No sólo se trata de habituarle a utilizar el cepillo de dientes cuando tenga edad para ello, desde su nacimiento, debemos de cuidar nosotros mismos de la salud dental de nuestros hijos y tratar de procurarles una higiene básica.
Enseñando a enseñar
La caries es la enfermedad más común entre la población española, pero muchas veces no se le tiene la consideración que se puede tener ante otro tipo de trastornos y descuidamos o retrasamos su tratamiento.Aunque estemos hartos de oír que al menos es necesaria una revisión anual, no son pocos los que se pasan largas épocas sin pisar una consulta, ya sea por miedo o porque no le dan importancia al problema. Asimismo, hemos de ser conscientes, de que si nosotros no acudimos al dentista, influiremos en nuestros hijos.
Instruir a los más pequeños en cómo han de proceder con su higiene bucal es algo imprescindible pero, ¿sabemos qué debemos hacer para cuidar su dentadura hasta que tengan la edad suficiente para poder valerse por sí mismos? Este tema es el gran desconocido para la mayor parte de los padres. Paloma Planells, Vicepresidenta del Comité Científico del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la Primera Región y especialista en odontopediatría, nos recuerda que "las diversas asociaciones del sector aconsejan la visita del paciente infantil al comienzo de la dentición temporal" es decir, no más allá de los seis meses.
La sonrisa de un niño
Pero además de contactar con un especialista, debemos seguir nosotros mismos una limpieza exhaustiva desde el nacimiento del infante. Es una tarea muy fácil y con la cuál evitaremos muchos problemas que pueden interferir en el correcto crecimiento de nuestro pequeño. "Debe realizarse una limpieza de las encías del niño después de cada toma.Es la mejor manera de prevenir una caries temprana en los futuros dientes de leche", nos informa la Doctora Planells. Para realizar esta operación nos podemos ayudar con una gasa humedecida esterilizada, con la que frotaremos levemente las encías y la lengua del bebé. Esta acción, desconocida para muchos padres, debería llevarse a cabo como mínimo una vez al día, preferiblemente después de la última toma.
Para cuando le empiecen a salir sus primeros dientes, lo mejor es hacernos con dedales de silicona o látex o cepillos especiales, que nos ayudarán a mantener su higiene bucal sin que resulte molesto para ellos. También es muy importante tener cuidado con los chupetes y biberones, y preservar su esterilidad como algo esencial para no contagiar a nuestro bebé con nuestros gérmenes, así como evitar besarles o probar su comida, ya que nuestra saliva es también una fuente de bacterias.
Como en el caso de los adultos, los niños necesitan de un cepillado después de cada comida, "el cepillado conviene que lo realice algún adulto ya que, hasta los ocho años, el niño no tiene destreza manual suficiente como para realizar un cepillado efectivo" atestigua nuestra experta.
En su niñez, cuidar de sus dientes de leche adecuadamente, es una tarea fundamental y, que de no llevarse a cabo adecuadamente, puede motivar desperfectos dentales o incluso enfermedades orales más graves en la edad adulta. Esto es porque las piezas provisionales, si están infectadas con caries, pueden transmitir las bacterias a sus sucesores y expandirse causando inflamación en las encías. Consultar periódicamente al dentista resulta imprescindible para proteger su dentadura el mayor tiempo posible. También hay que prestar atención a las posibles deformaciones o faltas de dientes, que se deben corregir mediante los aparatos que estime el especialista.
Cuidado con los malos hábitos
Muchos niños tienen pequeñas manías que es necesario paliar en la medida de lo posible. Paloma Planells califica como malos hábitos que se deben evitar "el uso prolongado del chupete (más allá del año de vida), o lo que es peor, la succión del pulgar u otros dedos", ya que pueden producir alteraciones del crecimiento normal de los maxilares. También nos informa de que algo tan normal como la respiración puede influir en la correcta formación de sus dientes. Se trata de los que se acostumbran a respirar por la boca. Para corregir esto, la doctora nos recomienda acudir a un especialista en otorrinolaringología.Habremos visto a miles de niños, y no tan niños, morderse las uñas. Precisamente, éste es un hábito que puede llegar a ser muy perjudicial para nuestros pequeños y que incluso puede producir lesiones en los dientes. Pero también otros tics como tocarse las piezas dentales, rechinar los dientes o incluso morder cualquier objeto, son igualmente peligrosos. Nuestro hijo no puede ser capaz de comprender el daño que se puede hacer a sí mismo, por lo que nuestra atención es imprescindible para que vaya dejando de lado sus pequeñas manías.
Visitando al especialista
Muchas personas no son todo lo constantes que deberían o directamente dejan de ir al dentista porque sienten verdadero pánico al acudir a la consulta. Esto puede provocar que los problemas de caries se expandan haciendo que su reparación sea más difícil y costosa. Por ello, los dentistas aconsejan iniciar las visitas del niño con regularidad para que éste se familiarice con esas situaciones. Es muy importante que lo hagamos y que no traslademos nuestros miedos a nuestro hijo.Afortunadamente, las consultas están cada vez más preparadas para que nuestros pequeños se sientan totalmente cómodos. El niño se podrá entretener con libros o juguetes y pasar el tiempo sin que casi se dé cuenta de que está en un sitio ajeno. "El odontopediatra sabe aplicar las técnicas adecuadas para ayudar al niño a familiarizarse con las consultas dentales y sus tratamientos", nos explica Planells.
De la misma manera, nosotros tendremos que supervisar el desarrollo de la higiene bucal de nuestros hijos. Existen pastas de dientes con sabores agradables y con diseños atractivos que motivarán al infante a no descuidar esta tarea. La cantidad de dentífrico no debe exceder el tamaño de un guisante. Asimismo, muchos odontopediatras aconsejan el uso de un clorutorio bucal con flúor para completar el cepillado, pero siempre cuidando de que no lo ingiera. Por ello está desaconsejado en niños muy pequeños.