Cuando me subieron a planta de la cesárea, y me trajeron a mi hija, recuerdo que la miré a la cara y sólo sentí ganas de llorar sin parar. Nadie, ni yo misma, lo vimos raro puesto que es algo "normal" en estos casos.
Estás emocionada porque lo que llevas esperando durante 9 meses está contigo. Ya dejas de imaginar cómo sería, y le pones cara y expresión. Era un sentimiento de felicidad y a la vez de extrañeza, de sentir algo que nunca antes habías sentido...Lo difícil se vuelve cuando pasadas unas horas, e incluso al día siguiente, seguía con esas mismas ganas de llorar.
Al principio sólo se me venía a la cabeza que era muy pequeña, y que si la dejaba sola en un rincón se moriría. Y pensar que ella dependía totalmente de otra persona, me daba un exceso de responsabilidad, que me abrumaba. Recuerdo que no paraba de decirle a mi madre: "si la dejo sola en un rincón se morirá"... Y la miraba y seguía llorando.
Las enfermeras me decían que era normal, que después de una cesárea tan complicada como fué la mía, el cuerpo sufre un bajón de hormonas que afectan emocionalmente. Pero yo sabía que no, porque en la misma planta del hospital había otra chica con una cesárea, incluso más dolorosa que la mía, y la veía al final del pasillo riéndose con las visitas, y feliz con su bebé. Algo me estaba pasando a mí que no alcanzaba a entender. - ¿Sería que no la quería?. Este pensamiento me venía incesantemente a la cabeza. Tal vez intentando justificar mi estado de ánimo. Pero rápidamente me hacía llorar más porque me daba cuenta, que sin conocerla de nada, ya la quería más que a nada en esta vida, y que estaría dispuesta a todo lo que fuera por protegerla. Recuerdo que con los días fuí cogiendo más seguridad, y el saber que estaba rodeada de enfermeras y pediatras, que en cualquier momento vendrían si pasaba algo, fué poco a poco quitándome esa desazón que tenía por dentro. Pero el tiempo pasaba, y al cuarto día, me comunicaron que me darían el alta. A mí se me vino el mundo encima. -!Dios no voy a ser capaz!. -¡Allí no tendré un médico cerca por si pasa algo!. Y denuevo esa inseguridad me atormentaba. La niña se puso un poco amarilla, no lo suficiente para retenerla en el hospital, pero el médico me vió tan mal, que decidió dejarla dos días en observación. Ahora, en la distancia, sé que lo hizo por mí, más que por ella.
Pasados estos días escuché, sentada desde mi cama, cómo tras el mostrador de enfermeras que quedaba frente a mi habitación, el pediatra les decía a las chicas: - "si a esta paciente no le damos el alta pronto, nunca afrontará que ha sido madre". Recuerdo que me temblaron las piernas, suerte que estaba sentada. Lo cierto era que no había vuelta atrás, tenía que ser fuerte y hacer que mi pequeña se sintiera orgullosa de la madre que tenía y ese mismo día recibí el alta.
Una vez en casa, el sentimiento de que le podía pasar algo malo se fué quitando, pero la inseguridad de cómo cuidarla, duró algo más.Pero pasaban los días y veía que dormía bien. La bañaba y vestia sin problemas. No necesitaba un médico a mi lado. Todo ésto me hacía sentir segura, y esas ganas de llorar fueron desapareciendo, y dando paso a una felicidad inmensa, y unas ganas enormes de enseñarle y ayudarla a crecer como persona, y a abrirle paso en la vida.
Creo que lo que nos pasa cuando vamos a dar a luz, es que nadie antes te prepara de verdad. Vás a la preparación preparto y te dicen cómo limpiarlos, cómo hacer respiraciones para el parto, que "es un ratillo malo", pero que para el segundo no te acuerdas....y un montón de cosas que te dás cuenta que a la hora de la verdad, no te ayudan.
A mí, hoy por hoy, me hubiera gustado que me hubieran dicho antes de ir al hospital que iba a tener dolores como si me estuvieran rajando la barriga, porque así, la mente la tendría tan preparada, que no me dolería tanto. Me hubiera gustado que me dijeran que cuando te lo dán es tu total responsabilidad. Que si la dejas en una habitación sola, sin darle de comer o acordarte de taparla, cuando vuelvas a las dos horas, probablemente, se habrá muerto. Que depende cien por cien de tí. Porque creo que habría desarrollado un sentimiento de resonsabilidad poco a poco para recibirla, y no de golpe y porrazo cuando te la suben a tu habitación....
A cualquier persona que tenga depresión postparto, yo le diría, que lo único que le pasa, aunque cada una lo manifiesta de una forma, es que cree y siente que no será capaz, ¡no hay otra!. En cuanto asuma que está para cuidarla y protegerla, pero que es capaz de hacerlo, automáticamente, ese sentimento desaparecerá.
Para ello, también es muy importante el apoyo de tu pareja. Mi marido me entendió desde el principio y tuve todo su apoyo. Sin él, y sin mi familia, que estuvo a mi lado en todo momento, nada hubiera sido lo mismo. En la actualidad mi hija tiene ya dos años, y será una mujer fuerte e inteligente. Les ayudamos a tomar impulso en la vida, pero sólo ellos pueden recorrer su camino.