Tu hijo pega.

Tu hijo pega. Bullying?
Es un hecho.
Y tu lo sabes, y te haces la tonta mirando hacia otro lado.

Tu hijo pega. Empezó hace un par de años, y hacías la vista gorda, porque para ti era pequeño y querías que se defendiese.
Pero no pegaba para defenderse.
Tu hijo insulta, no sabes cuando fue el primer día en que le escuchaste hacerlo, pero te dio igual, tal vez aquel “tonto” en la puerta del colegio, o ese “imbécil” en un cumpleaños… Para ti no eran ofensas.
Porque no era el tuyo el que estaba al otro lado.
Si sólo tiene 3 años! Decías. También el mío.
Y después 4. Y cumplió cinco y seis…
Hoy tiene siete años y tu hijo pega, y ha normalizado su vida y sus relaciones haciéndolo, mientras tu miras a otro lado, porque te sigue pareciendo pequeño y frágil, y prefieres que esté en el lado de los que dan.
Te hace sentir orgullosa que sea fuerte tal vez porque desconoces que la mayor fuerza es ser inteligente.
Porque crees que compensará de ese modo todos los defectos que crees que posee.

Ya ves, mi hijo es de los que recibe, y desde el primer día en que te vi mirar a otro lado cuando pegaba, o hacerte la sorda primero con un tonto, después con un imbécil, supe que tu eras igual que tu hijo.
Por eso lo consientes, porque en tu fuero interno te sabes diminuta, y el único modo en que puedes sobresalir es levantando la voz, porque tu ya no pegas, pero te escudas en tu mala leche y bordería para demostrarle al mundo que eres alguien.
Te jactas de tu mala educación y la pregonas, porque te hace sentir que tu vida merece la pena.
Supongo que te envenena ser quien eres, no haber conseguido tus sueños, el conformismo aparente de tu vida esconde la rabia y el desencanto mas profundo.
Te gusta lo que haces? Tu trabajo? Tu vida? Tu hijo pegón y maleducado?
Qué esperas de tu hijo? Que sea fuerte, importante.
Y tu hijo pega, porque tu crees que la única forma de conseguir salir y sobresalir es pisando las cabezas de otros.
Te va bien que pegue, te hace sentir la madre del que manda, y no te importa que otros sean dañados.

Hoy son 7 años, y un golpe en un ojo, o una merienda robada, un empujón en clase, un tirón de pelo o un cromo roto… Son cosas de niños.
Mañana será la saña con la que machacará al débil, será algo con mas valor lo que robará, dañará pues su fuerza será otra… Y tu seguirás riendo mirando a otro lado…
Orgullosa al fin y al cabo de que sea quien pegue.
Puede que no haya nadie a quien odie mas que a ti, a la tristeza que te amarga, a tu falta de objetivos, a tu amargura, y es que tu hijo es el fiel reflejo de tu miseria e indignidad, y tarde o temprano lo sabrá.

Sabrá que le estas educando a sobrevivir en la selva, una selva donde se mata o se muere, y tu quieres un superviviente.
Pero esto no es la selva.
Los parques no están habitados por alimañas, o si… Tu hijo.
El colegio no es una ciénaga, ni el patio el escenario de una batalla.
La vida no es una guerra en la que posicionarse como ganador o perdedor.

Tu hijo pega y a mi me mata ver al mío llorando.
Tu hijo insulta y me destroza sentir que el mío cree sus falacias.
Tu hijo asusta y a mi me aniquila leer el miedo en los ojos del mío.
Tu hijo amenaza y a mi me aflige ver al mío amedrentado.

Pensé enseñarle a pegar, al fin y al cabo es mas grande que el tuyo. Pero me conformé con enseñarle a plantar cara, y a correr.
Pensé que debe defenderse con sus puños, pero me di cuenta que aun siendo defensa no sería mejor que tu.
Pensé en ir y defenderle de tu hijo, pero el se sabe defendido y a salvo en mis brazos, no necesita verme perder los papeles.
Pensé en decirte directamente que no me gusta tu hijo, ni tu, y que me enferma vuestra violencia…
Pero no lo hago, porque leo cada vez que os veo, que ya lo haces tu. Te encargas a cada paso de recordarle que es malo, tonto, llorón. Le esquivas besos y abrazos, eres tu quien le hace sentir puequeño, casi diminuto… Y el pega.

Y mientras tu hijo pega, leo en sus ojos que te teme.
Y mientras tu hijo pega, te escucho gritarle y rebajarle delante de otros.
Y mientras tu hijo pega, tu le azotas para calmar su rabia.
Y amargada, le robas infancia mientras le enseñas llaves con las que partir cabezas a las que pisar mas con fuerza.
Y mientras mi hijo corre, y juega, y ríe, e inventa, y sueña, y baila, y trastea…
Tu hijo solamente pega.
Y mientras a su lado corro y juego y río e invento y bailo y trasteo… Le recuerdo a cada paso que le amo, que el es grande, inteligente, fuerte, bueno, maravilloso, especial…
Y que los golpes no le restan nada, no le roban nada. Y juntos aprendemos a esquivar. Y nuestras lagrimas riegan el futuro, porque lo tenemos…
Tu hijo no.

Y es que tu hijo pega.

Tu hijo pega...
Tu hijo pega…

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