos a una Peppa desconsiderada con su hermano pequeño, una Peppa para la que el objetivo único del juego es ganar a toda costa, con una actitud constante de rechazo y separación emocional ridiculizando a su hermano por cuestiones tan banales como la diferencia de edad. Además, vemos como para “quedar bien” ante su prima mayor, Peppa se niega a sí misma aludiendo a su hermano todo hecho que crea que puede parecer infantil a los ojos de su prima. Encontramos a una Peppa que pone caras tristes constantemente cuando “pierde” a los juegos, centrándose así la serie en el juego, no como algo divertido para la cerdita, sino como algo de lo que solo y únicamente busca la sensación de superioridad frente a los demás, sintiéndose frustrada cuando esto no sucede. Al final de este capítulo vemos como los padres de Peppa y George “equilibran” un poco la situación jugando a saltar en los charcos, juego que Peppa y su prima, consideraban en primera instancia como un juego solo para niños pequeños, y las cuales, al ver a las figuras adultas de Papá y Mamá Pig jugando se lanzan a saltar al barro; pero ¡cuidado!, los adultos en ningún momento corrigen la actitud de Peppa ni intervienen con palabras para dar un mensaje de valores a su repelente hija; es más, aunque lo hiciesen, nuestros hijos tenderían casi siempre a normalizar e imitar el comportamiento de Peppa, la cerdita que programa las mentes hacia lo inmoral y que enseña a los niños a ser totalmente contrarios a los valores humanos, de una manera, aplastante.
En la serie es normal encontrarse frases emitidas por Peppa tales como: ¡Soy la mejor!, ¿Quién te cae mejor?, ¡Siempre gano!, y perlas por el estilo, además de comportamientos denigrantes de Peppa hacia el prójimo, dándole exagerada importancia a diferencias de edad y sexo en su relación con los demás niños. Cabe destacar la respuesta positiva de los personajes de la serie, en especial, de Peppa Pig, a comportamientos negativos de la niña cerdita. En todos los capítulos encontramos sospechosas y exageradas risas semejantes a las famosas “risas enlatadas”, cuya finalidad es hacernos considerar una escena como cómica, condicionando con ello nuestra percepción de la situación presentada. Esta herramienta, programa ferozmente a nuestros hijos, haciéndoles creer que un comportamiento nefasto es bueno y correcto.
En otro de sus capítulos, por ejemplo, después de enterrar el cuerpo de Papá Pig en la arena un día de playa, éste pide muy amablemente un sombrero para proteger su cabeza del sol, y Peppa Pig le contesta: “Sólo si lo pides por favor…”, a esto, el padre, vuelve a pedir añadiendo “por favor”, un sombrero, asintiendo la cerdita esta vez con un: “¡Claro papá!. Con esto, se desvirtúa el uso del “por favor” en los niños, anteponiendo una simple expresión ante una petición que el padre hace de una manera muy amable y cariñosa y condicionando la niña al padre para que así, y solo así, éste reciba lo que pide. Todo esto fuera de lugar, y con ningún fundamento para que los telespectadores saquen de aquí ningún valor acerca del cómo y cuándo usar la expresión: “por favor”.
Demasiadas veces se hace referencia a la competición y a la importancia de ganar siempre, normalizando el enfado si no se gana, sumando la escasa o nula corrección a este comportamiento por parte de los adultos.
Aprovechándose de la vulnerabilidad de los niños a la imitación, ya que es una importante herramienta de aprendizaje que nos ayuda desde pequeños a adquirir numerosas habilidades a partir de nuestros padres adultos, se utilizan los dibujos animados para que el niño se vea tentado a imitar, generalmente al personaje principal de la serie, causando así una programación fatal en nuestros hijos.
Quizá parezca exagerado y demasiado alarmante, pero cuando se trata de emisión de información directa al cerebro frágil y moldeable de nuestros pequeños, hay que ser exigentes y sospechar de cualquier contenido que no esté en consonancia con una humanidad educada en valores para consigo mismo y el prójimo, ya que, nuestros pequeños son esponjas y cualquier pequeña programación negativa en sus mentes, por pequeña que pueda parecer, genera patrones de conducta y comportamientos que pueden acompañarles el resto de sus vidas, haciendo de ellos peores personas de lo que en realidad serían en su estado más puro.
Buscando datos sobre los daños que Peppa Pig puede causar en los niños, encontré información que relaciona a la serie infantil con contenidos Illuminati y MKUltra. Además podéis encontrar ejemplos de mensajes subliminares en la serie, que sean o no ciertos, no dejan de ser, como mínimo, bastante sospechosos. No es mi idea exponerlos en este post, pero dejo nota por si alguien desea recopilar más información sobre el asunto.
En definitiva, como madre no recomiendo en absoluto Peppa Pig. En caso de que vuestros hijos vean dichos dibujos animados, sugiero que, como padres, contemplen con el corazón en la mano si esta serie conviene o no a vuestros hijos. Curiosamente, y pese a que se han filtrado varios estudios científicos que demuestran que Peppa Pig genera un evidente daño cerebral y conductual en los niños, siguen emitiendo la serie diariamente en Clan TVE, al menos, aquí en España.
Para terminar, hago hincapié en que todos aquellos estímulos a los que estén o vayan a ser expuestos los niños, sean medidos con exhaustivo cuidado, siendo preferible una actitud por parte de los padres de desconfianza previa, ya que así maximizaremos nuestras posibilidades de leer entre líneas y podremos salvar a nuestros hijos de una programación indeseada para su correcto desarrollo como seres humanos.
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