En esta oportunidad hablamos con Victoria Jimenez Cáceres, psicóloga
¿Cuál es la edad de inicio en el consumo de alcohol en los jóvenes?
En el último estudio realizado por el Observatorio Español de las drogas y las adicciones, correspondiente al 2017, la edad media de inicio de consumo de alcohol es de 16 años, sin embargo su muestra abarca desde los 16 a los 64 años siendo las poblaciones de mayor edad la que mantienen la media algo más alta, porque en los estudios con población de 12 a 20 años la edad de consumo recogida en el 2016 en estudios del Plan Nacional sobre drogas la situaba en 13,8, que evidentemente supone que hay menores que inician su consumo entre 11 y 12 años.
Los últimos datos apuntan a que la edad se sitúa, ya, por encima de los 14, considerando como positivas y eficaces ciertas medidas de tipo preventivo tales como como la información en los institutos y una mayor sensibilización social, junto a medidas de tipo legales, como multas a los comercios por la venta de alcohol a menores.
¿Cuáles son las fechas del año más propicias al inicio del consumo?
Desde mi punto de vista no existen fechas más propicias “per se” sino hechos o acontecimientos que facilitan el consumo y que van unidos a la llegada de festividades diversas, fiestas patronales y eventos o acontecimientos sociales.
Si consideramos que éstos son más frecuentes en temporadas como finales de primavera, verano y principios de otoño se podría concluir que es la época de inicio y final estival como más propicias.
Como un aspecto más que notable indicar que los datos indican que el primer consumo se realiza en el entorno familiar con “invitación” parental que ofrece en acontecimientos familiares tales como fiestas navideñas, cumpleaños, u otros festejos, un primer brindis con alcohol por el cual consideran “no pasa nada”.
Sin embargo, es la primera asociación del triángulo fiesta, diversión y alcohol que realizan los menores y que lo convierte en un hábito social.
¿Qué motiva a los adolescentes a iniciarse en el consumo de alcohol?
Los motivos y las causas no pueden ser valorados única y solamente desde el propio adolescente.
Siempre se habla de la complejidad del comportamiento y de la psique humana, lógico, porque las variables e influencias que en él intervienen tiene un carácter multifactorial.
A modo de síntesis general es imprescindible considerar tres ámbitos el personal, el familiar y el social, entorno más cercano y sociedad; y en todos ellos una banalización del consumo y efectos del alcohol.
A nivel social, y aun reconociendo la sensibilización que actualmente está adquiriendo el tema, el alcohol no sólo se acepta como natural, sino que está totalmente integrado en el entorno.
Cualquier celebración, incluso una cumbre entre políticos conlleva un brindis y consumo de alcohol.
En todas las culturas, la celebración de eventos (bodas, mayorías de edad, bautizos, puestas de largo, et.) va acompañado de alcohol.
Cualquier fiesta de pueblo ciudad o barriada supone la venta y consumo de grandes cantidades de alcohol que pueden acompañar o no comida.
Se abren especialmente chiringuitos cuyas estrellas máximas son mojitos, sangrías, “litronas” de cerveza, vino o combinados distintos.
Desde los principios de las sociedades comerciales el alcohol era un bien de intercambio y objeto de venta y consumo. El comercio económico generado en torno a él es fuente de ingresos de muchas y variadas formas.
Eso ha permitido que el acceso a la compra de alcohol y su consumo no sólo no se vetaba, sino que se fomentaba con publicidad en cualquier medio de comunicación.
Afortunadamente hoy existe ciertas restricciones, pero sigue siendo un mercado de negocio amplio.
A nivel familiar es una reiteración de lo expuesto recientemente, pero a escala menor.
¿Alguien puede imaginar una fiesta de Navidad, Fin de Año, evento social, sin vino o brindis y algún familiar algo “cargadito”?
Incluso, aún hoy, se convierte en sinónimo de gran celebración.
Y en este sentido, quiero repetir un dato aportado anteriormente: los estudios recogen que el primer consumo de alcohol entre los jóvenes se realiza en el ámbito familiar con “invitación” parental.
Los padres y familiares cercanos son los primeros modelos en el consumo y asociación del triángulo fiesta, diversión y alcohol.
Por ultimo a nivel individual, la adolescencia es con mucho una de las etapas más difíciles de nuestra existencia.
En la adolescencia y primera juventud se produce una gran desorientación personal. Se producen gran cantidad de cambios físicos, psíquicos y sociales.
Todo provocado por una gran revolución hormonal con evidentes repercusiones en el estado anímico, emocional y conductual.
A nivel físico se pasa de un cuerpo infantil a uno adulto, con las características propias del género, este cambio produce altas dosis de inseguridad que son mayores si su nuevo esquema corporal no se corresponde al 10 pensado o que la cultura y estándares de moda les ha hecho esperar.
A nivel psíquico está sometido o a una crisis de identidad personal, ¿Qué se espera de él? ¿Cómo debe comportarse y demostrar que ya es independiente?, siente necesidad de independizarse respecto del criterio y normas parentales, pero tampoco tiene unas normas y criterios propios mas alla de oponerse a lo que sus padres propongan. Deseos de libertad pero que tiene miedo o no sabe como afrontar
A nivel social adquieren gran relevancia el grupo de amigos e iguales como agentes socializadores, hoy en día ampliado por todas las redes sociales y el uso de las nuevas tecnologías. Se le demanda incorporación al mundo social y de adultos, pero sin tener herramientas para poder hacerlo. Los años de estudio se han ampliado y tampoco es fácil la incorporación al mundo laboral.
