Creo que un niño debe ser traído al mundo por amor y con responsabilidad, no por impulso, por accidente o por presiones sociales. En Venezuela muchas mujeres tienen hijos sin las condiciones mínimas para educarlos, alimentarlos y protegerlos, lo cual es básicamente un problema de educación, de estructura social y familiar, esto hace que muchas mujeres descarguen en sus propios hijos sus frustraciones y amarguras, motivado a las carencias con las que viven, a la ignorancia, repitiendo los mismos patrones con los que fueron criadas, un circulo vicioso muy difícil de romper. En Venezuela, de cada 4 parejas que se casan o deciden vivir juntos, 3 terminan separándose. Las condiciones socio-económicas, la falta de educación, la inmadurez de parejas jóvenes, los embarazos no deseados y la falta de planificación familiar, son entre otras, causas de separación, quedando familias fracturadas donde generalmente hay hijos involucrados arrastrando un drama tras de si, y todo esto unido al gran problema de la paternidad irresponsable.
Particularmente pienso que un niño debe venir al mundo en el seno de un hogar, donde ambos padres estén de acuerdo en compartir la responsabilidad y la alegría de su llegada y su crianza. No podemos predecir que tan bien o tan mal nos irá en el matrimonio, pero podemos decidir intentarlo con amor, responsabilidad, entrega y tolerancia. Lo ideal es que las parejas permanezcan unidas cuando hay hijos, ya que sin importar los problemas económicos, sociales, emocionales o físicos, siempre serán más llevaderos si se mantiene el núcleo familiar que sirva de muro de contención alrededor de sus hijos, para protegerlos, cuidarlos, amarlos y guiarlos. Aun así hay familias enfermas con parejas que permanecen juntas en el tiempo, de tal manera que permanecer juntos no garantiza la felicidad, el amor o la protección de los hijos en hogares dis-funcionales, con hijos que a su vez en un alto porcentaje formaran también hogares dis-funcionales.
Lo cierto es que la maternidad perfecta no existe aunque las condiciones sean optimas y pensemos que lo estamos haciendo muy bien; el mundo perfecto no existe y la familia perfecta tampoco, pero siempre buscaremos la manera de hacerlo perfecto para nuestros hijos por el tiempo que nos sea posible. Que es lo realmente importante? que permite el crecimiento de hijos sanos y felices? Con padres juntos o separados, puede que suene trillado pero como dice la canción " solo el amor engendra la maravilla, solo el amor consigue encender lo muerto... solo el amor alumbra lo que perdura, solo el amor convierte en milagro el barro..." Porque los hijos son como arcilla en nuestras manos que vamos moldeando dia a dia, debemos enseñarlos a amar, a sentirse amado, sembrar en sus corazones valores de respeto, empatia, honestidad, responsabilidad, lealtad, disciplina, amistad, tolerancia, solidaridad, dignidad, justicia, superación, paz, libertad, etc. Un hijo es para toda la vida y en ocasiones aun después de adultos cuando pueden valerse por sí mismos, las decisiones de sus padres, siguen influyendo en su bienestar, así de importante somos los padres para nuestros hijos.
Pero a pesar de lo incierto, las dificultades, las preocupaciones y lo inseguro que pueda resultar el mundo para un niño, la mejor decisión que he tomado en toda mi vida fue traerlo al mundo, es mi persona preferida, la que más amo y la que más admiro. Y siempre están esas pequeñas cosas que nos recompensan y que hacen que tener un hijo sea una gran bendición:
La forma como un hijo llena nuestra vida de amor.
Una personita que por un buen tiempo depende en todo de ti, su vida está en tus manos.
Su amor incondicional
Como se ilumina tu casa cuando vive un niño en ella.
Su mirada de amor y admiración cuando te dice que eres la mejor, no tiene precio.
Sus abrazos y besos mojados.
Su sonrisa que te espera cada día al terminar tus obligaciones.
Cuando ni en el baño estás sola.
Cuando va creciendo y descubres que ha aprendido tantas cosas, que de pronto lo encuentras hablándote de temas que ni tu conocías, que es capaz de discernir, negociar y tomar sus propias decisiones.
La grata sorpresa de ver que es capaz de corregirte, de enfrentarte cuando eres injusta, hacerte ver tus errores y hacer valer su opinión.
Verlo seguro de sí mismo, haciéndote sentir que sabe dónde está parado, que tiene un norte y metas claras.
Descubrir en él actos de nobleza, y que puede ser muy agradecido hasta por la mínima cosa que reciba.