Que nuestros hijos no besen por "Educación"

Para los que ya conocen algo de mi trayectoria, sabrán que he sido trimadre en una ventana de tiempo de tan solo tres años, para los que no lo sabían, ya están enterados. Antes de ser madre no era tan tiquismiquis, pero desde que nació Hada mi mundo cambió, y con él, muchos de los arquetipos que nublaban mi consciencia hasta entonces.

Está muy pero que muy anclada en la sociedad la idea de que los niños y niñas tienen que besar por “educación”, es decir, vas a casa de unos familiares o viene Periquito a casa y se les pide o se les incita a que les den un beso.

Hoy quiero mostraros cual es mi postura ante, lo que yo considero un auténtico horror: Pedir a los niños que den un beso a alguien.

Los besos, son una forma adquirida socialmente como una forma en la que se saluda, dependiendo además de dónde estemos, podemos encontrar diferentes costumbres en sus formas: dar un beso, dos, tres, besar en la mejilla o en los labios, etcétera. Somos así de capullos. Cedemos un gesto que debiera salir del corazón, a costumbres populares y arquetipos de conducta social.

Mi familia es un tanto convencional y no medita mucho acerca de si lo que hacen es lo correcto o no desde el Ser. Digamos que yo soy la oveja negra y el bicho raro.

Cuando Hada tenía entorno al año, sucedió lo que yo ya me temía, mis padres un buen día insistieron varias veces con un “dame un beso”. Me mordí la lengua como pude, pero otro día vino su insistencia con un “dale un besito al tito”. Suelo ser muy directa, y aún me queda por aprender a serlo un pelín más, intentando no herir los sentimientos ajenos, pero marcando también mi territorio y no dejando mis principios en pañales.

“A los niños no se les obliga ni se les invita a besar a nadie” – les solté.

Y ellos empezaron a defender sus argumentos, diciendo que yo tenía que enseñar a mis hijos a que fueran educados. Les dije que para mí, decirles a un niño cuándo y a quién besar no era darles educación y ellos seguían en su postura de que a los niños hay que enseñarlos a besar ya que es un saludo, y no besar era de mala educación. ¡Vaya movida!.

Entre tanto ya tuve una primera puesta en escena de lo que yo pensaba. Siempre espero que respeten mis decisiones en cuanto a mis hijos se refiere, pero a veces no es suficiente mostrar tu postura para que ésta sea respetada.

Un día, fuimos a casa de mis padres y allí estaban unos amigos suyos que habían ido de visita, un matrimonio que mi hija no había visto en su vida. Mi padre cogió en brazos a mi hija y se acercó a su amigo. Empezó a decirle “Dale un beso a Fulanito, Dale un beso a Fulanito” y mi hija empezó a sollozar. Me fui para él, le quité a mi hija de sus brazos de malas formas (estaba muy enfadada), y le dije muy seria que no volviera a decirle a la niña que diera besos a nadie, y menos aún, al que era un total desconocido para ella.

El ambiente se tornó turbio, “la rarita” (yo) había dado la nota. Nunca más he tenido que decirles lo mismo, algo de lo que me alegro enormemente.

A un niño no se le tiene que decir a quién besar. No me imagino una reunión de adultos donde uno le diga a otro “Mira ha llegado mi jefe, dale un beso, vamos dale un besito”, por qué coño tenemos esa puta costumbre con los niños. Es una falta de respeto abismal.

El beso es y debe ser una muestra de cariño y afecto que nazca desde el sentimiento propio de querer hacerlo, porque así se sienta.

EN EDICIÓN.

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