No os voy a mentir, estos tres meses han sido una montaña rusa.
Como os conté en el post sobre mi parto, al día siguiente de darnos el alta tuvimos un sustillo y es que como tardó en subirme la leche, África se deshidrató. Fue Rubén quien se dio cuenta a la mañana siguiente de que hacía bastantes horas que no había hecho pis (nos dimos cuenta gracias a los pañales de dodot que llevan una línea que cambia de color con la orina, os los recomiendo mucho. Podéis comprarlos más baratos en Amazon) y echando cuentas vimos que hacía más de 12 horas, así que decidimos ir a urgencias. Pensamos que sería una tontería, pero estuvimos en urgencias más de 8 horas. Allí nos dieron un biberón de fórmula para hidratarla y la pusieron una bolsita para recoger la orina, pero pasaban las horas y no hacía nada...de estar tranquilos empezamos a angustiarnos, porque además ella se iba apagando poco a poco. Ya por la tarde, se la llevaron para pincharla en el talón y sacarla sangre, gracias a lo cual vieron que tenía bien el oxígeno, pero como seguía sin hacer pis la tuvieron que poner una sonda. Aunque no estuvimos delante yo no pude evitar ponerme a llorar de imaginarme el mal rato que pasó. Consiguieron sacarla un poco de orina y dejaron un poco para ver si conseguía hacerlo ella sola, pero seguían pasando las horas y nada; lo peor es que seguíamos en urgencias, donde había niños malitos y a la angustia que teníamos se unía el miedo a que la contagiaran algo.
Después de varias horas de incertidumbre (era domingo y nos pillaron varios cambios de guardia) por fin nos dijeron que la ingresaban hasta que hiciera pis (descartaron que hubiera alguna anomalía en su sistema Urinario, así que era cuestión de tiempo que lo hiciera). Y casualmente hizo pis nada más subirla a la habitación. Nunca me imaginé que lloraría de alegría por un pis...
Pensábamos que nos iríamos a casa, pero la pesadilla no hizo más que empezar, pues tuvimos que quedarnos ingresados dos días más y no podíamos estar más incómodos. El hospital no tenía neonatos, por lo que la cuna era enorme y en las habitaciones de al lado había peques con enfermedades contagiosas con bronquiolitis. La cuna era enorme y solo había una cama que sería de 105 en la que acabamos durmiendo los tres.
Además, teníamos que guardar los pañales para que los pesaran e íbamos apuntando la hora de las deposiciones y también de las tomas, que tenían que ser como mucho cada tres horas y darle los dos pechos y un biberón. No os imagináis el estrés. A todo esto, la niña tenía una vía en el brazo sujeta con una especie de escayola para que no se le cayera y no la pudimos cambiar el body en todo el tiempo que estuvimos allí.
Cuando me subió la leche estuvo a punto de darme una mastitis y me dio fiebre, menos mal que tenía un sacaleches y conseguí aliviar el dolor. Pero la niña, que la había costado agarrarse al pecho izquierdo, volvió a tener problemas y creo que fue por culpa del biberón.
Al tercer día por fin nos dieron el alta y no los lo creíamos. Yo salí aturdida del hospital.
Los siguientes días seguimos apuntando las tomas y hasta me descargué una aplicación para recordar las horas y qué pecho había tomado por última vez, pues lo de darle los dos me resultaba muy estresante y ella se quedaba saciada solo con uno (de hecho no volvimos a darle fórmula). Una cosa que os recomiendo si sois primerizas es que no os dejéis llevar por lo que leáis en internet en cuanto al inicio de la lactancia pues cada bebé es único. Yo no hacía más que leer que las tomas ideales debían ser de 15 o 20 minutos cada pecho, pero África comía como mucho en 5 minutos y se dormía. Intentábamos despertarla, pero nada, se quedaba frita, y como ya hacía pis con normalidad decidimos no agobiarnos.
Cuando ya parecía que el tema pis se normalizaba, yo empecé a tener bastante dolor en los pezones, especialmente en el izquierdo que era el que más la costaba coger y descubrí las temidas grietas. Por suerte, aunque me dolían los dos, solo me salió en el izquierdo, y gracias a la ayuda de una asesora de lactancia que me enseñó diferentes posiciones y el sacaleches (le daba siempre del pecho derecho y me sacaba leche del izquierdo para evitar una mastitis y favorecer la producción de leche) conseguí salvar nuestra lactancia.
Que no os engañen, las primeras semanas de lactancia son duras, hay dolor y tanto el bebé cómo la madre tienen que aprender. Pero con paciencia, al final se consigue. Aunque entiendo perfectamente a las mamás que deciden dar biberón, pues es muy duro.
A todo esto, había que sumar el dolor de los puntos; como os dije, me hicieron episotomia y tuve desgarro, así que sentarme era una odisea (lo cual no ayudaba nada a la lactancia). Pero en cuanto me los quitaron a los 15 días (los externos, porque los internos debían caerse solos) empecé a ver la luz. Además, desde el principio, África aguantaba bastantes horas sin comer por la noche (nos dijo la pediatra que una vez superada la barrera de los 3 kilos no hacía falta despertarla cada 3 horas para comer) por lo que dentro de lo malo dormíamos bastante bien.
