Mi hija no quiere hacer pis. Bueno, afortunadamente ya si. Pero por si alguna vez os encontráis, espero sinceramente que no, con este problema,ahí va nuestra experiencia.
A finales de Junio decidimos que a la vuelta de la playa empezaríamos la operación pañal famosa. Sin prisa y conscientes de que la niña si daba señales de estar preparada. Aunque no era muy fan del orinal si se sentaba, le encantaban sus braguitas, se quitaba el pañal… Después de haber leído mil y un post sobre retirada respetuosa de pañal, creía estar de vuelta de todo.
Pero no.
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Total que como había que hacerlo (empieza el cole en septiembre) nos lanzamos a ello. Cartelitos, orinal nuevo, sellos de recompensa, pegatinas…
Todo el arsenal que con su hermano nos había funcionado a las mil maravillas.
Al principio, comenzó normal, algún pis en orinal y muchas veces en el suelo. Pero de día en día resultó que cada vez se aguantaba más. Y entonces cuando por fin se le escapaba había que cambiarla de pies a cabeza y sacar la fregona claro. Pero tampoco importaba.
Hasta que lo que eran 4 horas, pasó a ser 6, 8…
No mojaba el pañal por la noche.
Y un sábado habían pasado 24 horas y la llevamos a urgencias.
Tras descartar cualquier tipo de problema físico tuvieron que sondarla y bueno, imaginaos. Los doctores nos explicaron que al tener tanto pipí retenido era tal la presión que se producía una especie de bloqueo físico que ya le impedía la expulsión normal. Y que ya habían tenido más casos.
Yo no lo había oído en mi vida. Casos con la caca algunos pero esta radicalidad de no querer hacer pis, pues no. Creímos que, tras la experiencia, mejoraría. Por supuesto dimos marcha atrás y llevaba pañal.
Pero nada. Vuelta a la pediatra. Su consejo fue que cada tres horas o así la metiésemos en una bañera de agua templada, para que el cuerpo no “aguantase” y tuviera que hacer pis. Al principio funcionaba, se ponía muy nerviosa cuando le entraban ganas y nos hacía sacarla para hacerlo en el orinal. Pero pasados los días se “acostumbró” y como encima estamos en verano pues estaba tan a gusto en la bañera que se podía tirar toda la tarde aguantando hasta que no pudiera más.
El estar a remojo cada pocas horas, como imagináis, es un poco insostenible en un ritmo de vida normal. Pero es que además, ya no era tan efectivo. Así que una tarde me planté, después de saber que llevaba otra vez casi 8 horas sin mojar ni gota. Y la senté en el váter. Sin escalón. Y yo a su lado. Obviamente no le gustó nada, pero de ahí no podía escapar. Durante todo ese tiempo yo estaba bastante asustada, porque pensaba: o lo consigo o lo mismo la traumatizo para toda la vida.
Pero es que ya era insostenible.
Nuestra vida llevaba semanas girando.
Me acojonaba algún tipo de infección derivada de tanta retención o problemas más graves. La angustia de ver pasar las horas y que ella se negara a pesar de ver que tenía ganas de hacerlo, nos volvía locos.
No sé el tiempo que estuvimos así, ella sentada en su trono, y yo en el suelo a su lado.
De vez en cuando abría el grifo.
Y sucedió.
Lo hizo.
Al principio lloriqueando, como si hubiese cedido en su lucha. Por supuesto aquello fue una fiesta de bailes, besos, sellos y de todo a nivel familiar.
Se le pasó un poco el disgusto.
A partir de ahí la sentaba igual cada pocas horas, y los primeros días protestaba. Luego ya no.
Cada vez tardaba menos en hacer el pipí y ya no hacía falta el grifo.
A día de hoy, pide el pipí un montón de veces. Le encanta ir a hacer pipí. A veces hace y otras no. Y moja el pañal por la noche. Lo normal.
Así que ya veis que este no es un post típico de “tips” para dejar el pañal, si no de un problemón que nos sobrevino sin esperarlo. A veces lees post o artículos y todo parece muy fácil. En nuestro caso la experiencia con Piticli fue así. Fácil.
Nunca pensé que tendríamos este tipo de problemas. Me confié porque con el mayor fue muy sencillo. Pero es que resulta que somos primerizas cada vez que parimos, porque cada niño es muy diferente. Y nos lo demuestran cada día.
Desde aquí mandar mi ánimo a todos aquellos que estén atravesando ahora por algún problema similar. Y a la angustia de ver que nada funcione se suma toda la ristra de consejos, opiniones y críticas de quienes lo ven desde fuera y juzgan u opinan sin saber. A veces con buena fe. Otras no tanto.
Lo conseguiréis.
Imagen de portada perteneciente a monspetits.com