Navidad, bonita época del año con luces que parpadean, adornos que brillan y dorados, rojos y verdes por todas partes.
Época para compartir, para celebrar en familia, regalar y ser regalados.
Época de dulces e ilusiones.
Unos niños soñarán con papá Noel, otros con los Reyes, con el Olentzero o el Tió, o cualquier otro personaje emblemático de estas fechas que traiga regalos por arte de magia.
Hoy quiero reflexionar sobre dos aspectos muy ligados a la Navidad como son los regalos y la ilusión.
Navidad: Solsticio de invierno
Quien diga que regalar y ser regalados no es importante en Navidad se engaña a sí mismo.
Es básico, primordial, porque si pensamos en el origen de la Navidad y todo el cuento del nacimiento de Jesús, los regalos forman parte de esa historia: oro, incienso y mirra, más todo lo que le llevaron pastores, lavanderas, angelitos del cielo…
¿No es pasarse? Acaba de nacer y ya tiene más oro que Herodes.
Vale, es solo una leyenda inventada por los señores católicos, pensemos como ateos que quieren celebrar la Navidad porque es una fiesta y nos apuntamos a todas las fiestas.
¿Qué se celebra en Navidad?
Probablemente, y si has estudiado historia de las religiones más todavía, a estas alturas de tu vida ya habrás descubierto que las religiones surgen para tratar de explicar el por qué de los sucesos que ocurren a nuestro alrededor.
Desde esta posición, Jesús sería el sol, que cerca del 25 de Diciembre, comienza a acercarse a la Tierra.
Suena gracioso ya que hace un día que entramos en el invierno y por ejemplo aquí en la montaña aún no ha llegado el frío de verdad.
Los romanos con sus Saturnales, en honor a Saturno, celebraban el final de las épocas de oscuridad y el comienzo de los días (poco a poco) cada vez más largos.
El Sol, nuestro salvador, el que permitía descansar a los campesinos después de la siembra de invierno.
En esta fecha los romanos celebraban una semana de fiestas, banquetes e intercambio de regalos.
Pero vayamos más allá, vayamos al norte donde el día 26 de Diciembre honraban el nacimiento del diós Freyr, relacionado con el sol.
Para tal fin se entretenían decorando un árbol de hoja perenne en honor al Yggdrasyl, el árbol de la vida, del universo, de la creación.
De nuevo un renacer, una continuidad en la vida, un nuevo ciclo que comienza.
Y en la otra punta del mundo los Aztecas mientras tanto celebraban el advenimiento de Huitzilopochtli, diós del sol y de la guerra.
Como veis todas coinciden con fechas próximas al 25 de Diciembre, aunque lo que celebran realmente en todas es el solsticio de invierno, a partir del cuál comienza un nuevo ciclo en el que los días van alargándose y que durará hasta el solsticio de verano.
Una maravilla, la historia de las religiones.
Regalos, regalitos y regalazos
Todas y cada una de las celebraciones incluía ofrendas, sacrificios y presentes, a veces entre familiares y amigos y bastante a menudo a las distintas divinidades.
No se pueden separar estas fechas del hecho de hacer y recibir regalos.
Volvamos al presente y examinemos
¿Qué estamos haciendo con los regalos?
No voy a ser dura contigo, soy la primera bastarda que se vuelve loca regalando cosas, porque dar me aporta mil veces más que recibir.
Me siento bien haciendo regalos, imagino que como muchas otras personas.
Cuando creces empiezas a pasar un poco de que te regalen nada y te centras en regalar tú, sobre todo a los niños.
Pero reconócelo, nos pasamos como se pasaron con el niño Jesús, ¿para qué c*ñ* quiere un recién nacido oro?
Pienso que cuando regalamos, sobre todo a niños, tenemos que tener claras un par de cosas:
Utilidad y usabilidad del regalo. Sí, un juguete es útil, porque jugando se aprende y aprender es útil. Si pensamos en regalar a un adulto un juego de posavasos… hay que pensar si la persona a la que se lo regalas suele usar estas cosas…unas bragas, muy útiles y usables, pero al igual que un perfume, hay quien se puede llegar a ofender por un regalito así. Mundo diverso.
Cantidad de regalos. No existe una cantidad adecuada, pero si en tu casa celebras por ejemplo: Olentzero y Papá Noel, una buena cifra serían dos regalos pequeños en uno de ellos y uno grande en otro, claro que esto es imposible cuando tienen tíos, abuelos, primos… a los que les gusta mucho mucho regalar cosas. Es difícil pero hay que imponerse, por el bien de los niños, porque cuando les cargas de regalos un año y otro, al tercer año pierden interés y emoción, abren los regalos como autómatas para apartarlos inmediatamente a un lado y abrir el siguiente, sin darse tiempo a explorar, saborear y disfrutar la emoción y el amor que se le pone a cada regalo. Lo he visto con estos ojitos chiquititos que tengo.
Calidad de los regalos. Ya no hablo de materiales, aunque la madera mola, hablo de observar los juguetes sobre todo ántes de “pedirlos” y comprobar si tienen piezas rompibles o que se vayan a perder con total seguridad y sobre todo si van a permitir a los niños desarrollar sus capacidades. En el mundo bebé, ese que ya me queda bien lejos, me encuentro con móviles y otros juguetes que hacen luz y sonido con los cuales solo se puede interactuar pulsando un botón. Además de ser molestos, ni son útiles ni usables ni de calidad. MEEEEC Eliminados.