Pero no creáis que a partir de aquí fue un camino de rosas. A la semana de vida empezó a llorar mucho por las tardes y resultó que tenía cólicos. Le duraron como un mes y medio. mientras, la dábamos masajes (podéis buscar en Youtube masajes para cólicos) pero decidimos no llevarla a ningún fisio, pues la pediatra nos dijo que es algo que hay que pasar y que al ser inmadurez del sistema digestivo los masajes no servían para nada (aunque mucha gente dice que se los dieron y sí funcionaron, así que es decisión de cada familia).
En nuestro caso se la pasaron cuando dejé de tomar lácteos. No lo hice por decisión propia, si no que debido a varios síntomas, la pediatra sospechó que podía tener intolerancia a la proteína de vaca, así que decidimos retirarlos de mi dieta y en unos días mejoró hasta el punto de que los cólicos desaparecieron. Los síntomas que observamos eran muchos gases y mucho reflujo. Al principio nos decían que era reflujo del lactante, pero la alarma saltó cuando un día tuvo un punto de sangre en la caca. La llevamos a urgencias y tras analizar una muestra y ver que no tenía ninguna infección, me recomendaron quitar la leche, la ternera y la soja, pues la intolerancia es a la proteína de vaca y no a la lactosa. Como os decía, a los poco días desaparecieron los cólicos y los gases y los reflujos fueron remitiendo poco a poco.
Pero no creáis, que la lista de cosas que hemos pasado sigue...algunos bebés sufren disquecia, que consiste en que pueden pasar varios días sin hacer caca debido a varios factores; uno es que la leche materna deja pocos residuos pues se aprovecha todo y otro es que algunos bebés cuando quieren hacer caca aprietan para expulsar las heces, pero no son capaces de relajar el esfínter, por lo que por mucho que aprieten, la caca no sale. África llegó a estar 4 días sin hacer caca y no sabéis de nuevo, la alegría que nos daba cada vez que la hacía. Por suerte, duró unas semanas, aunque se hicieron interminables (desapareció también junto a los cólicos).
A partir del segundo mes empezó a ir todo bien: cesaron los cólicos, los gases, la disquecia...pero un par de semanas antes de cumplir tres meses empezó estar muy irritable a la hora que le tocaba dormir la siesta. Al principio lo achaqué a un cambio de rutinas, pues empezó una semana que salimos varios días por la mañana y en lugar de ir andando (ella suele dormir en el cuco) me moví en metro y no le daba tiempo a dormirse. Pero una vez vuelta a la la rutina los llantos siguieron; como sospechaba que las siestas tenían algo que ver, empecé a echar cuentas y coincidió que estaba durmiendo muchas menos horas que las semanas anteriores. A esto se juntó un cambio en las tomas; antes de empezar a estar irritable estuvo unos días muy demandante, hubo incluso una noche que se la pasó entera al pecho (por suerte dominamos la postura de las dos tumbadas y así las noches que está más inquieta yo descanso jejeje). Yo empecé a agobiarme un poco, porque además de repente, el pecho parecía haberse quedado vacío, como si no hubiera leche (aunque me tranquilizaba comprobar que seguía saliendo apretando un poco y viendo que la niña aumentaba de pecho incluso más que las semanas anteriores). Tras unos días así, su actitud cambió; pasó de estar durmiendo tardes enteras a, como os había dicho antes, estar irritable, muchas horas despiertas y hacer tomas muy cortas e incluso enfadándose al ponerse al pecho. Por suerte, una amiga me había avisado de la crisis de los tres meses y había leído bastante sobre ella (os recomiendo la página de Alba lactancia donde explican las diferentes crisis muy bien), así que, aunque agobiados, fuimos aguantando los días y al final, igual que vino la crisis, se fue. Fueron algo más de dos semanas y os aseguro que fueron terribles porque no sabes si sólo es la crisis o si la puede estar doliendo algo. Nosotros hasta nos planteamos darle algún biberón por si era hambre (de momento no la queremos dar fórmula porque solo puede tomar leche hidrolizada por la intolerancia y dicen que sabe bastante mal, así que prefiero evitar dársela todo lo posible), pero al final aguantamos y ahora seguimos con la lactancia materna exclusiva sin problema (hasta me estoy sacando leche por las mañanas para guardarla para algunos días que no voy a estar con ella un rato) y vuelve a dormir varias siestas a lo largo del día, aunque cada vez menos horas, acordé a su edad.
Bueno, y a pesar de toooodo lo que hemos pasado, también ha habido muchos momentos muy buenos y que al final hacen olvidar lo malo (de hecho me ha costado un poco recordar algunas cosas). Y dentro de lo malo, quitando la intolerancia lo demás son cosas que pasan muchos bebés sanos. Y por suerte, África sigue durmiendo casi la noche entera del tirón y aunque alguna noche es mala, lo normal es que duerma entre seis y ocho horas, así que tampoco me voy a quejar mucho
Las que me leéis y tenéis hijos, ¿Habéis pasado alguna de estas cosas o habéis sido de las afortunadas que no?