Descubre cómo vivir y educar en empatía para que tus hijos se conviertan en personas completas y felices, que saben cómo hacer felices a los demás.
Para empezar, ¿qué es la empatía? La rae lo define como el sentimiento de identificación con algo o alguien; o como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Es decir, empatía es ponerse en el lugar del otro.
El caso es que parece que la empatía se está perdiendo cada vez más. Y no sólo en la infancia, con casos apabullantes de bullying y ciberacoso, si no también en los adultos, quienes convivimos cada vez peor, somos más agresivos y estamos más estresados. La empatía es un sentimiento, o una capacidad para sentir, que está muy proximo al civismo, al saber estar, a la buena educación, al respeto por los demás… ¿Hace cuánto os ha sorprendido alguien por la calle por ser muy amable o de gran ayuda?
Los adultos debemos hacer un esfuerzo para pararnos a pensar qué consecuencias tiene lo que hacemos para con los demás. Se me ocurren algunos ejemplos del día a día: aparcar en doble fila, colarse en las filas, agresividad generalizada al volante, apatía, individualismo… Se nos ha olvidado que el tiempo de los demás también es importante, y que no sólo el nuestro rige el mundo. Si bien es cierto que el estrés no ayuda, sí podría ayudar el mero hecho de pensar que, dejando mal el coche, generamos atasco para los demás; que nuestra libertad empieza donde acaba la de los otros, y que todo tiene un efecto (malo o bueno), no sólo en los demás, si no en nosotros mismos.
Con respecto a los niños, está claro que en los adultos encuentran el mejor ejemplo, pero: ¿qué es educar en empatía? Para empezar, nuestros hijos (o alumnos) deben de saber que nos preocupa cómo se sienten y porqué, que nos preocupamos por hacerles sentir mejor cuando están enfadados o frustrados, y que sus necesidades nos parecen importantes siempre (aunque no por ello alcanzables siempre, claro está). Educar en empatía no es enseñarles a decir un robótico y vacío: “lo siento” cuando cometen errores con otros. Los niños no se sienten verdaderamente arrepentidos cuando han pegado a un niño para conseguir el juguete que querían. Decir “lo siento” cuando probablemente lo que se sienten es triunfales, es enseñarles a mentir y a utilizar la disculpa como un modo fácil de salir airosos de cualquier mala cosa que hagan.
Educar en empatía es enseñarles a preguntarle al niño al que han pisado, quitado un juguete o empujado: “estás bien?” Y a continuación, ofrecerles una solución (“¿te ayudo a construir la torre de bloques de nuevo?” “¿te traigo agua?”) o preguntarles directamente: “¿qué puedo hacer para que te sientas mejor?” Da igual que el niño sea mayor o menor o incluso adulto, si es niño o niña, si es conocido o desconocido. Lo importante es que sean capaces de crear una solución (propia, no impuesta) ante un conflicto. Educar en empatía es, por tanto, educar en igualdad, en respeto y en valores que ellos mismos decidirán y valorarán.
Con la sociedad infantil y el tema que tanto nos preocupa como es el bullying, educar a nuestros hijos a ponerse en el lugar de otros es crucial. El bully, por definición, es una persona que carece por completo de empatía, que no se para a pensar cómo se siente el niño que está enfrente. El bully ve debilidad y muchas veces proyecta sus propios problemas y frustraciones en la víctima. El abusón recibe una satisfacción a corto plazo al sentirse superior. Por otro lado, la víctima del bullying no ve salida porque en muchos casos no comprende cuál es el problema (porque, obviamente, el problema no está en él).
Extrapolando el problema del acoso, podríamos decir que muchos de los problemas de nuestra sociedad adulta, se “curarían” si las generaciones venideras estuvieran educadas en empatía y resolución de conflictos por vías pacificas (échale un vistazo al post acerca de la mediación).
Como consejo final, para padres, profesores y compañeros de niños que sufren bullying: levantarles la moral y NUNCA CALLARSE ANTE EL BULLY (él es el que lo está haciendo mal, el que debería sentirse solo).