La respuesta a esta pregunta es diferente para cada caso. Algunas mujeres pueden decidir detener los tratamientos cuando sus médicos les dicen que conseguir el embarazo no será fácil. Otras deciden pararlos por motivos económicos, mientras que otras mujeres deciden dejar los tratamientos por una carga emocional difícil de soportar.
Sea cual sea la razón, la decisión de detener el tratamiento es una decisión muy difícil de tomar. Se puede dudar de la decisión, o preguntarse si con otro médico o clínica sería posible o bien si sólo necesita descansar un poco.
Después de la infertilidad, ¿qué sucede?
No hay ni buenas ni malas razones para detener un tratamiento, sino decisiones que llevan a ello. Los expertos dicen que hay motivos más o menos justificados. Algunos de los motivos que justificarían abandonar un tratamiento pueden ser:
Temas económicos: Se puede llegar al punto de que, por motivos económicos, la pareja no puede afrontar nuevos tratamientos por su elevado coste.
Problemas emocionales: Es fácil entender que la mujer que se está sometiendo a dichos tratamientos puede no pasar por un buen estado anímico.
Problemas físicos: Los tratamientos, a veces, pueden ocasionar problemas físicos; hiperestimulación ovárica, problemas de salud, etc… Será el médico quien mejor oriente sobre la conveniencia o no de detener el tratamiento.
Las malas razones, por otra parte, suelen surgir más espontáneamente e impulsivamente. Las prisas, a veces, puede llevarnos a buscar soluciones milagrosas a corto plazo en lugar de pensar en el largo plazo. A medida que se van realizando los distintos tratamientos, es probable que la pareja replantee sus prioridades y opciones, volviendo a analizar las metas y las necesidades.
Llegados a este punto, si deja de tratamiento, ¿se está dispuesto a realizar tratamientos con donantes, optar por la adopción o plantearse no tener hijos?
Factores a considerar antes de detener el tratamiento
Una forma de madurar nuestra decisión es imaginarse de aquí a 5, 10 o 30 años y preguntarse: “¿Me alegraré de que me haya detenido ahora o me arrepentiré de haberlo parado?“. La respuesta es diferente para todos y nadie puede dar con la respuesta correcta.
Sin embargo, si la decisión se toma de forma apresurada, es posible que tenga más probabilidades de lamentar esa decisión en un futuro.
Los expertos recomiendan tener un plan mientras se realizan los tratamientos. Un plan que deberíamos intentar ser lo más precisos posibles y afrontar las decisiones que de ella se desprenden:
¿Cuántos intentos de cada opción de tratamiento estoy dispuesto a probar?
¿Hay algún tratamiento con el que no me sienta cómodo?
¿Cuáles son mis prioridades y metas para el tratamiento?
¿Hay un límite en cuanto a dinero?
¿Cuánto tiempo (meses o años) estoy dispuesto a emplear para lograr el objetivo?
Este plan puede ayudarte a ti y a tu pareja a tomar decisiones o dar respuesta acerca de si el fin está cerca. Deberás ir actualizando o adaptando tu plan a medida que vayas avanzando y dejar que tu plan evolucione. Incluso puedes decidir tomarte un descanso durante el tratamiento, retomarlo más tarde o saltar de nuevo en un momento posterior.
Si decides continuar si hijos, porqué no replantearse intentarlo otra vez después de algunos meses o años. Nadie debe juzgarte o condenarte por cambiar tu plan. El plan no tiene que ser escrito sobre piedra, aunque si es sólido puede ayudarte en momentos complicados. Si cambias de plan, evita decisiones impulsivas.
La decisión de finalizar los tratamientos
Si finalmente decides detener los tratamientos por completo, puedes optar por señalarlo de una manera especial. Realizar unas vacaciones para marcar el final de su viaje de fertilidad. Esta decisión es tuya, y es importante. No te precipites pero tampoco lo alargues innecesariamente. A veces, merece la pena pasar página y disfrutar de la vida tal y como la tenemos.
.
Fuente: este post proviene de Quiero Ser Mama, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
