Actividades extraescolares ¿sí o no?. Así elegimos y nos organizamos.

Comienza el nuevo curso y con él las actividades extraescolares. Y cómo no, surge el inevitable debate de si extraescolares sí o no, el va y viene de cartelitos, frases y discursos varios por las redes sociales y grupos de whastapp, que suenan más a prejuicio que a realidad. Precisamente hace poco me llegaba una imagen, la típica captura de un tweet, que venía a decir algo así como “Mi hija ahora va a ballet, toca e piano y aprende chino, ¿y la tuya? – La mía juega.”. A mi, ante estas cosas, se me levanta la ceja, no puedo evitarlo. ¿Por qué?. Pues porque, a ver cómo lo explique sin que suene mal… porque parece una batallita de a ver quién es mejor madre por hacer o dejar de hacer con sus criaturas. ¿Se me entiende?. No te preocupes, que tengo entrada de sobra para explicarme. Te voy a contar por qué recelo de este tipo de frases, por qué nosotros somos de extraescolares sí y, además, mis hijos también juegan, y juegan mucho. Extraescolares, ¿voluntarias, necesarias u obligatorias? Hay muchos tipos de familias, muchos tipos de m(p)adres y muchos tipos de hija/os. Y muchas circunstancias propias y ajenas que marcan la manera de tomar decisiones y el devenir de los días. Así que, lógicamente, no hay única manera de hacer las cosas, ni una única manera de hacerlas bien. Hay familias que necesitan las extraescolares para poder conciliar la vida familiar y laboral. No es noticia nueva que lo de la conciliación sigue siendo una asignatura pendiente y casi una utopía en España, y que los horarios laborales y escolares difícilmente suelen ir a la par. Hay m(p)adres que consideran que sus criaturas deben hacer una serie de actividades extraescolares para completar su currículum, formación y/o habilidades, a favor o en su contra. No negaré la realidad de familias que educan en la competitividad, en dominar cuantas más disciplinas posibles y alcanzar la excelencia en todo lo que se pueda. Hay familias que entienden las extra escolares como una opción cojonuda para tener a sus criaturas entretenidas y disfrutar de un tiempo de asueto sin hija/os. Hay criaturas con múltiples intereses, curiosidad, aptitudes, habilidades, ganas de hacer o de aprender, que solo las pueden cubrir realizando actividades extraescolares. Hay m(p)adres que no ven necesarias, adecuadas, interesantes ni mucho menos importantes las actividades extraescolares. Es decir, las razones para que tus hija/os realicen actividades extraescolares pueden ser múltiples y variadas, y personalmente tengo claro que no soy nadie para cuestionarlas. Por eso recelo del tipo de frases como mencionaba al comienzo del post. Porque son tantos los motivos por los que las familias o las criaturas pueden querer hacer o no actividades extraescolares, que ello no nos convierte en mejores m(p)adres ni hace a nuestra/os hija/os más o menos felices. Mi experiencia cuando realizaba actividades extraescolares y lo que aprendí con ello Cuando era niña, me encantaban las actividades extraescolares. Yo era muy culo inquieto de querer probarlo todo, querer hacerlo todo, querer aprenderlo todo, querer saberlo todo. Casi todo me interesaba y me apuntaba a todo. Era muy activa y me gustaba más un sarao que el bocata de nocilla mientras veía Barrio Sésamo, que ya era mucho gustar. Así que recuerdo toda mi vida haciendo extraescolares durante el curso y actividades varias durante el verano, incluyendo la típica academia de clases particulares. Que no las necesitaba ni nada, pero qué hacía yo sola en mi casa pudiendo estar en una clase con gente, y con sus cosas. No había color. A lo largo de mi infancia hice atletismo, taekwondo, pin-pon, voleibol, baloncesto, ajedrez, baile regional, teatro, mecanografía. Fui a la escuela de música – hice varios años de solfeo y piano-, iba a clases particulares, cantaba en un coro. Eso, que yo recuerde, y lo que no recuerdo. Hice muchas cosas que me gustaron, otras tantas que me apasionaron, muchas que dejé a medias y otras que lejos de aportarme algo, no me gustaron nada. Pero puedo decir que todo me sirvió, al menos para saber lo que no me gusta y no quedarme con las ganas. Y sobre todo, me alegro de haber tenido la posibilidad de probar y no quedarme con las ganas de hacer cosas. De hecho, hubiera querido hacer muchas más cosas que no hice porque no me dieron la oportunidad para ello. Aprender inglés desde pequeña, ballet, gimnasia rítmica o jugar al tenis son mis espinitas clavadas de cosas que me gustaban mucho, se me daban o se me hubieran dado muy bien y me hubieran reportado algún beneficio de cara al futuro, seguro. Teniendo en cuenta que mi horario escolar era en jornada partida y que mis actividades extraescolares empezaban después de las 17: 30 de la tarde, para mi eran un aliciente. Salía del colegio, hacía algo que o había elegido, coincidía con gente que había conocido y solo tenía oportunidad de ver en esa actividad. Además de lo aprendido y disfrutado, las actividades extraescolares me han dado algo muy valioso. Amistades. Tuve la suerte de tener grupos, pandillas y amistades muy variadas, con las que compartir muchos momentos y algunas locuras. De cara al futuro se podría decir que poco me han reportado, así en general. Pero algunas han marcado mi vida. Por ejemplo, comencé a cantar en un coro parroquial porque mi madre también lo hacía y como no tenía con quien dejarme en los ensayos, se vio obligada a llevarme. Así, esa niña que se sentaba al fondo y tarareaba las canciones con una vocecilla que se dejaba escuchar en los ensayos sobre las voces del coro, acabó metida en el coro porque el director pensó que ya que cantaba, que lo hiciera con el resto. Estuve en ese coro hasta los 18 años y cuando me mudé de ciudad no paré hasta encontrar otro coro en el que hacer lo que más me gustaba: cantar. Allí hice grandes amistades, conocí al que hoy es mi […]

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