Lo más extendido es oir hablar a la gente diciendo: ” he apuntado a mi hijo a natación para que aprenda a nadar que ya viene el verano y tiene un peligro…”. Bueno… perfecto, es cierto que por seguridad es muy interesante que cualquier niño/a sepa nadar. Durante muchos años, los profesionales de la natación nos hemos nutrido de usuarios con este objetivo, pero a su vez, luchamos por intentar hacer ver que la natación no es solo eso.
Para empezar, y como a mí me gusta decir, la natación es un bien en sí mismo. El que lo ha practicado, a cualquier nivel, lo sabe. Exactamente igual que cualquier actividad física, tiene beneficios físicos y te hace sentir bien. Pero a la vez, es una habilidad que no se aprende tan naturalmente como andar, correr o saltar. No estamos diseñados para el agua, y no está dentro de las destrezas básicas humanas.
Sin embargo, nuestra sociedad ha encontrado en la natación una forma de desarrollarlas, de hacer ejercicio. de hacer deporte y se ha convertido en una actividad muy demandada, que cuenta actualmente con muchisimos usuarios de todas las edades.
Y aquí es a lo que íbamos, la edad más temprana para la natación, los bebés.
Hace años, con relación a lo que hablábamos al principio, se apuntaba a los niños a nadar cuando se veia que podían empezar a aprender. Por suerte eso ya ha cambiado, motivado principalmente porque hemos conseguido que se valoren otros beneficios de esta práctica. Cuando una familia va a la piscina con su bebé o a una clase con más niños, lo primero que está haciendo es reforzar el vínculo con el bebé. Una actividad más, estuoenda, para relacionarme con mi bebé.
Otro aspecto importante es la enorme cantidad de estímulos que llegan a los pequeños. Temperatura, falta de gravedad, el fluir del agua por la piel de todo el cuerpo, sobretodo en las plantas de los pies,manos y en la espalda. La sensación es muy placentera para un adulto, asi que imaginaos vivirlo por primera vez.
Importantísimo es el juego. A pesar de no poder moverse de forma autónoma por el agua, las posibilidades sin casi infinitas, con o sin juguetes, con o sin material que le ayude a flotar. Multitus de movimientos sin peligro de golpearse, y con los que experimentar.
Las habilidades que se desarrollan en el agua, totalmente diferentes a las que se adquieren fuera, hacen que de una manera natural y lúdica, se trabaje enormemente la coordinación. Favorece el equilibrio, la orientación espacial, conocimiento del propio cuerpo y a medida que los peques se van haciendo más grandes se van sumando más como la respiración, los giros, los saltos.
Como en muchas otras actividades físicas, el aspecto psicológico se ve potenciado: autoestima, seguridad, relación con los demás, sensación de bienestar, estado de ánimo, etc.
Además de todo esto, y también muy importante, aprender a nadar, lo que nosotros llamamos fin utilitario, pero so viene después si estamos hablando de bebés. Y además los que nos dedicamos a esto proponemos que todo a lo que nos hemos referido aquí favorece los aprendizajes posteriores. Tomemoslo como un disfrute en primer lugar y un desarrollo físico y personal, y sobre esto se contruirán mucho mejor los aprendizajes técnico propios de la natación.
Más sensaciones se traducen en más facilidades de aprendizaje.
Más experiencias significan más posibilidades.
Asi que…. no perdais la oportunidad de llevar a vuestros hijos a la piscina.
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