Educar con sentido común

En la última década se han puesto de moda o ha cobrado más importancia los diferentes métodos educativos donde los niños crecen en un ambiente respetuoso y tranquio a la vez que se explota todo su potencial. Esta pedagogía aplicada tanto por profesionales como por los mismo padres y madres, es la conocida como el método montessori y la disciplina positiva.

En este método en el que el niño se desarrolla en un ambiente libre de castigos y amenazas, se emplean diferentes técnicas mediante el diálogo y el razonamiento junto con múltiples recursos donde la autonomía del niño juega un papel muy importante y se convierte en el protagonísta de su propio aprendizaje. Pero a menudo los padres nos hacemos una pregunta ¿Este método sirve o se puede poner en marcha con todos los niño?

Educar a nuestros hijos con sentido común

Lejos de ser una experta en este área, me atrevo a decir que ninguna pedagogía es válida al 100% para ser aplicada a todos los niños por igual. De echo, creo que hemos pasado de un extremo a otro dejando en el camino un amplio abanico de posibilidades y recursos donde no todo tiene por qué ser blanco o negro. ¡ Y ojo! que soy muy partidaria de educar a mis hijas en positivo, pero creo que hay que hacerlo siempre utilizando el sentido común.

Cuando los niños nacen evolucionan de forma diferente, es decir, cada uno marca su propio ritmo por ejemplo, a la hora de comer, cuando empiezan a gatear, a caminar, a la hora de empezar a hablar, etc. Y estamos acostumbrados a que el pediatra nos diga, no os preocupéis, no todos los niños empiezan al mismo tiempo, cada uno sigue su propio ritmo y está dentro de lo normal. Pero según van pasando los años y entramos en edad primaria la cosa cambia.

Llevamos años quejándonos de que el sistema eduactivo en España se ha quedado obsoleto, que no hemos modificado la técnica de estudio desde la época de Franco, y que en los colegios no se tiene en cuenta que cada niño tiene su propio ritmo madurativo, que cada uno desarrolla diferentes cualidades y no todos tienen el mismo potencial, carácter o personalidad, por lo tanto, no se explica por qué se trata a todos lo niños por igual y por qué hay que tener un patrón educativo tan limitado, que deja al margen a un alto porcentaje de niños que no cumplen con los objetivos marcados por el Ministerio de Educación.

Esto mismo es lo que pasa respecto al método educativo que implantamos en nuestras casas. Mientras alguno niños responden muy bien a las técnicas de montessori, otros por el contrario, no parecen obtener resultados muy positivos. Frente a esta situación no podemos ceñirnos a un manual, sino que deberíamos por el bien de nuestros hijos saber reconocer y adminir que este u otro método educativo no está funcionando y cuando deberíamos replantearnos cambiar de técnica o aplicar el sentido común.

Una cosa es la forma en la que nos gustaría educar a nuestros hijos y otra muy distinta es que al ponerla en marcha nos funcione. A mi personalmente como madre, no me gusta imponer castigos a mis hijas ni recurrir a las típicas amenazas de a la siguiente nos vamos a casa.. pero que no me guste no quiere decir que a veces tenga que recurrir a ellas, y no por ello no me considero peor madre ni dejo al margen la educación en positivo, simplemente me adapto a la situación de cada momento e intento educar con sentido común.

No llevar ningún método educativo al extremo

Os voy a poner un ejemplo que suelo presenciar a diario cuando estoy en el parque con mi hija mayor.

Hay un grupo de niños jugando en el arenero y de repente uno de ellos se enfada y le suelta un bofetón a mano abierta a otro de los niños que hay a su alrededor. Ves que se acerca su madre, lo retira de la actividad y se pone a hablar con su hijo explicándole que no se puede pegar a otros niños. El otro pobre sigue llorando mientras su madre le consuela. A los pocos minutos ambos se incorporan al juego, pero el mismo niño se vuelve a enfadar y le suelta nuevamente un empujón. La madre le vuelve a explicar que esa no es la forma de actuar y el niño damnificado sigue llorando mientras su madre cambia por completo su actitud y lanza miradas de odio hacia la otra familia (no sin motivo).

Esta situación continúa así hasta que la madre del niño al que no dejan de pegar decide tomar la decisión de irse a otro parque o por el contrario, se acerca a hablar con la madre del niño que no deja de agredir de forma consecutiva la resto de infantes. Pero por desgracia esta madre se topa contra un muro de hormigón nada racional, que defiende su teoría de que no va a castigar a su hijo por haber pegado a otros niños porque no es el método que está utilizando para educar en su casa.

Y ahí es donde la paciencia de la otra mamá a llegado a su fin y decide aplicar la ley de ojo por ojo, diente por diente y le comenta a su hijo, si ese niño te vuelve a pegar, te defiendes y le pagas tu también.

Por desgracia estas situaciones las veo más a menudo de lo que me gustaría, y lo siento pero no puedo entender como una madre puede llegar a tolerar que su hijo agreda a otros niños sin que su comportamiento tenga ninguna consecuencia al respecto. Yo me considero una madre paciente e intento razonar cada situación y tiendo a educar en positivo, pero si algo tengo claro es que mi libertad de educación termina donde empieza la tuya.

Tú como madre pudes escoger el méodo educativo que más te guste, pero no te puedes ceñir a un manual y seguirlo a raja tabla aunque no te funcione, y a esto me refiero con aplicar el sentido común. Si tu hijo recurre a la violencia porque no sabe gestionar sus emociones y tú te niegas a impartir un castigo o decides no retirarle del juego en ese momento, y por el contrario te sientes con el derecho de exigir a los demás niños que no dejen de lado a tu hijo, estás siendo una persona totalmente irracional, y no esperes tener una respuesta positiva ni de los demás niños ni de sus progenitores.

No todo el blanco o negro a la hora de educar a nuestros hijos. No se trata de escoger una educación tradicional basada en el bofetón y en los gritos o por el contrario un método en el que no se pueda pronunciar la palabra NO. Creo que entre una y otra existen muchas alternativas que se pueden poner en marcha en función de la personalidad o de la forma de ser que tengan cada niño.

El error es cuando nos obcecamos en imponer una disciplina sin tener en cuenta el efecto que está teniedo sobre nuestros hijos. Y querer continuar por ese camino aunque no obtengamos resultados positivos solo por el hecho de sentir que hemos evolucionado como padres y que somos más laxos que nuestros progenitores, es un error. Y reconocer nuestros propios errores y corregirlos a tiempo, también forma parte de la evolución.

Como he dicho anteriormente, tú libertad de educar termina donde empieza la de los demás. Soy consciente de que esta reflexión no tendrá buena acogida por parte de muchas familias, pero es mi oponión, y creo que si tanto nos quejamos de que no se puede tratar a todos los niños por igual en el colegio porque cada uno es único y presenta diferentes necesidades tanto pedagógicas como emocionales, esto se debe aplicar también en nuestras casas, independientemente del método educativo que decidamos implantar, que prevalezca siempre el sentido común.

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