Actualmente hay casi 80 millones de personas con problemas reproductivos en todo el mundo. En España, cada año hay más de 16.000 nuevos casos de parejas que se enfrentan a problemas de fertilidad. Esto conlleva que cada vez más mujeres o parejas acudan a técnicas de reproducción asistida, hasta el punto de que un 3,1% de las mujeres fértiles españolas se ha quedado embazada siguiendo una de estas técnicas.
De la misma manera, también ha experimentado un aumento considerado el número de tratamientos con óvulos donados. Pero, ¿cuál es la implicación psicológica de la reproducción asistida?
Los pasados días 16 y 17 de febrero se celebraron en Madrid las jornadas sobre 'Temas Actuales de Reproducción Asistida', organizadas por la Fundación Ginefiv y el Hospital Santa Cristina. En dichas jornadas, la doctora Vicenta Giménez Molla, del Hospital Quirón de San Sebastián, explicó cuál es la carga psicológica que se vive antes, durante y después de un tratamiento de fertilidad.
¿Qué ocurre cuando nos enteramos de que no somos fértiles?
Un aspecto muy importante desde el que partir son las expectativas. ¿Cuántas personas se habrán preguntado alguna vez al pensar en el futuro “podré tener hijos”? Lo normal es que no caigamos en eso y acudamos a algo común e inconsciente: “eso les pasa a los demás”. Esto provoca que, cuando una pareja recibe la noticia de que no es fértil, la reacción sea más dañina e, incluso, depresiva, y experimente una serie de reacciones psicológicas:
- Crisis vital. La ciencia habla de un ciclo de vida en el que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, pero, ¿qué pasa si no podemos reproducirnos? La respuesta es que experimentamos una especie de crisis o pérdida de control.
- Se cae en una especie de duelo o enfrentamiento con lo que no podemos tener: duelo con los embarazos espontáneos de la gente que nos rodea, duelo con la relación entre embarazo y sexualidad, duelo con los proyectos de familia, con los sueños de criar a un niño y, en el caso de acudir a la donación de óvulos, comienza el duelo por los hijos genéticos y por la continuidad genética.
- A nivel social, existe una gran incomprensión dada por la desinformación, con la que se tienen que enfrentar las parejas infértiles. En casos extremos, hoy en día siguen existiendo muchas culturas como, por ejemplo, en la India, en donde la infertilidad en la mujer se ve como una 'maldición' y se ven sometidas a un fuerte rechazo que les hace vivir aisladas de la sociedad.
- Además, es fácil caer en un estado de 'shock' e incredulidad, y responder con rabia, vergüenza, ansiedad, estrés... Esto puede provocar problemas en la pareja, porque buscamos apoyo en alguien que está pasando por la misma
situación. Por ello, es aconsejable que se acuda a apoyos externos que puedan ayudarnos desde una situación de neutralidad.
- Por todo esto, casi un 54% de los pacientes que se someten a un procedo de fecundación in vitro, sufren una depresión antes de empezar el tratamiento.
Es importante destacar que, en el caso de las mujeres homosexuales, la reacción es significativamente distinta, pues parten de una situación en la que estos tratamientos son necesarios de cualquier forma para concebir, por lo que no suelen experimentar problemas antes de acudir a un a técnica de reproducción asistida ya que lo ven como la única respuesta en el caso de que quieran tener un hijo.
¿Cómo vivimos el proceso del tratamiento?
Cuando nos hemos decidido a acudir a una clínica y comenzar con una de las técnicas disponibles, soportamos una carga emocional que va a ir variando en función de la fase en la que estén.
- Cuando acuden a la clínica, los pacientes suelen sentir una sensación de calma y estabilidad, que se convertirá incluso en 'hestoicismo' cuando comiencen con las primeras pruebas.
- Cuando se les da un diagnóstico definitivo sobre su fertilidad, se vuelve a experimentar esa sensación de rabia y enfado, aunque mezclado con una leve calma por encontrar un motivo a sus problemas.
- Ya una vez que se ha comenzado el tratamiento, es cuando los datos reflejan con mayor incidencia la fuerte implicación que supone la carga psicológica en estos procesos. Así, un 60% de las parejas abando
na en el segundo o tercer ciclo, el 77% de los casos por factores psicológicos. Pero, ¿qué se siente en este momento?
Pues bien, un 60% asegura que no se siente apoyado por su pareja, mientras que un 74% habla de resentimiento a otras embarazadas. Por su parte, un 64% dice sentirse incómodas ante un bebé, un 58% se sienten vacías como mujeres, un 58% se reprochan haber esperado demasiado y un 40% sienten verdadera vergüenza.
Demasiadas cargas que impiden que, en muchos casos, las mujeres se vean capaces de continuar con un tratamiento de reproducción asistida por miedo al fracaso.
¿Qué ocurre si el tratamiento no funciona?
Es en este momento cuando los factores psicológicos van a imperar con mayor incidencia sobre los médicos. De este modo, las principales consecuencias recaen sobre la propia pareja (en un 50% de los casos llegan al divorcio) y, en definitiva, sobre el estado de ánimo de los pacientes: continúa la baja autoestima, el sentimiento de inferioridad..
Por eso, tal y como remarca la doctora Giménez Molla, el factor emocional es la primera causa de abandonos en los tratamientos, por lo que es fundamental tenerlo en cuenta y acudir a ayuda psicológica, algo que no sucede en un 62% de los casos.
Agradecimientos: a Fundación Ginefiv, Hospital Santa Cristina, doctora Vicenta Giménez Molla