Existe una ancestral oposición entre el trabajo manual y el intelectual. Una oposición que ostenta serios fundamentos, aunque ninguno de ellos me convence totalmente. A mí me gusta crear con las manos y pensar. En el momento en el que pinto la maceta de barro para hacer un centro de mesa para Baby Shower puedo elegir: sumergirme en la nada siguiendo el trazo del pincel o seguir la línea del pensamiento permitiendo que la mano lleve su propio ritmo pintor. No te voy a mentir. En ocasiones la mano se suspende por segundos siguiendo el trayecto de la idea. En otras, la mano se desmadra y pinta uñas y dedos (bendita sea la pintura al agua que sale con solo lavarse las manos) Sin embargo, cuando estoy creando algo que tiene sentido para quien lo recibe, aunque sea un objeto nimio -simplemente un detalle estético- mano y mente se unen.
Entonces, mente y mano son capaces de proyectarse más allá de la estética para re-significar el objeto. Un centro de mesa para Baby shower no solo es un objeto decorativo anecdótico. Tan simple y sencillo como se observa en las imágenes, es el símbolo de una etapa que comienza y va a cambiar -para siempre- la vida de la mujer que celebra. En ella, que será madre, mente y mano van a conformar una dupla que actúa en delicada armonía. La mano que acaricia mientras cuenta esos relatos primitivos que tienen su origen en las zonas grises de nuestro cerebro. Esas que todavía no se entienden lo suficiente como para afirmar que mente y mano pueden ser una misma cosa. Y crear creyendo.
Como notarás, mi centro de mesa es simple y económico: una maceta, algo de musgo, un palito de brochette y una copia impresa. Después llega la infinita paciencia de cortar cada copia para que se transforme en una imagen prolijamente troquelada. Pero ése...es otro tema. Este centro de mesa es sencillo pero no es apto para las ansiosas de la tijera. Y si te da curiosidad saber por qué necesito un palito de brochette entre los materiales de elaboración... Mirar con atención la imagen resuelve tus dudas: es la forma en que podemos darle estructura a la imagen (funciona como esqueleto rudimentario) mientras la sombrilla adquiere un mango de madera. Exageradamente fácil de hacer, como para que mano y mente trabajen juntas.
Con algo más de trabajo llega el cartel de bienvenida y se completa el proyecto conjunto de la mano inquieta y la mente desmesurada. Una mente que encontró en la creación manual una forma de quietud inaccesible en otras actividades de la vida. Ponele que podría ponerme en posición de la flor de loto y meditar pero, entre la artrosis de rodilla y la incapacidad de mantenerme quieta y en silencio forzado por más de medio minuto... decidí que crear con las manos es mi forma de meditación. Mientras pinto y recorto sin apuro llegan desde los lugares más recónditos de la mente desmesurada esas ideas, que se transforman en proyectos y más tarde en emprendimientos con sentido y sentimiento.
Me imagino que vos también conocerás esos momentos mágicos de conexión mano-mente, por eso participás religiosamente de los finde frugales de Marce. Si además sos de las que ovilla planes e imaginaciones sobre cómo creer, crear y servir, seguramente te suscribiste al Curso Blogueras Pro porque tenés aspiraciones y querés que tus textos expresen ese mundo de imaginaciones que todavía no lográs transformar en palabras. Feliz fin de semana, que disfrutes tu descanso y ¿nos encontramos el lunes?