En esta ocasión hablamos con Esther Blanco y Andrés Calvo, Directores de la Clínica Persum.
¿Cuál es la edad de inicio en el consumo de alcohol en los jóvenes?
Según el OEDA (Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones) la edad de inicio en el consumo de alcohol en España es de 16,6 años. La edad de inicio en el consumo del tabaco es de 16,4 años. En el caso del cannabis es de 18,3 años. La Teoría de las Drogas Gateway o Teoría de la Puerta predice que el consumo de drogas “suaves” como el alcohol, el tabaco y el cannabis puede ser la entrada al consumo de otras drogas “duras” como la cocaína o la heroína.
¿Cuáles son las fechas del año más propicias al inicio del consumo?
El alcohol está en nuestro país asociado principalmente a la diversión. Es una droga admitida socialmente y esto genera que la percepción de riesgo hacia su consumo sea claramente inferior a su potencial dañino.
De ahí que no exista una fecha asociada al consumo sino que éste se encuentra distribuido a lo largo del todo el año.
¿Qué motiva a los adolescentes a iniciarse en el consumo de alcohol?
La adolescencia supone una fase de transición entre la infancia y la adultez. Supone tener que resolver la ambivalencia entre el deseo de autonomía y la pérdida de la protección familiar que caracteriza a la infancia. Este dilema el adolescente lo resuelve de dos formas:
Fomentando un nuevo tejido social común. El adolescente ha de procurarse una nueva “familia”, una comunidad idealizada, una nueva forma de vivir diferente a la forma infantil de relacionarse con el mundo como lo había hecho de la mano de sus padres.
Experimentando con la novedad. El adolescente necesita romper con “lo infantil” experimentando nuevas sensaciones que le ayudan a desarrollar así una identidad saludable. El temor a la dependencia excesiva lleva al adolescente a la búsqueda de lo “peligroso”, a romper con la seguridad que ofrecer el hogar.
Ambas salidas hacia el mundo adulto son normales y deseables para salir airoso de la etapa post-infancia. De cómo resuelva el adolescente esta ambivalencia dependerá la futura salud mental del mismo.
El inicio del consumo del alcohol es el resultado de un manejo inadecuado de dicha ambivalencia.
El alcohol sin duda les ofrece la oportunidad de experimentar con sensaciones novedosas que además se consume como forma de conectar con amigos, una suerte de “pegamento social”.
Ahora bien, si el inicio del consumo se explica colocando al alcohol como un mero instrumento al servicio de un ritual de paso, el mantenimiento del mismo se explica por motivos muy diferentes.
Cada persona siente de forma muy diferente ante el consumo del alcohol.
El alcohol etílico no posee receptores propios en el cerebro como otras drogas, así que ocupa todos los receptores. De ello se deriva la sensación de embriaguez que cada adolescente sentirá de forma muy diferente. Puede acarrear emociones sedantes o euforizantes, agresivas o socializadoras.
Dicho esto, donde en un momento determinado el alcohol empezó siendo una experiencia novedosa que une al grupo social, ahora cada adolescente sentirá los efectos del alcohol de forma muy diferente. Ahora todo depende del individuo y no tanto del alcohol.
El peligro reside finalmente en la utilidad que cada adolescente encuentre en el alcohol, al servicio de qué lo sitúe.
En qué medida el alcohol servirá para la regulación de las emociones dentro de una personalidad aún en formación pero con unos rasgos ya predeterminados.
Un adolescente que ha recibido una educación emocional validante, es decir, ha tenido con sus figuras de apego (padres) un vínculo seguro, poseerá un cerebro integrado capaz de regular emociones de forma reflexiva haciendo buen uso de las partes racionalizadoras (hemisferio izquierdo y prefrontal) y emocionales (hemisferio derecho y sistema límbico). Combinará razón y emoción de forma integrada en una personalidad equilibrada.
El alcohol tiene en el cerebro una función deshinibidora, debilita el funcionamiento de las partes racionalizadoras propiciando la aparición sin inhibición de las emociones e impulsos.
Si el adolescente no ha disfrutado de una educación integradora no será capaz de regular sus emociones de forma reflexiva, tendrá poca regulación/inhibición.
Si a esta inhibición le sumamos más inhibición por el consumo de alcohol entonces tendremos desórdenes emocionales y de conducta como por ejemplo la falta de control del impulso propia de los problemas relacionados con la violencia.
¿Qué se puede hacer desde la educación para prevenir el alcoholismo en jóvenes?
Habitualmente se suele pensar en pautas, consejos de actuación, campañas de concienciación que, tanto padres como instituciones educativas puedan aplicar ante el creciente fenómeno del abuso del alcohol.
No existe una fórmula general de actuación y no podrá existir una respuesta general que abarque al universo juvenil. El alcohol está inmerso en nuestra cultura, disponible con relativa facilidad e inmiscuido en nuestra sociedad.
Se muestra ante nosotros para ser utilizado de forma diferente por cada individuo. Solo a través de estrategias individuales, familiares, llevadas a cabo desde el conocimiento más genuino del individuo se podrá acceder a los motivos que llevan a cada individuo al consumo del alcohol.
Cualquier estrategia a nivel educativo global estará condenada al fracaso si no accede al mundo emocional de cada adolescente.
Cada persona tiene un motivo por el que consume alcohol. El alcohol juega un papel regulador de las emociones, así que solo a través de ellas llegaremos a los significados cognitivo-afectivos a través de los cuales el adolescente construye el mundo.
La educación, las instituciones, solo pueden acercarse al fenómeno de forma superficial para recordar al adolescente la importancia de relacionarse de forma sana con el resto de iguales y no a través del alcohol.
Así como ofrecer alternativas de experimentación con el mundo con experiencias emocionantes pero saludables, que le permitan alejarse del mundo infantil.
¿Qué pueden hacer los padres y madres de hoy para prevenir el inicio temprano del consumo de alcohol en sus hijos?
La tolerancia 0 con cualquier tipo de droga es un recurso manido ineficaz si no conocemos el funcionamiento del cerebro del adolescente.
Hemisferio derecho y hemisferio izquierdo funcionan y responden de forma diferente. El primero es un hemisferio emocional, el segundo racional. Cualquier orden lanzada al hemisferio racional, cualquier intento de domesticar mediante un límite está abocado al fracaso si no tenemos un cerebro integrado.
Todos sabemos las consecuencias del consumo del alcohol, pero su recuerdo no es suficiente.
Un cerebro integrado es aquel que une la experiencia emocional con la racional. Sin una regulación adecuada del mundo emocional del adolescente, ninguna razón será aceptada por él.
Los límites impuestos como única medida llevarán a una distancia entre padres e hijos de difícil solución. La grieta que se abre entre ambos les separará probablemente para siempre. Del manejo de esta situación la relación puede salir gravemente dañada o fuertemente
El acceso con respeto al adolescente, el conocimiento de su mundo interno, la verdadera escucha, llegar a la narrativa del joven, son estrategias imprescindibles para a regulación emocional del adolescente en relación a sus figuras de apego, sus padres.
Las emociones reguladas dejarán entrar a la razón para unirse en un TODO, un cerebro integrado con capacidad para tomar las mejores decisiones. Esas que solo un cerebro UNIDO es capaz a producir. Esas que nos llevan al autocuidado y la salud mental.
Redacción: CMC
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