Pero hay veces, hay días, hay momentos, que la muerte enseña su cara y nos recuerda contra que nos enfrentamos.
Hoy es uno de esos días, hoy ha fallecido un muchacho increible, un luchador, un maestro de vida, un optimista nato, hoy ha fallecido un muchacho que tenía Duchenne.
No era de lo más jovenes, ni de los más mayores, pero si que era uno de los que tenían una sonrisa más bonita.
Hace ya algún tiempo ya os hablábamos de él; porque había decidido escibir un libro contando su vida con Duchenne y nos lo habíamos leído, porque queríamos saber como, a pesar de todo, se podía ser feliz. Y desde luego aprendimos, y nos dimos cuenta de que lo más importante era querer a la misma vida, querer a la gente, tener amigos, aprovechar lo cotidiano de la vida y hacer de cada momento, de cada persona, de cada espacio, algo especial.
Desde ese día comenzamos a ser sus amigos, amigos por redes, pero amigos. De esos que se siguen con cariño, se saludan de vez en cuando y que sacan un sonrisa la mayoría de las veces.
Así que hoy nos ha dolido el corazón, hemos sentido el alma rota y hemos maldecido de nuevo a Duchenne. Porque, aunque nuestro objetivo principal es haceros ver que la vida hay que comersela a pesar de todo, que nuestra vida puede ser normal, que nosotros tenemos problemas triviales como todos, hay momentos en los que Duchenne saca la cara y nos demuestra que está ahí y que es una mierda.
Descansa en paz Alfredo, muchísimas gracias por llenar nuestra vida de esperanza.