Muchas madres y padres hablan orgullosas entre ellas alegando que en sus casas los hijos no ven la televisión, en ocasiones es así porque se lo han propuesto como educadoras, sin embargo, en la mayoría de momentos es el adolescente o el niño quien decide dejar de ver la televisión. De acuerdo, que alguien olvide la “caja tonta” tiene más elementos positivos que negativos, pero entra un nuevo amiguito en juego, “internet”.
Internet es muy positivo, el acceso a la información que tenemos es bestial y se puede interactuar con diferentes personas de todo el planeta (como en este canal, por ejemplo), no obstante, tiene dos grandes puntos negros.
Por un lado está la adicción que esto crea, demostrándose recientemente que un gran porcentaje de la población (no sólo de jóvenes) tendría problemas de conciliar el sueño si no se conectara a la red un día. Y el segundo problema es el tema de los contenidos, y es que el acceso a determinadas cuestiones “inmorales” es un hecho que se debe tener presente.
Hay unas pequeñas directrices que todo padre debería seguir. En primer lugar, no se debería dar desde niño la visión de que el ordenador es algo banal que puede conectarse sin problemas, es decir, el ordenador debería estar en un lugar común de la casa, que el niño cuando se conecte vea que está “compartiendo”.
Para los padres con niños pequeños deberían instalar un filtro con palabras clave para evitar así que el niño acceda sin querer a información no bienvenida.
Otro elemento importante sería el de controlar el tiempo que el joven está “navegando” en el mundo virtual, poner horarios. Porque una peculiaridad que tiene internet es que el tiempo “vuela” sin que uno se dé cuenta. También, otra cuestión es que las relaciones sociales, el cariño de la familia,… acaba siendo sustituido sin darse cuenta por el mundo virtual.
Ahora está de moda investigar sobre la repercusión que las nuevas tecnologías tienen sobre el niño en la educación, y es monstruoso que muchos fracasos escolares vienen derivados de adicciones del tipo que hablamos.
Así pues, como experimento, contad las horas que pasa vuestro hijo mayorcito en la televisión a lo largo del día y compararla con la que pasa conectado a internet. Valorad si lo veis excesivo o no.
Os dejo un vídeo sobre algo más habitual de lo que la gente pueda pensar a simple vista.
M.Ángel Sevilla. Sociólogo y periodista.
sevillamayol@yahoo.es