Toda esta “coctelera” de hormonas, cambios, crisis de identidad, miedos e inseguridades y un grupo de amigos tan confundido como él mismo genera un caldo de cultivo donde todo es posible.
Siempre que te lo encuentres delante de modo fácil y se sienta cierto apoyo o alivio a la intensa guerra interior.
Así, el alcohol se convierte entre los jóvenes en un posible aliado para:
Olvidar los problemas relacionados con la adolescencia
Divertirse y salir de marcha con los amigos que le entienden y se sienten apoyados unos a otro en lo que hacen
Calmar el miedo al rechazo por parte del grupo, de quien necesita ser parte. Con el alcohol siente que puede ligar y tener amigos.
Superar la timidez o las dificultades para relacionarse con los demás, más aún con la inseguridad que su cambio físico le produce.
Enmascarar el miedo a la adquisición de responsabilidades.
Divertirse ante la falta de otras alternativas de ocio.
Demostrar que se es capaz de hacer lo mismo que los demás sean chicos o chicas.
¿Qué se puede hacer desde la educación para prevenir el alcoholismo en jóvenes?
El Ministerio de Sanidad ha iniciado, ya hace tiempo, campañas educativas dirigidas a reducir el consumo a través de medios de comunicación con anuncios en prensa y televisión.
En el sistema educativo, todas la Consejería de Educación han fomentado, en mayor o menor medida, iniciativas como charlas, servicios de orientación, formación en valores, etc., horas destinadas a tratar los riesgos, implicaciones y consecuencias del consumo de alcohol entre los jóvenes.
Una prueba de su eficacia se va apreciando en las estadísticas que reflejan un aumento en la edad media de inicio de consumo.
Con toda probabilidad hace más consciente a los jóvenes, pero no termina a corto plazo de evitar los atracones e ingestas masivas en fiestas o quedadas y los casos muy llamativos de consumo excesivo con comas etílicos habituales, como los denominado “binge drinking” consistentes en toman grandes cantidades de alcohol durante un corto periodo de tiempo para rápidamente llegar al estado de embriaguez o borrachera.
¿Por qué, pese a conocer los peligros, se sigue produciendo este consumo tan descontrolado?
No sólo hace falta que conozcan sus consecuencias, sino que es necesario una educación dirigida a tratar la problemática que en los consumidores se produce, su desorientación, su inseguridad personal y emocional, su distanciamiento parental, su desubicación social, etc, ya comentados anteriormente.
A nivel escolar se debería trabajar, además de facilitando información, fomentando que sean ellos los que debatan, hagan exposición de casos, trabajen sus propios factores de riesgo, sus motivaciones y sepan encontrar alternativas conductuales que les satisfagan a nivel emocional.
Proporcionar mecanismos que fomenten asumir actitudes responsables y desarrollar criterios propios para tomar las decisiones adecuadas, en definitiva, ayudarles a salir de su “caos personal” no dirigiendo sino facilitando guías para que ellos se auto-dirijan.
Ellos tienen que trabajar el tema, analizarlo, debatirlo, argumentar y obtener sus conclusiones, elaborar sus razones por las cuales no necesitan beber.
¿Qué pueden hacer los padres y madres de hoy para prevenir el inicio temprano del consumo de alcohol en sus hijos?
De entrada, los padres son el ejemplo y la base principal de aprendizaje para los niños en su primeros y posteriores años.
Deben ser el mejor modelo de consumo responsable, de demostración de que no es necesario beber para divertirse.
Con especial atención a fomentar una relación positiva con sus hijos que reduzca su vulnerabilidad biopsicosocial y favorezca el desarrollo de sus competencias personales y su madurez personal.
La pregunta es: ¿cómo se logra esto?
A través de intervenciones denominadas motivacionales, programas dirigidos a los padres para cambiar las dinámicas familiares negativas, que tengan recursos para manejar las conductas conflictivas de sus hijos, que puedan empatizar, con los sentimientos y miedos de ellos para reconducirlo y mejorar la relación y la comunicación, que haya un implicación eficaz en la vida de sus hijos, guiarles en el aprendizaje, ayudarles en asumir poco a poco las responsabilidades propias de su edad, inculcar valores de dignidad, honestidad y lealtad para con ellos mismos,
De modo concreto, es importante que los padres presenten alternativas, otras modalidades de ocio tales como deportes, desarrollo de hobbies (pintura, música, senderismo, disfrute de lugares nuevos, etc.), actividades culturales diversas, que sean “modelos” de cómo manejar las dificultades, las frustraciones, de toma de decisiones.
Nuestro hijo o hija necesita, no que se le diga lo que tiene que hacer, sino promover que sea capaz `por si mismo de decidir que tiene que hacer.
Nuestro papel es ser guía para por si mismos reflexionar, valorar diversas opciones y argumentos para tomar sus propias decisiones.
Dicho con una imagen, nosotros no acompañamos al botellón a nuestros hijos lo único que se puede hacer es inculcarle “sabiduría personal” para que cuando esté allí tome la decisión más adecuada. Con otra imagen generar en su conciencia un “pepito grillo” que le haga lograr su propia responsabilidad.
Redacción: CMC
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