En estos últimos días nos ha tocado enfrentarnos a un hecho que hubiese deseado haber postergado por mucho tiempo, pero la vida es así y el tema de la "muerte"nos ha sorprendido. Obviamente, el piojo es aún pequeño para entender del todo su significado, sus muñecos mueren y, resucitan en sus juegos, por lo tanto, la tristeza es relativa.
Yo no podía hablarle de la "muerte" como la "llegada a la vida eterna". No soy creyente y no puedo dar una explicación en la que no creo. No estaba segura de cómo hablar del tema, de cómo enfocarlo y , al final, surgió sin más...
-Mamá, ¿ A quién le escribes? -me preguntó el piojo ya mosqueado con tanta llamada y mensaje.
-A la mamá de Cruz. -contesto. Para los que habitualmente me leen decir que Cruz es la "princesa Crucilda" de mis cuentos, la "amiga para toda la vida" del piojo.
-Ah, hoy Cruz está con su mamá. ¿Hoy no está con su papá?
Tomo aire, saco valor,me trago las lágrimas y le digo:
-Ven, siéntate aquí. Cariño, ahora Cruz siempre va a estar con su mamá. Ya no va a estar una semana con su papá y otra con su mamá.
- ¿Por qué?
-¿Verdad que papá y mamá están hoy tristes?
-Sí.
-Es porque ya no vamos a ver nunca más al papá de Cruz.
-¿Por qué?- pregunta empezando a mosquearse.
-Porque ha tenido un accidente.
-¿Pero se ha hecho mucha pupa?
-Sí, cielo, ya no va a volver a abrir los ojos.
-¡Eso es injusto yo lo quería!- dice medio lloroso.
-Todos lo queríamos, cariño.
-Mamá, ¡Morirse está muy mal!
Y ahí me sorprendió. Yo no había querido usar el verbo en cuestión y él lo metió en la conversación de la manera más natural.
Besitos Avainillados