En casa lo hacemos así
En casa solemos optar por regalos para que los niños creen: folios, rotuladores, témperas, pinceles…, también cae ropa y algún juguete: playmobil, lego y hot wheels son los imprescindibles.
Nosotros este año hemos reducido la cantidad de regalos a dos cositas pequeñas para el Tió, y una grande para Papá Noel, que son los que traen la magia este año.
Otros años han sido los Reyes, Tió de Nadal y Papá Noel, pero los niños han deducido en una de sus maravillosas reflexiones que:
“Los Reyes Magos son más del desierto porque llevan camellos y la montaña no les gusta mucho, que hace frío y nieva.
Pero Papá Noel ya está acostumbrado al frío y la nieve porque vive en el Polo Norte, así que este año viene él y Los Reyes no.”
Como decía, nosotros “pedimos” poquito, pero es que mi hermana es un poco “localc*ñ*” y se pasa tres pueblos en cuanto a este tema, y ahí, o la liamos y nos tiramos de los pelos o lo dejamos estar.
Por no contar con los regalitos de los otros tíos, y los abuelos y abuelas. Vamos, que al final no depende de tí la cantidad de regalos que reciban, pero tu parte por reducir ya la haces.
Otros regalitos
Pero bueno, tranquila/o, no está todo perdido, tu hijo/a no se convertirá en un tirano sin corazón por esto.
Aunque reciba 12 regalos siempre puedes enseñarle que lo que importa en realidad no es el objeto sino el dar y el recibir cariño por medio de él. Y por supuesto dar y recibir cariño por otras vías también.
Los regalos no tienen por qué ser algo material: tiempo juntos, actividades en familia, viajes, cursos… o simplemente la sensación de estar haciendo algo bonito por el mundo ya pueden ser un gran regalo.
Otros años hemos donado juguetes viejos, regalado alguno de sus juguetes a amigos, colaborado con ONGs para regalar a los niños más necesitados…
La compensación de estos regalos realmente es mucho mayor a la de los regalos materiales porque es un regalo que se hacen a ellos mismos para el futuro.
Aunque no todos los años quieren regalar sus juguetes viejos, y eso hay que respetarlo también.
Pero que lo hagan alguna vez durante el año les ayuda a valorar lo que tienen y les aporta felicidad cuando ven las caras de los niños a quienes están beneficiando y grandes dosis de esperanza e ilusión.
La ilusión en Navidad
La ilusión, como los regalos es un componente imprescindible en estas fechas.
La Navidad trae consigo personajes mágicos cargados de regalos.
Siempre nombro a los mismos porque son los que me tocan más de cerca, pero seguro que hay muchos más por todo el mundo.
Esta ilusión por la llegada de estos personajes no dura para siempre y llega el día en el que tus hijos/as te preguntan:
¿ES VERDAD QUE […] SON LOS PADRES?
Normalmente va acompañado de “Fulanito dice que […] son los padres”
¿Qué hacemos papis y mamis?
¿Se lo decimos y matamos la ilusión?
Reconozcamos que la realidad es triste, más en la época que vivimos en la que los niños son conscientes del dinero que tenemos en nuestra cuenta del banco. (exageración)
Son conscientes de nuestra situación económica y entonces si pierden la ilusión sufren, porque saben que algunas familias estamos haciendo un esfuerzo que no podemos para que ellos tengan un regalo o dos en Navidad.
La Navidad es consumista, no es ningún secreto.
¿Qué es mejor: mantener la ilusión y la magia o hacer a los niños parte de ese consumismo?
La Navidad es una mentira global, muy bonita gracias a la ilusión infantil, pero una mentira al fin y al cabo.
El niño que descubre la verdad, la cuenta, causando un efecto dominó de un niño a otro y llega hasta nosotros con la dichosa pregunta.
¿Qué respuesta se te ocurre? ¿Cómo te sentirías tú si descubrieras que existe una mentira de esa magnitud alrededor de algo que te hace tanta ilusión?
Pues más o menos como cuando has sido toda la vida votante del PSOE porque eran muy de izquierdas y te das cuenta de que son bastante de derechas. Por ejemplo.
Mentira sobre mentira
En casa cubrimos la mentira con una mentira a medias, con las que todos estamos satisfechos.
No digo que lo que hacemos en mi casa es lo correcto, sólo es mi planteamiento, si el tuyo es otro diferente los respeto mil millones y me encantaría que ya de paso lo compartieras conmigo en comentarios o por las redes sociales.
Ahí va nuestra mentira sobre mentira, como el villancico campana sobre campana, pero con trolas enormes:
Los padres no somos los Reyes, el Olentzero, Papá Noel, El Tió o el Ratoncito Perez, SOMOS SUS AYUDANTES
El mundo es enooorme y viven en él muchos niños.
Los personajes mágicos están hasta arriba de trabajo, los recortes en personal han llegado a todas partes. Necesitan la ayuda gratuita y voluntaria de los padres y madres.
Cuando cumples 18 no hay regalos, ellos cubren hasta que te haces mayor y los padres cubrimos el resto.
Además, cuando por lo que sea ellos no pueden adquirir el regalo de un niño nos envían un whatsapp y lo buscamos por ellos.
Vale que sean magos, pero tienen sus limitaciones y necesitan ayuda, así que los padres y madres ayudamos.
Así mantenemos la magia de la Navidad además de enseñarles altruismo, cooperación, trabajo en equipo y autoridad.
Es algo que nos llena, aunque sea una mentira como tantas otras de las que vivimos rodeados.
La felicidad de nuestros hijos es la nuestra.
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