Estas son las metas acordadas con Estefania y en las que estoy trabajando:
Meta 1, cumplida. Después de tantas semanas postergando la visita al cementerio, por fin, pude ir a ver la tumba de mi papapa. Durante algunos días previos a esto, conversaba con él y le pedía que me ayudara a sanar. Poco a poco mi Virginia niña fue entendiendo que lo que pasó con mi papapa fue muy fuerte, que sí, él sufrió mucho antes de irse de este mundo, pero era algo por lo que él tenía que pasar y sobre lo cual yo no tenía ningún tipo de control. Más bien, ahora sé que mi papapa se ha convertido en mi Maestro Espiritual, que guía mis pasos, me cuida y protege y que principalmente él se encuentra bien, ya no tiene dolor y está completito. El día del cementerio, le busqué las flores que le gustaban y conforme caminaba hacia su tumba, le iba diciendo que ahí dejaría la mochila de dolor que había cargado durante todos estos años. Y eso hice.
Meta 2, en proceso. Sigo trabajando en mis pendientes, como siempre el tiempo no es mi mejor amigo, pero en la medida de lo posible trato de estar organizada y de cumplir con todo: las cosas de la casa, con mi Cata, mi esposo, mi Blog y mis cosas personales. Porque claro, también necesito tiempo para mí.
Meta 3, sin avances. Llego tan cansada al final del día, que lo único que deseo es o ver un ratito de tele o irme a dormir de frente. Quise leer mientras mi Cata estaba en el Ballet, pero a veces la cháchara entre las madres es tan divertido, que no logro cumplir mi cometido.
Meta 4, grandes logros. Tengo un amigo muy especial. No sólo es gracioso, también admiro la practicidad con la que por lo general ve las cosas. Y lo más importante es que siempre he sentido una conexión única, como si de alguna manera estuviéramos alineados. En resumen, como yo lo veo, un orate como yo. El tema es que dejé de frecuentar a este amigo hace más de año y medio. Me llamó para mi cumple del 2015 y quedó en buscar algo para hacer juntos y nunca más supe de él. Poco a poco, conforme los meses pasaban, lo fui extrañando, pero tenía la firme determinación de no llamarlo, ni buscarlo hasta que él lo hiciera. Y los meses siguieron pasando. Hasta que de manera recurrente empecé a soñar con él, pero obviamente mi orgullo podía más y seguía sin contactarlo. Los sueños se siguieron dando y me di cuenta que por mi tranquilidad, tenía que llamarlo, que debía dejar de lado ese resentimiento tonto, salir de mi zona de confort, soltar y disfrutar. Es así que una mañana le escribí y al toque me contestó. Agendamos para el día siguiente y de inmediato todo volvió a su sitio. Nos reímos, nos pusimos al día conversando de todo lo que habíamos hecho y me acordé de eso que dicen que cuando hay amistad de verdad, el tiempo no importa y el sentimiento permanece. Ya no he vuelto a soñar con él y hemos quedado en vernos más seguido. Por lo pronto iremos al teatro, pintaremos mandalas con mi Cata y haremos un atrapa sueños.
Meta 5, en proceso. Sigo usando el horno para cocinar algunos vegetales. Hice papas fritas, pero se me pegaron un poco en la plancha. Debo mejorar mi técnica para que no me salgan duras y no se peguen.
(*) Estefania Belaunde - Certificada en "Coach de Nutrition Integral" del Instituto de Nutrition Integral de la ciudad de Nueva York, tiene un alto conocimiento en nutrición holística, asesoramiento de salud y prevención. Basada en su propia experiencia, ella trabaja con clientes ayudándolos a hacer cambios graduales en su estilo de vida para mejorar y buscar equilibrio en su salud, eligiendo vías que promuevan resultados reales y duraderos.
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