Los coches son un ejemplo clásico del efecto invernadero: la luz visible es absorbida por las diferentes superficies dentro del vehículo. Como esas superficies reemiten esta energía en forma de calor, a la radiación de longitud de onda larga asociada con infrarrojos térmicos de energía-lo atrapa en el interior del habitáculo.
En ese momento la solución pasa por bajar las ventanillas o encender el aire acondicionado (o ambas cosas) para conseguir un poco de aire en movimiento para mitigar rápidamente todas estas condiciones similares a las que encontraríamos en una sauna. Otra solución muy eficiente es el tintado de lunas, que mejora notablemente la climatización del habitáculo del coche.
Pero podemos encontrar otras soluciones más innovadoras como por ejemplo los asientos ventilados. No se trata de un nuevo concepto en la industria del automóvil pero se está volviendo a incidir en la importancia de la ventilación selectiva del pasajero más allá de la ventilación del entorno en sí.
Por ello se opta por un nuevo concepto conocido como el enfriamiento del ambiente de trabajo, donde pequeños ventiladores suministran un flujo de aire de proximidad a la cara y al cuello, que son las partes del cuerpo que influyen de forma más determinante en la sensación térmica del resto del cuerpo. Este flujo de aire se puede entregar en intervalos transitorios lo que mejora notablemente los efectos de la climatización y la sensación de "fresquito"
De cualquier forma seguro que con algo de sentido común y utilizando soluciones clásicas como dejar el coche a la sombra podremos soportar de la mejor forma los calores de este verano que se avecina.