Yo no quiero ser madre&

Yo no quiero ser madre…

Yo no quiero ser madre.

Ese fue durante años mi grito.

Y digo grito, porque cuando te cuestionan tus decisiones y has de justificar tu situación terminas gritando por pura desidia.

Nos casamos jóvenes y desde el primer momento todo nuestro entorno se empecinó en que tuviésemos descendencia, parecía como si la única meta, el único motivo por el que estar juntos y casarnos fuese tener prole.
Y no, no lo era. Nos casamos porque quisimos, sencillamente.
Y durante once años de matrimonio no tuvimos hijos, ni quisimos.
Ni necesidad, ni ganas. Y pasamos esos años escuchando sandeces varias… Sois unos egoístas, absurdos caprichosos, irresponsables.
Curioso, estoy segura que de haber tenido hijos siendo jóvenes, hubiésemos recibido los mismos adjetivos…

Con el tiempo simplemente aprendimos a silenciar comentarios, porque nosotros creíamos que tal vez algún día cambiásemos de idea, pero no era prioridad ni necesidad, tan solo un “tal vez” que hubo que encubrir de negación para conseguir respeto.
Si, digo respeto. Porque cuando una mujer dice abiertamente, alto y claro que no quiere hijos lo primero que descubre es la falta total de respeto, parece que no se concibe una vida que no se sienta abocada y dirigida a la maternidad.

Ante la respuesta, de no, no quiero hijos comienza una vorágine de consejos y comentarios no solicitados, y preguntas incomodas.
Eso es porque no te lo has pensado bien… (Sin hijos, si, pero no imbécil)
Eso lo dices ahora ya te llegara el reloj biológico(Tica tac, tic tac…)
Se te va a pasar el arroz(No hija, no. Yo uso arroz vaporizado…)
No podéis? O el curioso: No valéis? (No y además no sabemos practicar sexo, necesitaremos clases?)

Cuando además utilizas tu profesión como base para no adelantar acontecimientos ya que pretendes asentar tu status laboral eres poco menos que una desalmada.
Inconsciente, consentida, caprichosa…
Como si en lugar de ser adultos de treinta y tantos la decisión de no tener hijos nos hubiese convertido en adolescentes eternos
Si a todo esto le añades que no te gusten los niños, pues tienes el coctel.
Y es que además como mujer te tienen que gustar los niños, llevarlo en la sangre, el dichoso instinto…
Pues no, a mi no me gustan los niños, no los aborrezco, pero no me gustan los niños en general, y me reitero a día de hoy.
Me gustan mis hijos, me encantan, me emocionan, pero el resto no.
Aprecio y convivo con los hijos de conocidos y amigos, pero no soy de esas personas que ven un niño y babea y achucha.
Hoy en dia como mujer no querer hijos no es un acto de desinformación, de no saber que es la maternidad, se trata simplemente de que cada uno toma las decisiones como y cuando cree necesario, una mujer no tiene porque crecer creyendo que su único fin es el de procrear, debemos ser valoradas por nuestro ser, válidas como individuos, sin necesidad de que nuestra falta de maternidad nos reste, disminuya o sustraiga derecho o valor alguno.

Y yo que durante la mayor parte de mi vida no he sido madre puedo decir que era una etapa, que no cambio a mis hijos por nada del mundo, pero tampoco cambio mi experiencia por nada.
No quisiera haberlos tenido 15 años antes, ni diez, ni cinco.
Por tener, durante años, la claridad de no ser madre no era mas desconsiderada, egoísta o insensible que hoy.
Durante años enarbolé la bandera de mi libertad de elegir, y estaba eligiendo ser yo misma, sin sentirme ni mermada, ni incompleta por no ser madre
tenia una vida maravillosa y plena, igual de maravillosa y plena que lo es ahora con mis 3 hijos
Y conociendo las dos vertientes, solo puedo añadir que tener hijos es lo mejor que he hecho en la vida, y lo es porque tomamos la decisión de tenerlos desde el conocimiento de que no nos hacían falta, no eran un fin ni un medio, no eran necesidad ni obligación.
Y sobretodo no eran necesarios para hacernos sentir familia.
Ellos han llegado para mejorar algo que ya era perfecto.
Para poner una guinda a un pastel que ya era delicioso y dulce.

Y llegó un momento en nuestra familia de dos en el que de un día para otro, la verdad, tomamos la decisión, y en apenas dos semanas teníamos un positivo.
Y no se, sinceramente, si nos hubiese costado mas, habríamos, tal vez, cambiado de idea, o hubiésemos terminado aplazando la decisión,
tan sólo puedo decir que nosotros éramos una maravillosa familia de dos, felices, ilusionados y completos, y a día de hoy somos una familia de cinco felices, ilusionados y completos.
Y no, no soy mas femenina ahora, ni soy mas mujer.
Mi maternidad me ha enriquecido, me ha hecho crecer, porque ya era.
Y debo añadir para ser sincera que durante años mi negativa a ser madre también estaba influenciada por el convencimiento de que no sería una buena madre, tal vez porque fui hija fruto de una maternidad no deseada, no buscada, prácticamente impuesta.

Dar por hecho que el único fin de una mujer es la maternidad es probablemente el mayor acto de machismo y patriarcado.
Es dar por válida toda la violencia implícita contra las mujeres de nuestra cultura.
Es utilizar nuestro mayor tesoro, el milagro de la vida, contra nosotras mismas, robándonos cualquier otro valor.
Es una muestra mas de la violencia de género.
Hoy desde mi experiencia solo puedo pedir respeto a quienes determinan hacer otras cosas en su vida, no por ello menos importantes, y es que nadie debería juzgar y calibrar la importancia de las vidas y obras ajenas, ni supeditar la existencia de un ser humano a la creación de otro.
Porque a ningún hombre se le mira como loco por no desear procrear.
Ni se le exige justificar su itinerario vital.
Y jamás, si decide pasar su vida sin dejar su huella genética, le dirá nadie que actúa contra natura.
Eres mujer. Y puedes decidir. Y eso te hace grande.
Decidas, lo que decidas…

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Foto. roxeteer/flickr.

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