En otra entrada, desmentiré este sabio dicho siguiendo los consejos de mi amada Tracy Hogg, pero como eso no llega hasta que el bebé es un poco más mayor, de momento me reafirmo: ¡nunca despiertes a un niño dormido!
Las enfermeras llegan siempre a la habitación asustando a los padres primerizos con no dejar a los niños que duerman más de 4 horas, porque se deshidratan. A ver, vamos a aplicar el sentido común. Si tu hijo es prematuro o ha nacido con poco peso, no se ha agarrado al pecho o ha nacido por la tarde y se ha quedado dormido en seguida, o hacen 40 grados a la sombra, despiértalo: no ha comido lo suficiente y se puede deshidratar. Pero si tu hijo nace con un peso saludable, ha reptado como una fierecilla hasta el pecho, y se ha pasado mamando toda la mañana, mediodía, tarde y parte de la noche, y sigue dormido a pesar del constante ir y venir de las enfermeras y el ruido inevitable del hospital; déjale dormir, que también eso alimenta. Quédate más tranquila poniéndote una alarma y mirándole cada hora. Observa síntomas de posible deshidratación (ojeras, fontanela hundida, boca y labios secos…) y si le ves rosita y feliz, da gracias por tener un niño dormilón.
Nosotros, como primerizos, nos asustamos con la posible deshidratación y, cuando llevaba 4 horas dormido, estuvimos prácticamente otra hora intentando despertar a mi pobre hijo (que estaba profundamente dormido) haciéndole todo tipo de “trastadas”. El pobre por fin despertó y, comió, claro que comió; pero se quedó llorando prácticamente el resto de la noche. Tiene ahora 4 años y empezó a dormir bien toda la noche poco antes de los 3 años y medio… Con la segunda, puse en práctica el consejo que os he dado. La primera noche durmió 7 horas seguidas, por supuesto no se deshidrató ni perdió demasiado peso, y desde entonces ha dormido prácticamente lo mismo, o más cada noche… ¿Casualidad? Puede que sí, pero yo lo atribuyo a que respetamos su sueño desde el primer día.
La Asociación Australiana de Lactancia lo tiene muy claro, lo importante es que hagan entre 8 y 12 tomas en un período de 24 horas y un recién nacido sano se despertará de acuerdo a sus propios ritmos para comer. Y, como en todo, hay excepciones que pueden causar que tu recién nacido no se despierte para mamar aunque lo necesite: infecciones, problemas de corazón, ictericia… En estos casos ¡despiértale porque es necesario!
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