Hoy en TUMINIYO recibimos la “visita” de Coaching Club, centro pionero en España de terapias grupales. Estos profesionales han analizado la situación y el aumento de las terapias relacionadas con el preocupante ascenso de los botellones realizados por niños y adolescentes de entre 12 y 16 años antes de las fiestas y vacaciones de Navidad.
En ocasiones, los padres nos preguntamos con perplejidad y angustia por qué beben nuestros hijos menores de edad. Y no encontramos una respuesta precisa y concluyente. Lo cierto es que las razones para la ingesta alcohólica de los adolescentes no difieren de las que encontraríamos para justificar la misma en los adultos. Existe una fundamental: no es tanto el placer propio de su sabor y degustación como el derivado de sus efectos.
Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta y Directora de Coaching Club nos lo explica. Los adolescentes ven en el alcohol un billete en primera clase a la desinhibición, a la osadía, a la distensión; en suma a la libertad sin barreras, lo cual constituye toda una fascinante tentación.
La diferencia estriba en que los adultos, aunque no todos, suelen tener la capacidad suficiente para manejar el consumo. Aplican una mesura y un autocontrol de los que los menores carecen por completo. En esas tempranas edades uno tiene la sensación de invulnerabilidad, de impunidad y hasta de omnisciencia; en suma, de poder absoluto.
¿Por qué los adultos no logran evitar que los jóvenes se autodestruyan bebiendo?
Según Verónica Rodríguez Orellana hay varias respuestas posibles:
Porque creen que enfrentar de cara y con contundencia la situación estableciendo unas normas claras y rotundas equivale a adoctrinar. Por eso se retraen para no ser tomados y conceptuados como unos “carcas.
Porque no saben tratar con los menores cuando estos empiezan a hacerse mayorcitos. Tal vez porque tampoco encontraron para sí mismos las respuestas que los adolescentes están buscando. Quizás también porque son tan diferentes a como ellos eran a su edad que la desubicación les impide ponerse en su lugar.
Porque no suponen un modelo a seguir para sus hijos, toda vez que también ellos se exceden en la bebida, siendo los menores testigos presenciales de tal actuación.
¿Qué efecto tiene el alcohol en niños pequeños como droga?
Como todas las drogas, el alcohol tiene un efecto diverso y variable sobre la personalidad y no solo sobre el organismo. Hay quien se pone eufórico, hay quien se marea, hay quien siente mucho sueño. Hay quien se pone divertido y se acerca a la persona que le gusta; también hay quien, por contra, se pone agresivo y se pelea hasta con los amigos a los que más quiere.
La sensación más inmediata y perceptible es la de la desinhibición: convierte en livianas situaciones previamente complicadas de afrontar y sociabiliza en grado extremo al bebedor. Observado así, parece que el consumo pudiera ser evaluado positivamente en el caso de personas sometidas a exigencias elevadas, pero no cabe duda de que requiere un control estricto de la dosis ingerida, explica la directora de Coaching Club.
¿Por qué algunos niños llegan al coma alcohólico y otros no?
Podemos pensar que hay razones circunstanciales inmanejables. Pero también es cierto y comprobable que los adolescentes que no saben cuidarse son por lo general los que no están siendo bien queridos. Es decir, los que no sienten el contacto, la cercanía, la intimidad con adultos comprensivos y maduros
Los niños que corren más peligros son, en consecuencia, los que no tienen adultos emotivamente cercanos que los ayuden a entenderse y a entender el mundo siempre complejo con el que los humanos tenemos que enfrentarnos, explica Rodríguez Orellana.
La directora de Coaching Club propone soluciones para este problema que afecta a todos los padres. La mejor manera de ayudar a un adolescente a superar las dificultades que plantea el alcohol es hablar con él.
Nada puede salvar a los niños de los peligros del mundo, pero la intimidad bien vivida con adultos es lo más parecido a un poder protector que los acompañará siempre.
¿Cómo hacer entonces para resolver el problema?
Además de las restricciones de venta a los menores de edad, es preciso incrementar los controles estrictos. Pero estas medidas no son la solución completa.
Para poder cuidar a los niños de los peligros de una ingesta excesiva o de un hábito temprano es necesario:
Entender por qué el efecto del alcohol es tan perseguido.
Facilitar información realista acerca de los peligros. Enseñar a beber por si llegara a producirse la incitación: no mezcles, no conduzcas, toma mucho agua, para a tiempo, negarse no es de persona débil, sino todo lo contrario.
Ayudarlos a mejorar el control respecto de sus acciones. Colaborar y participar en su proceso de maduración. Tratar no solo el tema del alcohol sino todas y cada una de las cuestiones que les preocupan.
Fomentar el desarrollo de su sentido de la responsabilidad mediante una toma de conciencia de sus verdaderos deseos y necesidades. La insistencia en el deber nunca resultó un procedimiento ni efectivo ni eficaz.
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