Apostamos por utilizar la “Animación” como una herramienta más en la educación de los niñ@s, incluso podemos hablar en el sentido general de las personas.
Para empezar, nos parece esencial volver a definir la palabra “animación” que viene del latín “animatĭo, -ōnis” y significa en su sentido más amplio “Dar vida, “Infundir ánimo” (véase la definición en la RAE). Si nos referimos textualmente a su origen lingüístico, remite a dar vida/poner en marcha al “alma”, entendida como espíritu o el interior de la persona: el pensamiento.
La animación o animaciones se pueden utilizar como un estilo original educativo para estimular a los individuos y grupos, en este caso niñ@s y adolescentes, en su aprendizaje. Se plantea la animación como un mini proyecto educativo que contempla: concretar objetivos, establecer los medios para llegar a las metas, considerar distintas opciones y coordinar todo el conjunto a través de distintos ejercicios lúdicos; desde luego lo que no se puede, es andar improvisando. Una animación puede contemplar distintos conceptos pedagógicos y abarcar todo tipo de materias desde la Música, la Literatura, la Cultura, las Bellas Artes, la Historia, la Geografía y aunque parezca increíble hasta las Matemáticas.
Desde nuestro punto de vista, una animación está bien estructurada cuando recurre al protagonismo de los participantes, les hace sujetos activos, apela al sentido crítico y toma en cuenta el proceso creativo de cada persona, se trata de “animar” a los participantes a ser responsables de su propio crecimiento. Por supuesto, todo eso requiere una buena metodología, una preparación previa de cada actividades y detalles de las mismas, conocimientos pedagógicos, contar un con equipo de animadores bien formados y mucha organización.
“En realidad, nosotros no vemos gran diferencia entre lo que llamamos “animación” y lo que llamamos “taller”. El matiz tiene que ver más bien con la “periodicidad”. Una animación se podría definir como un taller puntual y en muchas ocasiones cuando se trata de una animación para una fiesta infantil, solemos diseñarla a medida para las mamás y papás que la contratan. Los talleres pueden ser o puntuales u organizados en varias sesiones.
En Pedalogía queremos proponer a los padres la posibilidad de sacar partido al tiempo libre del cual disponen los niñ@s, poniendo a su alcance nuestro saber hacer y experiencia. Este tiempo de ocio nos parece muy valioso, ya que por regla general, los niñ@s andan algo más descansados y más predispuestos a jugar y evadirse. La animación representa en estas circunstancias un elemento interesante para fomentar el interés de los niñ@s en actividades que, sin dejar de ser lúdicas, vienen a complementar lo que van aprendiendo en otros ámbitos, otra manera de aprovechar el tiempo.
Además, una animación dura un tiempo determinado, en un periodo corto se prevé los objetivos que se van a trabajar (en función de la edad de los niñ@s) y se puede realizar en cualquier ocasión: tiempo libre, una tarde de festivo, un cumpleaños, una comunión, etc. Leemos a menudo que los niñ@s aprenden jugando. En realidad, todos aprendemos mejor cuando aprender se vuelve divertido y nos interesa la temática. Nuestra idea, a la hora de organizar la animación, es alejarnos de los clásicos temas de “piratas y princesas” para ir un poco más allá, volviendo por ejemplo a descubrir obras de Arte, grandes obras de la literatura o un largo etcétera que dependerá un poco de los gustos e intereses de cada evento y/o grupo de niñ@s.
Dividimos nuestras animaciones en cuatro tipos: Música, Literatura y Cultura General, Bellas Artes y Teatro. A través de distintos juegos y técnicas ponemos a los niños en situación: son los actores del momento, participan en las diversas experiencias, deciden sobre el desarrollo de las mismas y aprenden de manera significativa. Puesto en práctica, los niñ@s aparte de hacer algo diferente en su tiempo libre, adquieren conocimientos que no siempre se dan en el colegio o en la educación reglada, así amplían su cultura general e intereses.
Otro factor, que a nuestros ojos es uno de los más importantes de la animación, es el espacio y cuando hablamos de espacio no es el espacio físico. Durante el tiempo que dura la animación, habilitamos un espacio donde el niñ@ en toda confianza y seguridad puede:
• Expresarse libremente: le escuchamos y su opinión cuenta,
• Dar rienda suelta a su imaginación: potenciamos su creatividad sin imponer límites,
• Tener iniciativa y ser responsable: dirigimos la actividad desde el acompañamiento de la persona y no de la imposición,
• Reflexionar y expresar sus opiniones: abrimos un espacio de diálogo y respeto para juntos discernir la realidad y debatir en base a hechos.
Como resultado directo, es común observar como rápidamente nace una dinámica de grupo donde los niñ@s en una situación cómoda, sin espectador, se abren más con el animador, se quitan la vergüenza y dan rienda suelta, tanto a sus ideas como a sus emociones y su necesidad curiosa de entenderlo todo, a través de preguntas, a veces, de las más sorprendentes.
Para terminar, hoy en día, la metodología de la enseñanza se aleja cada vez más del modelo pasivo y autoritario hacia un modelo más participativo centrado en los intereses de las personas y más acorde con nuestros tiempos. Educar a través de la animación en un tiempo de ocio, no solo es entretener, sino también animar a las personas (niñ@s) a despertar sus intereses, saciar sus inquietudes, dar vida a nuevas posibilidades y ayudarles a crecer desde la autonomía del aprendizaje, transformándoles en educadores de sí mismos.
Y en esa misma línea, también proponemos nuestros servicios a Colegios, instituciones, Ampas o empresas, a través de nuestras actividades extraescolares, nuestros campamentos o bien de la elaboración de proyectos hechos a medida.
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