De esto hace ya 4 años y aunque yo siempre estaba maquinando cosas, NUNCA había sacado mis manualidades caseras a la calle y JAMÁS había hecho crochet. “Dar un toque de decoración al restaurante y hacer crochet??. Estamos locos??. No, yo eso no sé hacerlo, no me va a quedar bien porque no lo he hecho nunca y el crochet tiene que ser complicadísimo, no, no…aunqueee….vi hace poco una idea para las mesas de una boda que podría amoldar a la comunión y podría quedar chulo, y….en youtube…seguro que hay tutoriales para aprender a hacer algo básico de crochet….Sí,….podría ser….voy a investigar un poco…”.
Así comenzó todo, mi cuñada pulsó un botón en mi cabeza que hasta hoy no he podido apagar. Desde ese momento no paraba de darle vueltas y mirar ideas que yo pudiera hacer en casa fácilmente pero que lucieran tanto como Ana, mi chica.
Tenía que dedicarme a dos temas: algo para personalizar el restaurante y un detalle casero para regalar a los invitados .
Había visto en alguna ocasión una idea para una boda….sí, la podía amoldar a la comunión.
Lo que yo vi eran unas margaritas de papel pinchadas en el cesped y su misión era el reparto de las mesas para los invitados. Cada margarita tenía el número de una mesa y en sus pétalos estaban escritos los nombres de los invitados correspondientes. Genial, me encantaba, seguíamos con el tema “Flores”, pero yo no tenía césped en la puerta del restaurante así que tenía que dar un giro a la idea, darle “mi toque”.
El reparto de las mesas suele estar indicado en las puertas del restaurante así que decidí hacer margaritas grandes, tantas como mesas y pincharlas en un par de maceteros flanqueando la puerta. Dentro, encima de cada mesa pondría una margarita más pequeña indicando su número.
Se trata de dibujar margaritas grandes en la cartulina poniendo tantos pétalos como invitados lleve esa mesa, ponerle en el centro su número y escribir los nombres de los invitados correspondientes. Por ejemplo: la mesa 2 sentará a 8 invitados, pues la margarita grande con el número 2 tendrá 8 pétalos y en cada uno de ellos estará escrito el nombre del invitado. Para poder pincharlas a los maceteros y hacer el tallo de la flor yo opté por comprar en un vivero unas guías para plantas, pero serviría cualquier listón o similar que les de altura y permita pincharlas en la maceta.
Las margaritas pequeñas únicamente indicaban el número de la mesa y el tallo lo hice con alambre.
En total fueron 10 margaritas grandes y 10 pequeñas para las mesas. Cartulina, tijeras, pegamento y rotuladores, no hay más truco pero como siempre digo, imaginación con los detalles. Dar volumen a los pétalos, caligrafía cuidada, margaritas naturales para los centros de las mesas,… Este fue el resultado:
Quedó vistoso, apropiado para una comunión de niña, original y divertido.
A mi amiga Sonia le gustaron tanto las margaritas que hace un par de años me las encargó para el bautizo de su hijo.
En esta ocasión, personalicé más las margaritas pequeñas rotulando el nombre y la fecha. Además, ese día hizo bastante calor y los invitados acabaron usándolos como abanicos. No era su misión pero resultó bastante práctico.
Bueno, regresemos a los preparativos de la comunión de mi chica. La decoración estaba lista pero quedaba el tema del regalo para los invitados.
Regalar una pequeña flor tejida a mano me pareció una buena idea pero no quería que fuese lo típico que tantas veces nos han regalado en bodas, bautizos y comuniones y que acaba en un cajón porque no son útiles ni pegan con nuestro estilo (vamos, que son feos).
Una flor de crochet? vale, pero las pondría en una diadema para las niñas y le prendería un imperdible tipo broche para las señoras. La idea estaba clara ahora tenía que aprender a hacerlas y el comodín youtube fue mi salvación.
Tutoriales me vi cientos hasta encontrar el estilo de flor que me gustaba pero no sabía trasladar las explicaciones a papel para hacerme un patrón, no sabía de qué me estaban hablando. Así que una tarde con un café en la mano puse el portatil delante de la tita Lola y todo quedó claro como el agua. “Apunta Gema: una cadeneta, cuatro puntos enanos, ese, ese que hace la muchacha ahora, tres puntos altos dentro de ese agujero, un aumento…”. Para mí era chino mandarín pero a fuerza de ver las imágenes con las indicaciones de la tita que se ponía las manos en la cabeza cada vez que me veía con la aguja “parece que estás matando dragones con una lanza”, el jardín empezó a florecer.
Hice más de 50 e incluso hice alguna más después de la comunión para regalarla a personas queridas para mí y quedarme yo con algunas. Incluso he vuelto a aficionarme a llevar diademas. Os muestro cómo quedaron:
Desde ese momento que me puse a hacer crochet me dí cuenta que “todo es ponerse”. Si no sabes hacer algo pero te apetece hacerlo, pregunta, mira, lee, prueba…prueba otra vez….al final sale.
La comunión de mi chica fue el primer sitio donde mostré mis manualidades, fue,,,mi primera comunión.