Casi sin enterarme, pasé de querer hacerme invisible a ser yo la señora hacia la que mis amigas madres empujaban a sus hijos, seguro que también con buena intención. Anticipándome a sus caras de disgusto, intentaba decirles que los niños no tenían por qué besar a una mujer a la que apenas conocían, y que encima les estaba robando la atención de sus mamás. Además de por mi propia experiencia, lo hacía porque siempre he tenido terror al rechazo, y los pequeños no son precisamente diplomáticos para disimularlo cuando lo sienten.
Aunque a veces aún no me lo creo, hoy soy yo la mamá, y cada día afronto con ilusión y dudas la apasionante y difícil tarea de acompañar a mi niña en sus primeros pasos en este mundo. Muchas veces no sé si lo que hago es lo mejor; es más, me he resignado ya a dejar en el camino un reguero de errores. Mis decisiones se guían también por la mejor intención, pero eso no significa que Inés tenga que besar a nadie si no lo desea, al menos así me lo he propuesto, no sé si con acierto.
Y eso me incluye a mí. Aunque confieso que a veces no puedo reprimirme y ‘achucho’ muy fuerte a mi pequeña, que es lo más besable que he encontrado jamás. Ella se ríe mientras me llena la cara de babas. Nada podría hacerme más feliz.
Este post está inspirado en #besoslibres, una iniciativa de BeaMamádeDos. En ella participan también Marta, Mamadedos Taller de besos, 0 o 0 Burbujita, tú y yo 0 o 0, Merak Luna. Ciclogenesis implosiva, LAPAREJITA DE GOLPE, La libreta de Amaya, La Mama Vaca, Mamá Adanyl, som 6 cranks, Mamá es bloguera, La aventura de ser mami, Diario de Una Maternidad Y un Lazo Rosa, La invasión twin, La mama fa el que pot y Lai – Asi piensa una mamá