El diente es un órgano anatómico duro, que cumple una determinada función, dependiendo en el lugar donde se encuentre. En general, los dientes sirven para masticar y para tener una adecuada fonética, aunque tampoco podemos olvidar la importancia de los dientes en nuestra estética.
¿Cómo se produce la dentición?
Los humanos desarrollamos dos denticiones a lo largo de nuestra vida. La primera es la que comúnmente conocemos por “dientes de leche”, que son temporales, y dejan paso a la dentadura definitiva. La importancia de los dientes reside en que los primeros son cruciales para la posterior alineación de los segundos.
La importancia de lo dientes seguirá siendo tema a lo largo de toda la vida del ser humano. Los primeros dientes aparecen entre los 4 y 7 meses de vida, y suelen ser los dos incisivos inferiores. Para los dos años y medio, aproximadamente, el niño ya tiene sus 20 dientes de leche, divididos en 8 incisivos, 4 caninos y 8 molares. Este proceso de dentición es doloroso para algunos niños, por lo que es normal que el bebé esté irritable, e intente calmar su malestar llevándose los dedos o los puños a la boca. Ofrécele un mordedor o un paño húmedo en agua fría, seguro que le consuela.
A partir de los 5 o 6 años, los dientes definitivos empiezan a crecer y provocan la caída de los primeros. Normalmente, los primeros dientes que se cambian son los incisivos inferiores, que fueron los primeros en aparecer. Alrededor de los 11 o 12 años, todos los dientes de leche se han perdido y la dentadura del niño es definitiva, quedando pendiente de salir las llamadas comúnmente “muelas del juicio”, que aparecen entre los 17 y los 25 años.
Crear hábitos saludables
Dada la importancia de los dientes de leche, es conveniente mantener un adecuado cuidado de los mismos. Crear buenos hábitos en la higiene bucodental y en la alimentación ayudará al correcto crecimiento de estos primeros dientes, que son más vulnerables. Esta fragilidad es debida a que el esmalte y la dentina son más finos, y el diente está menos mineralizado, lo que aumenta las posibilidades de tener caries.
Desde la salida del primer diente, los padres deben crear una rutina de limpieza que debe incluir el cepillado tres veces al día y, a partir de los 6 o 7 años, un colutorio que contenga flúor. Es recomendable que el niño este supervisado hasta aproximadamente los 8 años, para controlar que escupa bien el exceso de pasta o que no se la trage. Una vez el niño haya asimilado adecuadamente su hábito de limpieza bucal, basta con que los padres supervisen que lo sigue haciendo.
Cuidados de los primeros dientes
Además de mantener una buena higiene bucodental, combinando cepillado y colutorio, al que se puede sumar el uso de la seda dental (siempre bajo la supervisión de un adulto), es recomendable seguir determinados consejos.
La alimentación debe ser rica en calcio, evitando el exceso de azúcar. Esto no significa que nuestros hijos no puedan comer “chuches”, pero no deben abusar de ellas, y tienen que acostumbrarse a cepillarse los dientes tras su consumo. También debemos evitar que se vayan a la cama con un vaso de zumo o leche, pues incrementa las posibilidades de tener caries. Lo mejor es que, una vez cepillados los dientes, sólo tomen agua.
Si tu hijo practica algún deporte de contacto, como kárate o rugby, está expuesto a recibir un golpe fuerte o a sufrir una caída, y dañarse la boca. Para ello, es aconsejable el uso de protectores dentales, que evitan la fractura o la caída de algún diente por accidente.
Por último, es aconsejable que los pequeños visiten la consulta del dentista cada seis meses, para detectar posibles caries u otros problemas. Algunos especialistas también recomiendan realizar fluorizaciones, que refuerzan el fino esmalte de los dientes de leche.
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