Así que, sacando ratos de las noches, me puse manos a la obra con unos lacitos y unos nidos de pasta de colores. Los lacitos es lo que más cuesta, porque es difícil coserles el centro para que queden bien, pero lo más agradecido, porque son muy parecidos a los de pasta, a pesar de que es complicado que los picos de los extremos queden regulares.
Después, estaba claro que teníamos que seguir con un segundo plato, un huevo frito con champiñones laminados (que son los que más me gusta cómo han quedado) El nene no entiende muy bien lo del huevo frito y mientras cocina está obsesionado con arrancar la yema de la clara, que va cosida, claro.
Realmente nada está tan ordenado como en las fotos, el huevo y la fresa se suelen terminar juntos en la sartén. ¿Os animás a probar a hacer estas comidas de fieltro tan sencillas?
Le he preparado también una fresa con su rabito y todo para postre, porque es la comida preferida de mi hijo. Las pepitas van cosidas y las hojitas también, porque si no, ya estarían de nuevo desperdigadas por el suelo de casa. Me gustaría haberle puesto algodón de relleno pero me emocioné con el resultado y lo cosí deprisa para ver cómo quedaba.
Y como un juego de cacerolas y sus comidas no pintan nada a solas, os dejo un enlace con una selección de cocinitas hechas en casa (de cartón, madera y algunas muy elaboradas) para coger más ideas. De momento, no sé ni si me atrevería ni con la de cartón.
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